Así, dice Daniel Fränkel [1]: «Nuestra subjetividad colonizada acepta voluntariamente el orden macropolítico como un destino inevitable, e incluso preferible, por su anudamiento al deseo de estar incluido, y por la creencia en las promesas de una sociedad futura feliz, produciendo la aceptación voluntaria de la servidumbre, con el fin de permanecer incluidos. Incluidos en el sistema, pero excluidos de la vida digna».
Son las tecnologías con las que se ejerce el poder colonial: educación, religión, medios de comunicación, imaginarios, discursos, estereotipos, criminalización, discriminación y explotación económica, las que provocan la sumisión voluntaria y, ojo, pueden provocar el fracaso de las resistencias colectivas, salvo que desde la orientación holística del Kabawil, se entienda la complejidad de la colonialidad y determinar aquellos espacios de vulnerabilidad del sistema para, no solo pensar y hacer discursos, sino actuar organizada, pertinente y políticamente (no desde la política partidista actual). ¡Tremenda tarea, pero posible y necesaria!
Un obstáculo a entender y vencer es el mecanismo que utilizan los estados coloniales en América Latina desde hace un poco menos de un siglo (1930): El indigenismo, que fortalece la colonialidad.
[frasepzp1]
Según Henri Favre, el indigenismo es una corriente de pensamiento y de ideas que se organizan y desarrollan alrededor de la imagen del indio. Se presenta como una interrogación de la indianidad que se hacen los no indígenas por sus propias preocupaciones y finalidades de dominación política. El indigenismo se vuelve romántico, no pone en tela de juicio las estructuras del estado, mediatiza reivindicaciones, dejando de lado el factor económico y resaltando la cultura folklorizada o exotizada.
Según Favre, el indigenismo no pudo convertirse en una corriente transformadora, pues se reveló fácilmente utilizable por parte de los gobiernos. Políticas, leyes, instituciones, programas, acciones y resultados, en “favor de los pueblos indígenas”, se han formulado en el marco del indigenismo. Cambios que no cambian nada.
[frasepzp1]
Con la firma de los Acuerdos de Paz, la acción más fuerte en el marco del indigenismo es el multiculturalismo que inundó discursos, agendas, investigaciones, espacios públicos y orientó la actividad de muchas organizaciones públicas y privadas. Incluso, la cooperación internacional se alineó al planteamiento de la multiculturalidad. Que, al final de cuentas, después de varias décadas transcurridas, se comprueba que poco ha cambiado en las deplorables condiciones de vida de la mayoría indígena y de su permanente exclusión del poder político.
Desde el Estado, las aproximadas 30 ventanillas indígenas (CODISRA, DEMI, ALMG, secretarías indígenas, etc.) se crearon en ese marco multicultural, con restricciones jurídicas en su conformación, débiles presupuestos e infinidad de compromisos a resolver, dependientes y vulnerables a la intromisión de los gobiernos que son los que, en última instancia, determinan que sí y que no se puede hacer para los pueblos indígenas. Actualmente son víctimas de la politización y, en algunos casos, son cajas chicas para aplicar gastos ajenos a sus finalidades y sí para apoyar a los gobiernos en momentos de crisis. A la par se ha creado una burocracia indígena que no se diferencia mucho, en sus lógicas y actuaciones, de la burocracia ladino/mestiza. Lo más deplorable es que la representatividad indígena brilla por su ausencia y no deja de ser una justificación para su existencia.
Abatir la colonialidad, solo es posible desde los pueblos y clases de manera organizada y con convicción política (no politiquera) para ejercer el derecho de ser parte importante y determinante, en condiciones equitativas con otros actores, sin exclusiones ni jerarquías coloniales, para co-gobernar esta realidad llamada Guatemala. Es decir, romper con la tutelaridad del Estado, tener voz propia, emerger del otro lado del silencio en que el colonialismo sumió a los pueblos, ejerciendo la autocrítica, la visión holística del Kabawil y el empoderamiento identitario, no exotizado, como condiciones necesarias para descolonizar. De lo contrario, esperaremos otros 500 años.
[1] LOCURA Y COLONIALIDAD. Editorial Biblos. Argentina 2022.
Más de este autor