¿Hasta dónde llegarán las investigaciones? ¿Cómo vamos a procesar y recluir a tantos capturados cuando el Sistema Penitenciario y las instituciones de justicia están colapsados? Las secuelas legales e institucionales pueden durar muchos años, y al final del camino no todos los capturados serán declarados culpables pese a que, en la mente de los ciudadanos, la condena simbólica seguirá vigente.
La situación de incertidumbre se magnifica por los múltiples procesos de cambio y de reacomodo institucional que estamos viviendo, especialmente en el ámbito público, donde el Gobierno de Guatemala parece todavía no encontrar la forma de convencer a sus ciudadanos, tan acostumbrados a las malas noticias, de confiar en la conducción institucional del actual presidente Jimmy Morales: los análisis de los seis primeros meses de gobierno parecieron coincidir en una lapidaria reprobación a la gestión presidencial. ¿Tan malo ha sido este gobierno para que ya estemos diciendo #NoTenemosPresidente?
Antes de intentar evaluar la gestión presidencial, una hipótesis: cualquiera que hubiera llegado a la silla presidencial —incluyendo a los presidenciables con menos oportunidades— hoy habría sido igualmente cuestionado. ¿Resolver la enorme crisis hospitalaria, de seguridad y de educación en seis meses? ¿Conducir un liderazgo unificador en medio de la polarización y la crítica despiadada que emprendemos contra quien no piensa como nosotros? ¿Tener un plan de gobierno en medio de la peor crisis política de los últimos tiempos y con mecanismos institucionales sumamente debilitados e inoperantes?
El ámbito público de nuestros países parece una hoguera: quemamos inmediatamente a quien ose poner un pie en el escenario institucional del Estado. Y mientras nos regocijamos en criticar al señor presidente y aventuramos la apuesta de cuánto más resistirá, nos negamos en esa misma medida la posibilidad de que este país avance. Si Jimmy Morales fracasa, no es él quien va a sufrir más: seremos todos. La situación del país no puede esperar más: urgen las acciones para empezar a reconstruir este país, y el primero debe ser empezar a respetar las instituciones. ¿No les gusta cómo se comporta y cómo habla Jimmy Morales? Bueno, están en su derecho. Pero es el presidente de nuestro país. No tenemos otro. Si él fracasa, todos fracasamos.
Por supuesto, esto no debe verse como un cheque en blanco: Jimmy Morales también debe dejar de debatir con los ciudadanos y con los medios de comunicación para empezar a liderar los procesos y los proyectos necesarios que hagan la diferencia en esta hora gris: no esperamos que Jimmy tenga todas las respuestas, pero sí que sepa escuchar a quienes las tienen. No queremos que Jimmy lo haga todo, sino más bien que sepa tener la sabiduría para dejar hacer y dejar pasar lo que debe seguir su curso institucional.
Por mi parte, pienso que Jimmy merece aún que le otorguemos el beneficio de la duda: por el bien de todos, espero que el señor presidente aprenda de sus errores, encamine sus pasos hacia un cambio real y no cometa la imprudencia de seguir dando tantas declaraciones que no le hacen ningún bien. Como dijo un filósofo hace muchos años, sabiduría también pasa por saber cuándo se debe callar:
Si quieres ser sabio, aprende a interrogar razonablemente, a escuchar con atención, a responder serenamente y a callar cuando no tengas nada que decir.
Johann Kaspar Lavater (1741-1801), filósofo, poeta y teólogo suizo
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