Jamie era un joven de Búfalo Nueva York que estaba en una continua lucha con su sexualidad y debido a sus experiencias decidió abogar por otros jóvenes que se enfrentaban a su misma situación. Sin embargo, el acoso que recibía en su colegio y a través de las redes sociales se volvió insoportable, todos los días recibía mensajes de odio debido a su sexualidad. Al no poder soportar el constante abuso de sus compañeros, este niño inocente de solo 14 años se quitó la vida. En estos últimos meses del año se han reportado más de 20 suicidios de jóvenes homosexuales entre las edades de 12 y 20 años.
Esta estadística tiene caras, nombres y apellidos; como Tyler Clementi, Asher Brown y Justin Aeberg, entre otros. Tyler Clementi cursaba su primer año de la universidad y sin su conocimiento, fue filmado teniendo relaciones con otro joven por su compañero de cuarto, quien lo amenazó con publicarlo en toda la universidad. Después de varias semanas de acoso, Tyler decidió quitarse la vida. Asher Brown apenas tenía 13 años cuando decidió “salir del clóset” y contarles a sus padres que era homosexual, la respuesta de sus padres estuvo llena de apoyo y de amor. Sin embargo, otra fue la que recibió en la escuela, la mayoría de sus compañeros no solo lo rechazaron sino que lo acosaron física y verbalmente. Después de 12 meses de soportar la intimidación y el abuso de sus compañeros, Asher decidió que era más fácil abandonar este mundo.
La adolescencia ya es una etapa bastante difícil y confusa para la mayoría de jóvenes, debido a que es durante esta fase cuando surgen cambios biológicos y emocionales, y si le sumamos a esto la confusión sexual, se convierte en un proceso desgastante. En los últimos años, la intimidación en contra de los homosexuales se ha perpetuado sistemáticamente dentro de los colegios privados y las escuelas públicas. El acoso surge en los primeros años de la escuela media y persiste hasta la secundaria, lo cual nos deja con víctimas entre los 12 y 18 años.
Según un estudio realizado por la Organización GLSEN (Gay, Lesbian and Straight Education Network), nueve de cada diez adolecentes homosexuales sufren de abuso físico, verbal y psicológico en sus escuelas. Este abuso en su mayoría se manifiesta en forma de acoso y palizas a manos de sus mismos compañeros de clase. En el mismo estudio, los jóvenes homosexuales denunciaron que recibían un insulto cada 14 minutos y por lo menos 26 insultos al día. Por lo tanto, no me parece inusual que dos de cada tres adolescentes de la comunidad LGBT contemplen el suicidio como una solución y que el 40% de todos los jóvenes homosexuales hayan tratado de suicidarse. Estas cifras son devastadoras, tenemos que considerar que estas victimas son niños inocentes que quedan desprotegidos por el sistema educativo, y completamente vulnerables a la violencia y los crímenes de odio.
En esta situación, los culpables somos todos, ya que como sociedad hemos condenado a estos niños con nuestro rechazo y estigmatización. Sin embargo también hay cómplices claros que se me hace necesario señalar, como los maestros, los consejos escolares y principalmente los padres de familia que le enseñan a sus hijos propiciar el odio. En su mayoría, los suicidios reportados ocurren en áreas conservadoras, dominadas por grupos religiosos radicales quienes constantemente distribuyen propaganda en contra de la diversidad sexual y su inclusión. No se vale que estas personas usen la pseudociencia como una excusa, me refiero al debate de si la homosexualidad es una condición genética o una decisión de estilo de vida. Este debate no tiene pertinencia cuando hay vidas inocentes de por medio. Los grupos religiosos argumentan que es un principio de moralidad el oponerse a la diversidad sexual, a pesar de que uno de los fundamentos principales de la religión es amar al prójimo. ¿De qué moralidad hablan estos grupos cuando propagan mensajes de odio y discriminación que han resultado en la muerte de niños inocentes?
Debido a la seriedad de esta situación, muchas organizaciones han surgido para proteger y apoyar a estos jóvenes. Un ejemplo es la Fundación It Gets Better, la cual tiene varios programas que ayudan a los distritos escolares en Estados Unidos a aplicar políticas y prácticas para combatir el acoso y la intimidación. También tienen programas de alcance para ayudar a estos jóvenes, siendo el objetivo recordarles que la situación puede mejorar.
Muchas personas me preguntan por qué este tema es tan importante para mí. La verdad es que a través de la historia, la unión de la mayoría con las minorías ha logrado cambios transcendentales. La solidaridad de los que no sufren discriminación con los que son discriminados ha logrado la igualdad de las mujeres, de las diferentes culturas y espero que de la diversidad sexual. Si algún día soy víctima de algún tipo de discriminación, espero que alguien tenga la valentía de defender mis derechos humanos.
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