Ir

La curiosidad no mató al gato

Solemos identificarnos personalmente con nuestras creencias, como si fueran una extensión natural de nuestro “ser”. Eso hace que muchas veces sea sumamente difícil deshacernos de ellas, porque equivale a deshacernos de una parte de nosotros mismos.
Tipo de Nota: 
Opinión

La curiosidad no mató al gato

31 de Marzo de 2012
Palabras clave

Es obvio que nadie nace sabiéndolo todo. De igual manera, nadie nace dudándolo todo. Nadie nace siendo escéptico; eso requiere de ciertos conocimientos sobre la realidad y de mucho esfuerzo.

Los niños, sin embargo, están bastante cerca de serlo. Son pequeños científicos en potencia. Son muy curiosos, como pequeños “interrogadores en serie” que parecieran no comprender el concepto de la regresión infinita que a tantos grandes filósofos (y otros no tan grandes) ha mortificado. Los niños quieren saberlo todo; un día preguntan por qué la grama es verde, y al otro quieren saber de dónde salió todo lo que existe. Sin embargo, en algún momento la curiosidad se muere.

La culpa es ...

Autor



Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad exclusiva del autor. Plaza Pública ofrece este espacio como una contribución al debate inteligente y sosegado de los asuntos que nos afectan como sociedad. La publicación de un artículo no supone que el medio valide una argumentación o una opinión como cierta, ni que ratifique sus premisas de partida, las teorías en las que se apoya, o la verdad de las conclusiones. De acuerdo con la intención de favorecer el debate y el entendimiento de nuestra sociedad, ningún artículo que satisfaga esas especificaciones será descartado por su contenido ideológico. Plaza Pública no acepta columnas que hagan apología de la violencia o discriminen por motivos de raza, sexo o religión
Autor