Existe una gran diferencia entre barrio y condominio. Cuando se escoge vivir en un condominio es porque uno quiere ser parte de un todo, está dispuesto a cumplir con un reglamento y a acatar las decisiones que en mayoría se tomen sobre la forma en que se va administrar ese lugar que comparten. Sin embargo, vivir en un barrio no es igual, porque uno compra una propiedad libre de reglamentos internos, libre de garitas y sujeto únicamente a la ley. No cuestiono la escala valorativa de quienes compran o deciden vivir en un condominio, pero no acepto que se viole el derecho de propiedad de otros por la decisión de la mayoría.
Desde la perspectiva social y urbanística, las garitas impiden el derecho a la libre locomoción. Contrario a los condominios, las calles dentro de los barrios no son privadas, sino públicas. Aún peor, crear fuertes construyendo garitas vigiladas por guardias privados armados implica segmentar, dividir y prohibir la interacción social. Desde una perspectiva criminológica, colocar garitas tampoco es la mejor solución a la inseguridad. Lo primero que se debe hacer para protegerse es conocer a los vecinos, tener contacto con ellos. Se recomienda tener comercios y casas en el mismo lugar, para que quienes viven ahí tengan la protección de los comerciantes cuando están trabajando y, en última instancia, es mejor usar herramientas tecnológicas de protección porque el ser humano es falible.
La Corte de Constitucionalidad (CC) ya sentó jurisprudencia, pues mediante amparos se ha logrado hacer respetar el derecho de propiedad y locomoción. Sin embargo, el Estado sigue incumpliendo en materia de seguridad y justicia. El incumplimiento de los deberes primarios del Estado pareciera ser una excusa suficiente para violar los derechos de otros, pero el fin no justifica los medios.
No nos podemos permitir ser relativos en cuestión de derechos, porque en un momento puede ser que mi derecho no sea del interés de los demás. Antes de violar los derechos de sus vecinos y de los ciudadanos de Guatemala creando barreras físicas llamadas garitas, antes de generar más discriminación y separación, lo invito a que conozca a quien vive a su lado.
CA-5
Esta columna se llama CA-5 porque creo que las fronteras nos limitan y son destructivas. El CA-5 no existe porque Costa Rica no es parte del CA-4, que nos permite viajar sin trámites en Centroamérica. Como diría la canción de Silvio, hay fronteras de tierra, de mares, de arena, de aire, de sexo, de raza… pero las peores son las mentales, que bloquean la vista a un panorama más amplio. Busco la libertad y por eso me trato de quitar las barreras mentales propias de mi naturaleza humana. Creo en la colaboración, la creatividad, la crítica, la congruencia y la ciudadanía.
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