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Juego de Tronos: ¿Poder? No todos los votos valen lo mismo

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Juego de Tronos: ¿Poder? No todos los votos valen lo mismo

En política a menudo las cosas no son lo que parecen. El lema democrático de “el voto de todos los ciudadanos vale lo mismo”, es, en cierto modo, un espejismo en la práctica. ¿La mala noticia? Quizá no tiene solución. ¿La buena? Quizá sí un ajuste. Lo explican aquí, con datos, Eduardo Fernández Luiña, Mishell Grotewold Muralles, Andrea de Lourdes Monterroso Valdéz, Julia María Rodríguez López y Emilio Andrés Ruíz Galeano.

Ilustración Walter Wirtz

Cuando se habla de los problemas del sistema electoral, se suelen mencionar su alta fragmentación, la volatilidad electoral, la baja institucionalización de partidos políticos, los costos de campaña, el problema del transfuguismo, la inevitable corrupción. Pero hay asuntos que rara vez aparecen en el radar. Uno de ellos es este: ¿Funciona la fórmula electoral? ¿Distorsiona la voluntad del votante? ¿Traduce el sistema los votos en las cuotas de poder adecuadas o le da más poder a ciertos partidos de lo que los ciudadanos querían? En ninguna parte se indica cuántos votos necesitan nuestros diputados en función del distrito al que pertenecen –la famosa cifra repartidora–. ¿Qué diputados ingresan con más facilidad a la cámara? ¿Dónde se encuentran los distritos más interesantes para perfilarse como representante? ¿Quién posee más poder con menos votos? Todas estas son preguntas centrales en el juego de tronos de la política nacional.

Nuestro régimen electoral funciona según una fórmula proporcional de tipo D´Hondt que desea representar minorías. El sistema anhela un multipartidismo moderado que muestre el mosaico de corrientes ideológicas existentes. Pero además de la fórmula y de la identidad proporcional del sistema, la lógica electoral guatemalteca posee un mecanismo compensatorio denominado Listado Nacional.

El listado aporta al Congreso 31 diputados –el 25% de la cámara–. Es el más grande de los 24 distritos electorales. Después del Listado Nacional, le siguen el Distrito de Guatemala con 19 y el Distrito Central con 11 diputados. Los tres conforman los distritos electorales más grandes y son los que facilitan, por la naturaleza de la fórmula y su elevada magnitud (el número de diputados asignado a cada distrito) la llegada al Legislativo de partidos pequeños.

Es importante ver otro detalle del diseño distrital guatemalteco. El Listado Nacional afecta a todo el país mientras que los 23 distritos electorales restantes representan a las entidades territoriales de naturaleza departamental y local –en el caso de Ciudad de Guatemala–. Los diputados por el Listado Nacional son más caros, es decir, necesitan de más votos para ingresar al Congreso que los diputados de naturaleza distrital. Por ejemplo, el Partido Patriota (PP) obtuvo en el Listado Nacional 1,160,126 votos y con ello consiguió nueve diputados. Por cada curul ganada en el listado nacional, el PP necesitó en promedio 128.904 votos.

Pero el promedio de votos que necesita cada formación para ingresar al Congreso desde el listado nacional varía.  La Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) necesitó 122,291 en promedio, seis mil votos menos por diputado que el PP. Y si vamos a los últimos, por ejemplo el Frente Republicano Guatemalteco (FRG), advertimos que el diputado que obtuvo plaza en el poder legislativo sólo necesitó de 119,585 votos, nueve mil votos menos que cada diputado –en promedio– del PP.

Tabla 1. Costo medio de diputados por partido para el Listado Nacional. Elecciones 2011.

Partido Político Número de Diputados en el Congreso Costo Medio por Diputado (número de votos)
Partido Patriota (PP) 9 128.904
UNE –GANA 8 122,291
UCN 3 138,957
CREO 3 127,233
LIDER 3 127,027
VIVA – EPG 2 172,370
URNG – WINAQ 1 140,775
FRG 1 119,585

Elaboración propia con datos de las memorias electorales desarrolladas por el Tribunal Supremo Electoral.

El efecto se contagia al resto de distritos. También a nivel distrital los diputados necesitan un número de votos cambiante para ingresar al Congreso. Veamos: en el distrito de Guatemala cada diputado del Partido Patriota necesitó de 24,157 votos en promedio para ingresar –entraron al Congreso siete representantes–, mientras que Compromiso, Renovación y Orden (CREO) –que metió tres diputados– tuvo que hacer más esfuerzos y sus representantes necesitaron de 28,068 votos por diputado, cuatro mil más que los del Partido Patriota. Todo ello hace que la fórmula sea, cuando menos, discutible. Parece que los votos de las personas no valen lo mismo cuando se aplica la fórmula de reparto.El Distrito de Guatemala, el Distrito Central y Huehuetenango, son distritos electorales que disfrutan de magnitudes amplias –en cada uno de ellos se elige a un gran número de diputados–.

Por el contrario, El Progreso, Baja Verapaz y Zacapa son los distritos con magnitudes más bajas. Los distritos con magnitudes bajas pueden producir resultados contrarios al espíritu de la ley; es decir, muy poco proporcionales.

¿Tienen los distritos de pocos diputados resultados perversos que benefician desproporcionadamente a los más votados? Sí. Por ejemplo, en El Progreso sólo hay un diputado en juego. El vencedor –un miembro del partido UNE– obtuvo 18,380 votos, un 27.11% del total de votos válidos emitidos en dicho distrito. Como se puede ver el efecto distorsionador es inmenso porque un partido con el 27% de los votos obtuvo el 100% de la cuota de poder en ese departamento.

