Cuando te parece que las cosas avanzan, cuando ya te has querido convencer de que efectivamente alguito está cambiando, cuando sientes que la dulce voz de la Fiscal General ha entrado a tu corazoncito y le da aliento, un mail entra a tu correo -al mío y al de varios amigos más- contándote/me/nos que ella, una escritora, historiadora, periodista, tiene que justificar su existencia gracias a la impunidad que impera en este nuestro glorioso país.
Karla Olascoaga, ganadora del primer premio del certamen “Construyamos juntos una cultura de paz y amor” de la Procuraduría de Derechos Humanos, debe justificar en la Fiscalía de Delitos contra Periodistas del Ministerio Público, que ejerció como comunicadora durante su estancia en el municipio de Panajachel. La razón de ello radica en que al momento de ganar, un grupo de vecinos de Panajachel, entre los que destaca la señora Teresa Coello (miembro del grupo de seguridad), impugnaran el otorgamiento del premio, acusándola de difamación.
Para quien no ha leído el cuento, la historia narra el asesinato ocurrido durante los patrullajes que realizaban “los encapuchados” hace poco menos de un año en Pana; el mismo asesinato que Lucía Escobar denunció en su columna periodística, y llevó tras las rejas a los dos principales cabecillas de este grupo: Ralón y Anléu.
Karla nos pregunta en su cuento: ¿Hasta cuándo tendremos que soportar que para que la justicia institucional actúe, deban quedar niños sin padre, viudas o madres solas con el corazón destrozado sin saber cómo explicarles a sus pequeños el porqué de la maldad humana y del ensañamiento contra inocentes? ¿Hasta cuándo los resentidos, envidiosos, reprimidos y perversos seguirán escudando su cobardía en pasamontañas precisamente para delinquir, vapulear y asesinar ciudadanos comunes? ¿Hasta cuándo seguiremos soportando la ley del miedo, la ignorancia y la impunidad que el decadente sistema de justicia propicia? Y yo, no le puedo responder. Se me sueltan un par de lágrimas pensando en lo que debe estar sintiendo, en lo que vivieron ambas, Lucía y Karla, al desterrarse. Me vienen imágenes violentas, linchamientos, fosas comunes, máscaras, niños con la barriga inflada, muertos, moscas.
Y como no le puedo responder, mejor me siento y le pregunto:
- ¿Qué pasó en Panajachel hace diez meses?
El día de la feria del pueblo, el 3 de octubre del año pasado, se supo, por testigos presenciales, que un grupo de personas encapuchadas agredieron a tres jóvenes en las cercanías del estadio de Panajachel, dos de ellos lograron escapar de sus atacantes, el tercero nunca más apareció.
Sólo se encontraron sus zapatos ensangrentados en las cercanías del río San Francisco. Testigos también relatan que el cuerpo inerte y ensangrentado de ese joven fue arrastrado por las calles del pueblo.
- ¿De qué manera te viste involucrada?
La narración de los hechos me llegó de primera fuente, ya que una de las personas que participó –sostiene que pasivamente- visiblemente, conmocionado por la brutalidad y saña, me lo contó con lágrimas de arrepentimiento.
Su narración me conmovió hasta la médula, y pensando en mi hijo y en muchos jóvenes inocentes que pudieran ser víctimas de atrocidades similares, decidí escribir al respecto. Algo en mi interior, más fuerte que yo misma, me hizo volcar ese dolor escribiendo. Ni siquiera podía intentar imaginar el final, terriblemente inhumano, de un ser como ese joven inocente. Cuando pienso en ello, siempre me da una inexplicable tristeza, un sentimiento que viene desde el alma.
- Según lo que relatas en el correo, aún siguen acosándote…
El acoso ha tomado muchas formas, en el caso de Lucía Escobar fue directo, en mi caso, como proviene de los autores intelectuales que ampararon esas prácticas, las formas han sido la coacción y el acoso psicológico. Me quieren callar a toda costa, valiéndose de la impunidad que les ha permitido creer que están más allá de las leyes y más allá del bien y del mal que ellos tanto propugnan.
