Días antes, Eunice Mendizábal, titular del Mingob desde el gobierno de Otto Pérez Molina, había destituido a los antecesores de Girón y Platero. Semanas antes de dicho movimiento también se había hecho público el rol de espionaje contra el movimiento social desempeñado por la Digici por órdenes de Pérez Molina. Las escuchas telefónicas fueron, de acuerdo con las informaciones trasladadas, el método preferido, pero no el único, para vigilar al liderazgo social en todo el país.
En el caso de los nuevos nombramientos, llama la atención que se produjeron pocas horas después de que el presidente electo, Jimmy Morales, se reuniera con los mandos del Mingob. Destaca también porque, pese a que Morales, al parecer por conveniencia electoral, negó sus vínculos con militares retirados y con las estructuras orgánicas de estos, Platero forma parte de una de dichas entidades satélite del nuevo gobierno.
De esa manera, si negó sus vínculos con ellos, parece lógico que no quiera aparecer como quien los designa en las únicas áreas del gabinete que parece haberse reservado. Por lo tanto, qué mejor alternativa que negociar con el gobierno de transición, y no que durante la otra transición se llenen vacíos institucionales. Así, al asumir en enero, no sufrirá el desgaste de semejantes designaciones, puesto que sus predecesores habrán cargado ya con esta.
Y vaya si no habrá desgaste político. Girón es un abogado de 73 años, exlaborante del Ministerio Público (MP), quien ha fungido en varias ocasiones como asesor específico del Mingob y de la Dirección General de la Policía Nacional Civil (PNC). También laboró para la desaparecida Guardia de Hacienda, otra institución tristemente célebre por sus corruptelas y graves violaciones a derechos humanos. Fuera de ello, Girón no presenta cualidades profesionales para dirigir una institución de inteligencia civil como la Digici, y menos aún habilidades para llevarla a cumplir su misión en estos tiempos de crisis.
Entonces, la movida apunta a que el verdadero amo y señor de la institución habrá de ser el segundo de a bordo: Platero Trabanino, un militar de la vieja escuela contrainsurgente en operaciones e inteligencia, especializado en guerra psicológica. De hecho, él es quien, de acuerdo con información de la Fundación contra el Terrorismo (de la cual ha sido vicepresidente), redactó los materiales impresos que la entidad neofascista publicó en calidad de insertos periodísticos y en espacios digitales. Alguien que tiene como antecedentes, según publicaciones del Centro de Medios Independientes, una participación no esclarecida en el atentado con bomba que destruyó el semanario La Época en 1988.
En la segunda posición de la jefatura de la Digici, el militar retirado empieza a reposicionar el viejo esquema estructural de la inteligencia según el cual quien esté como segundo o dos constituye automáticamente el enlace funcional con la inteligencia militar. Una práctica que se había logrado superar de manera incipiente y que, de mantenerse la lógica y el nombramiento ya realizado, representa una amenaza mayor en términos del desempeño profesional de la Digici.
Así las cosas, a la vez que se dedica a contar chistes o a provocar risas por sus traspiés verbales o escritos, el presidente electo también hace sus movidas clandestinas para cumplir sus deudas electorales. Una de ellas culmina con la designación de Platero y abre las puertas a la consolidación de los retrocesos en materia de reforma de seguridad en Guatemala. Aún está a tiempo de rectificar. Perfectamente puede remover a los recién nombrados y respetar los mecanismos de control democrático interno y externo. O puede prepararse para cargar con las consecuencias políticas de su desliz.
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