La magnitud electoral de los distritos es un tema importante. Tanques de pensamiento como ASIES han trabajado en detectar qué magnitud es la ideal. ¿Existe un equilibrio? La magnitud media es de 6.58 diputados por distrito electoral contando el Listado Nacional–. El 33.33% de los distritos se encuentra por encima de esa magnitud mientras que el 66.66% está por debajo.

Los distritos con magnitud tres funcionaron relativamente bien. Tres de ellos –Sololá, Retalhuleu y Chiquimula– provocaron el ingreso de tres diputados pertenecientes a tres partidos distintos. La tabla 1 muestra el funcionamiento de los distritos y los votos que, en promedio, necesitaron los partidos políticos para el ingreso de cada uno de sus diputados.

Tabla 1. Costo medio por diputado en los distritos de magnitud 3.

 

Distrito Partidos que obtuvieron representación Número de votos en promedio para ingresar al Congreso por distrito % de voto obtenido % Cuota de poder al por Distrito  al interior del Congreso de la República
Sololá Partido Patriota 39,378 29% 33%
UNE 27,772 21% 33%
UCN 22,659 16.7% 33%
Retalhuleu UNE 25,799 27.91% 33%
Partido Patriota 21,113 22.84% 33%
LIDER 13,087 14.16% 33%
Chiquimula Partido Patriota 37,899 31.2% 33%
UNE 34,082 28.1% 33%
UCN 27,479 22.6% 33%
Sacatepéquez Partido Patriota (2 diputados) 15,462 27.22% 66.6%
UNE 27,570 24.27% 33.3%
Santa Rosa Partido Patriota (2 diputado) 16,142 26.77% 66.6%
UNE 30,932 25.65% 33.3%
Izabal Partido Patriota (2 diputados) 15,687 36.04% 66.6%
UNE 23,936 27.50% 33.3%

Elaboración propia con datos de las memorias electorales desarrolladas por el Tribunal Supremo Electoral.

La tabla evidencia que en los distritos con alta fragmentación –en los que ingresaron tres– la fórmula se comportó de manera más o menos proporcional. Por ejemplo, cuando vemos Sololá, el Partido Patriota obtuvo el 29% de los votos válidos emitidos, la UNE el 21% y la Unión del Cambio Nacional (UCN) –el gran beneficiado por la fórmula– el 17%. La diferencia de votos en promedio es de unos 17,000 entre el partido más votado, el PP, y el menos votado que obtuvo representación, la UCN.

En cuanto a la cuota de poder, la cosa se vuelve un poco más interesante para el análisis. Obviamente en un distrito con magnitud 3, la cuota de poder es siempre de 33% para cada uno de los puestos en juego. Es decir, todos los partidos en el ejemplo de Sololá obtuvieron –al ingresar un diputado por el PP, otro por la UNE y otro más por la UCN– un 33% de poder. ¿Coincide su cuota de poder con el porcentaje de votos obtenido? La respuesta es no. En el distrito de Sololá el PP obtuvo un 29%, la UNE un 21% y la UCN –el partido más beneficiado– un 17%. Todo es efecto de la fórmula. Sin embargo, en este caso, todos obtuvieron más porcentaje de cuota de poder que porcentaje de votos válidos emitidos recibidos.

¿Existen relaciones más desproporcionales? Definitivamente sí. En el caso de Santa Rosa, por ejemplo, el PP consiguió dos diputados –una cuota de poder del 66.66%– mientras que la UNE ganó un diputado –con la consiguiente cuota del 33.33%–. ¿Coincide la cuota de poder de ambas organizaciones con el porcentaje de votos obtenido? La respuesta es no tanto…

En Santa Rosa, el PP obtuvo el 26.66% de los votos válidos emitidos mientras que la UNE consiguió el 25.65%. Cuando comparamos, uno obtuvo el 66.66% y el otro el 33.33% de la cuota de poder que estaba en juego. El resultado es desproporcional pero quizás no exista solución a este dilema. Además, cuando comparamos el número de votos vemos que en promedio, cada diputado del PP necesitó de 16,142 votos para ingresar al Congreso mientras que el diputado por parte de la UNE tuvo que obtener 30,000 votos para convertirse en diputado. Dos mil votos determinaron un reparto de poder totalmente desproporcional a favor del ganador.

Como decimos quizás no hay solución al dilema, pero la ciudadanía debe ser consciente de las limitaciones y distorsiones de nuestra fórmula electoral. Sólo se trata de eso.Los votos cuentan, siempre lo han hecho en una elección en un sistema democrático representativo. Sin embargo, parece claro que no todos los votos valen igual y que no todos los diputados ingresan al Congreso de la República con el mismo número.

La relación entre votos y cuota de poder es también fundamental. ¿Es mejorable la fórmula actual? Tal vez sí. Si consiguiésemos reconocer a nuestro diputado, para tener mejores herramientas de fiscalización y control ciudadano sobre el mismo, quizás estas desproporcionalidades no fuesen tan relevantes porque el diputado de turno intentaría contentar y escuchar a todos en su distrito para mantener su cuota de poder. Sin embargo, en la actualidad, el sistema guatemalteco está pensado para los partidos y no para los ciudadanos. La gente, sobre todo en los distritos con magnitudes amplias, no conoce a sus diputados y este es un reto importante para que la fiscalización ciudadana que ha despertado con la crisis tenga éxito a futuro.

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