El encuentro contra Estados Unidos resultaba complicado, pero la euforia triunfalista había tomado nota del grupo gobernante y de sus seguidores. Prestos a viajar, uno de los principales héroes deportivos resultó, nuevamente, con problemas migratorios, pues tal parece que de manera permanente se resiste a cumplir voluntariamente sus responsabilidades familiares. Pero el arraigo, que a cualquier otro profesional le habría impedido salir al exterior a cumplir sus compromisos, en el caso del famoso deportista se resolvió en un santiamén, dada, según parece, la vocación futbolera de jueces, magistrados y funcionarios de Migración. Todos apostaban a que las frases estimulantes del actual inquilino de Casa Presidencial darían resultado y a que los deportistas demostrarían que ahora sí, inspirados por el presidente, ganarían un nuevo partido.
El futbolista moroso en sus obligaciones familiares logró que un entusiasta empresario, de la noche a la mañana convertido en mecenas deportivo, le prestara su costosa aeronave para que cumpliera con su obligación contractual. Y allí comienzan los asuntos que a todas luces evidencian el tráfico de influencias y el aprovechamiento del cargo presidencial para privilegios personales. El hermano del señor presidente fue invitado a disfrutar de tan agradable viaje sin tener ninguna responsabilidad en los entes deportivos, mucho menos vínculos directos o al menos públicos con la selección de futbol. El recién declarado mecenas deportivo resultó amigo personal del hermano del presidente, al grado de transportarlo en su lujoso vehículo sin costo alguno. Ciertamente su primo hermano prestó en alguna ocasión igual servicio al expresidente español José María Aznar, pero en este caso era evidente que desde sus empresas afincadas en suelo español ha financiado las campañas políticas del Partido Popular. Y lo hizo cuando ni Aznar ni sus familiares cercanos ocupaban función pública. En el caso del hermano del presidente Morales, la cuestión es oscura respecto a los intereses del empresario y una muestra clara del aprovechamiento del cómico del cargo público de su familiar. Es más que evidente que, si Jimmy no fuese presidente, su hermano no hubiese gozado de tal servicio, pues no se sabe de amistad previa entre el multimillonario y el cómico.
La explicación de Bosch Gutiérrez es que sus empresas no tienen negocios con el Estado, por lo que el hecho no se puede tipificar como tráfico de influencias. Sin embargo, es de todos conocido que él y su primo hermano son actores políticos permanentes, que accionan y movilizan recursos y opinión para defender los intereses empresariales, por lo que no le hacen ningún favor a la lucha contra la corrupción con actos de esa índole. Pasear de gratis al hermano sin duda aceita el picaporte de la Casa Presidencial.
Por su parte, sorpresivamente el hijo mayor del presidente apareció departiendo con los seleccionados en sus tiempos de comida cuando se alistaban para el encuentro decisivo. En el deporte de élite se sabe que esos momentos son vitales para la vida colectiva de los grupos, por lo que no se permiten distractores. Pero el hijo del presidente estaba allí, como un deportista más, saludando y conversando con los deportistas. Quién lo invitó y quién lo autorizó es una cuestión que las supuestamente ultrahonestas autoridades deportivas no han comunicado a la población. En este caso, si bien es cierto que Jimmy Morales fue parte del partido político de la señora Camacho de Torrebiarte, al grado de acompañarla en el acto de toma de posesión de Otto Pérez Leal de la alcaldía de Mixco en 2012, el hecho de que su hijo se inmiscuyera en las actividades de los seleccionados no se puede entender sino como un uso abusivo y personalista del cargo presidencial, pues, de nuevo, si no hubiese ganado la elección, es más que seguro que su hijo no solo habría tenido que ver el partido por televisión, sino que bajo ningún argumento hubiese sido ente extraño en la concentración deportiva.
Los dos hechos nos demuestran que la gritería por la honestidad y la decencia en la política en el caso del alto empresariado, de los dirigentes deportivos y del grupo gobernante no ha pasado de poses demagógicas y que en todos prevalece el amiguismo y el tráfico de influencias. Quien hoy abusa de su poder para que su hijito esté próximo a sus héroes puede pedir mañana otros favores para tener beneficios personales de mayor envergadura. Quien hoy pide que le lleven de gratis en un avión privado solo por ser hermano del presidente puede usar mañana su nombre para cosas más trascendentes y de mayor beneficio personal.
El presidente Morales, sus familiares y sus amigos empresarios tienen que entender que, en el ejercicio de altos cargos, todo lo personal y privado tiene directa vinculación con el ejercicio público, por lo que esos favorcitos no solo no deben practicarse, sino que deben criticarse vengan de donde vengan. Los acuerdos privados, por ingenuos que sean, enrarecen la transparencia necesaria y obligatoria de la función pública.
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