- ¿Por qué las autoridades no han accionado de forma contundente en tu caso?
Las autoridades están trabajando. Tal como me dijo una colega “no se puede cuestionar al sistema de justicia, si no se le pone a prueba” y yo lo estoy poniendo a prueba, con todo el deseo y la convicción de que se hará justicia, tarde o temprano. Lo sé.
- ¿Qué papel ha jugado el actual procurador de Derechos Humanos?
El nuevo procurador de los Derechos Humanos, Jorge De León Duque, se pronunció en su primera conferencia de prensa de manera contundente, desactuando el actuar irregular de su antecesor y ofreciendo apoyo a los miembros del Jurado, a los organizadores del certamen literario, en el cual fui premiada con el primer lugar por el cuento “Crónica de un asesinado anunciado”. Las dos procuradoras adjuntas también han hecho patente su apoyo irrestricto, las licenciadas Gilda Morales y Claudia López, mujeres de una integridad y una fortaleza intachables. El pronunciamiento del licenciado De León, conceptualiza el significado de cuento como una narración ficcional, atrevida, que puede nutrirse o no de la realidad para surgir, concepto del Diccionario de la RAE; además, añade que el único señalamiento que podría constituirse un delito perseguible de oficio, elemento esencial de la calumnia, ya ha sido corroborado por los tribunales de justicia, por lo tanto el delito de calumnia se desvanece automáticamente. Y volvamos a que es un cuento.
- ¿Siguen funcionando esos grupos paralelos en Panajachel?
No lo sé, yo tuve que abandonar Panajachel, junto con mi familia, cuando mi nombre fue mencionado por el ahora convicto Juan Manuel Ralón y por el ex alcalde de esa localidad, Gerardo Higueros, en el canal 10 de esa localidad, en un conjunto de 10 videos que se pueden ver en YouTube, mismos que sirvieron como prueba irrefutable de las amenazas directas que sufrió la periodista Escobar. Como también actué divulgando esos horrores, quince días después, mi hijo recibió amenazas de muerte a su número celular, una madrugada. Señales suficientes para tener que abandonar el pueblo, pues ya había víctimas, la siguiente podía ser yo o algún miembro de mi familia. Dicen que ya no hay encapuchados, pero que sí hay “patrulleros civiles” que aún detienen a otros civiles en las calles. No me consta, la verdad, porque ya no estoy allá.
- ¿A qué responden acciones como la de esos grupos?
Sencillo, responden al abandono rural, al que están sometidas nuestras comunidades, y a la ausencia del Estado como garante de la seguridad de la población, derecho que reza en la Constitución Política de la República. Las personas “de a pie” creen que pueden tomar la justicia en sus manos y lo único que logran es que esos anhelos se desborden y se les salgan de control, cometiendo abusos e instigando la violencia como arma para enfrentar la propia violencia.
El cuento es solo un vehículo de denuncia, yo tengo fe en que las autoridades trabajarán exhaustivamente en la investigación del caso de desaparición forzada de Pishica, hay una viuda y un niño huérfano de padre que claman por esa justicia. A ellos los han invisibilizado y han sido doble o triplemente victimizados en el pueblo del cual, por sus humildes condiciones, no pueden salir. Anhelo que se reivindique el nombre de la víctima para que ese niño, que ahora pasa terribles dificultades y sufre por su padre ausente, tenga un recuerdo honroso de ese padre que le dio cariño y sustento. El cariño y sustento del cual él adoleció en su infancia. Quiero seguir creyendo en la justicia, y así lo haré. Ésta es una dura prueba para mí, pero voy a seguir asumiéndola y resistiendo con la frente en alto. Lo juro por la memoria de Pishica.
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