Eso incluye la estructura responsable de la administración de justicia la cual según la Constitución recae en el Organismo Judicial (OJ), bajo la responsabilidad de la Corte Suprema de Justicia (CSJ). Para que este organismo cumpla su función, es menester que los procesos penales estén conducidos por un órgano profesional responsable de la persecución del delito. Esto es un Ministerio Público (MP) intachable e incuestionable en su desempeño.
A estas alturas, ni uno ni otro cumplen con sus responsabilidades en el marco de la ley. La CSJ está por exceder en tres años el período para el cual fue designada. Con toda comodidad, las y los magistrados que en una gran mayoría la integran, se mantienen en sus puestos con la certeza de que permanecerán el tiempo que el pacto de la impunidad lo considere necesario. Para ello, sus resoluciones sirven cínicamente a los intereses de quienes les sostienen en el puesto.
La Fiscal General (FG) y jefa del MP, responde igualmente a tales propósitos y utiliza la ley penal para perseguir a quienes han consagrado su vida profesional en defensa del estado de derecho y en lucha contra la corrupción y la impunidad. Al mismo tiempo, por supuesto, protege a toda calaña de criminales a quienes procura las mejores condiciones y acuerdos necesarios para garantizarles impunidad.
Esta semana ha sido factible comprobar lo que se sabe abiertamente pero, que la ceguera de jueces y fiscales del pacto se niega a evidenciar. Dos de los más altos delincuentes de la política, Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti Elías, ex presidente y ex vicepresidenta, afirman ser inocentes de los hechos que se les imputan. Hechos que por lo demás están probados en varios espacios y con profusión de pruebas.
Pero estos dos no solo se declaran cínicamente inocentes. También hacen gala de los privilegios con que cuentan y que jueces y fiscales les toleran. Desde el inicio de las diligencias en su contra, ambos indicaron haberse lesionado un brazo, razón por la cual debían utilizar cabestrillo ante el tribunal. Con esto, evitan que se les pongan grilletes pues en atención a la circunstancia que dicen padecer, no es recomendable. Sin embargo, oh sorpresa, resulta que una vez instalados en el recinto judicial, el cabestrillo se guarda dobladito. Y, por si fuera poco, el brazo recobra milagrosa y temporalmente sus facultades.
Así y gracias a evidencia visual de periodistas independientes, se demuestra que lo del cabestrillo es pura artimaña. Algo que se pone de manifiesto hacia el público mediante las imágenes pero que con certeza, jueces y fiscales pueden notar durante las audiencias. Las capacidades de movilidad que evidencia el brazo lesionado de Baldetti, son una burla tan asqueante como los mecanismos que usaron para robar los recursos del Estado. De Otto Pérez ni se diga, que para hacer el facho saludo militar sí tiene la mano habilitada pero, en cambio, para usar los grilletes la tiene inútil. No son dos personas con discapacidad sino dos sinvergüenzas con gran cinismo y falta de pudor.
Pudor que tampoco está presente en la jefa del MP, la impresentable Consuelo Porras. Esta funcionaria no solo ha destruido la institucionalidad que desde el ente responsable de la persecución penal empezaba a consolidarse. También ha pervertido el ejercicio de la función constitucional asignada. Por ello desmanteló la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI) y persigue a quienes han desempeñado honradamente su cargo, como Juan Francisco Sandoval, Virginia Laparra, Samari Gómez, Xiomara Sosa y Leily Santizo, entre otras personas. También ha impuesto su garra envenenada de corrupción en la Fiscalía de Derechos Humanos. Favorece así a criminales que han depredado nuestros recursos y a quienes siendo funcionarios militares, cometieron genocidio, desaparición forzada, violaciones y ejecuciones extrajudiciales.
Así las cosas, estamos de frente a lo que es voz pública en Guatemala. El sistema de justicia no se asienta en una corte sino en una enorme cloaca que se alimenta de jueces y magistrados venales, apañados por una fiscal corrupta y carente de decencia.
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