Para la mayoría de francoparlantes, Quebec ocupa en realidad un escalafón muy bajo. Hay un desprecio muy explícito hacia la forma del francés ´québécois´ (ya sea por su acento tan particular o por el alto número de anglicismos que nutren esta expresión de francés). Incluso, las formas idiomáticas francesas propias del Françafrique se ponen por encima de la maniére québécois.
Mi primer contacto con Quebec fue en 1994, durante mi primer también viaje al Canadá y siempre la curiosidad principal era ´sentir´ ese pedazo de Francia que se quedó en América aislado y escuchar el francés preservado de los franceses que llegaron en 1608.
Lo que descubrí terminó por fascinarme. Y lo hace cada vez que voy.
Quebec es lo más cercano a París que se puede estar en América (en cultura y arquitectura) pero, con las modernidades de la ´América del Norte´. Montreal, la capital de la provincia es una ciudad multilingüe y moderna, donde el paso del inglés al francés es casi automático en todas las conversaciones incluyendo los espacios universitarios. Pocas veces he visto dinámicas en las aulas universitarias donde la discusión corra paralelamente en dos formas idiomáticas sobre un mismo tema. Lo mismo sucede con la televisión, la radio o las dinámicas en un café. Eso sí, si usted se adentra más allá de Montreal comenzará a notar que el francés es la lengua de uso exclusivo. Y por mucho que usted domine el francés (al estilo parisino incluso) puede que las primeras veces no comprenda nada de lo que llegue a escuchar. Usted se pierde en la calle principal del Viejo Quebec y alguien le preguntará: J’peux-tu t’aider, mon gars? A diferencia del estilo ´tradicional´ de francés, el ´tu´ suena más parecido al ´you´ inglés y en lugar de usar la palabra mec (´tipo´) se usa la expresión gars. Otras particularidades. Para referirse al carro, se usa la palabra auto en lugar del tradicional voiture. Usted pregunta donde puede encontrar un lugar para comer algo típico del lugar. La respuesta: ´M’as t’faire goûter à’a meilleure poutine au monde, c’est s’a rue St-Jean´.[1] Con esta frase, cualquier estudiante de primer año de francés ya flipada: el ´sur le´ (literalmente´ sobre esto o se encuentra sobre´) se transforma en su’l, igualmente sucede con las formas femenina y plural: ´sur la´ se transforma en ´s’a´ y ´sur les´ en ´s’es´. Si en París, usted encuentra señales de tránsito que dicen ´stop´, pues en Quebec tierra adentro se lee: ´arrêté´.
Pero paso a cosas más interesantes.
No hay espacio suficiente en esta columna para explicar los detalles de la historia de Quebec. Así que habrá que resumir. El sentido trágico de la historia de la Canadá francesa se representa muy bien en la novela de Pierre Billon titulada precisamente ´La Nouvelle France´. Si bien es cierto que los asentamientos franceses en América del Norte datan de 1608 y son más viejos que los asentamientos británicos (aún se puede visitar el pueblo de Tadoussac que data de 1604), llegado el año de 1750, los colonos franceses suman un total de 60,000 personas mientras frente al resto de población anglófona supera el millón de habitantes. Los británicos saben muy bien que pueden fácilmente tomar las colonias francesas (incluso con el apoyo militar de los colonos británicos que 26 años después estarán escupiendo el nombre del Rey Jorge III). Los habitantes de la Nouvelle France (de acuerdo a la novela, que se nutre de la historia) suponen que Francia no abandonará su colonia más importante; y suponen mal. Los franceses quebrados financieramente y bloqueados marítimamente por la flota naval británica no tienen forma de evitar la pérdida de los territorios. Cuando en 1776, las 13 colonias rompen el yugo Imperial, los colonos franceses en el ´Bajo Canadá´ suponen que los revolucionarios (apoyados por Francia) no les abandonarán, para descubrir lo opuesto. Todo el siglo XVIII y el XIX será entonces una constante de procesos políticos y militares para eliminar la identidad francesa. Los británicos prohibirán el uso del francés, prohibirán la religión católica y obligarán al uso del inglés en la educación. Cuando Canadá se establece como proyecto político autónomo, esa parte francesa del ´bajo Canadá´ continuará siempre bajo asedio. Durante la Primera y Segunda Guerra Mundial, los franco-canadienses deberán servir por la fuerza en el ejército, aliados (sarcasmo aparte) a Inglaterra. Pero no tendrán representación política local, ni capacidad de auto-legislación ni reconocimiento de su identidad particular.
No por nada, el lema de la ciudad de Quebec inscrito en el escudo de la misma es ´Je me souviens´ (Yo recuerdo). El mismísimo Charles de Gaulle visitó Quebec en 1967. Quizá por una razón de culpabilidad histórica,[2] De Gaulle aprovechó dicha visita para articular, al final de su emblemático discurso, la famosa frase: ´Vive le Quebec Libre´.[3] La historia de Quebec es una historia de resistencia. Y de resistencia permanente. Pero también una historia de logros. Para 1968, cuando Quebec recibe el reconocimiento de Autonomía Política dentro del Federalismo-Parlamentario Canadiense (autonomía en el nombramiento de oficiales, jueces y gobernador, así como la posibilidad de tener un premier de ascendencia francesa) resulta que son una sociedad agraria, analfabeta, pobre y profundamente religiosa. En menos de 20 años fueron capaces de cerrar la brecha frente a la parte anglófona nacionalizando los proyectos hidroeléctricos para capitalizar la política pública de salud y educación. Hay que recordar que cómo todo federalismo, la responsabilidad es local en cuanto a la generación de los recursos. Y hoy, Quebec es uno de los lugares en el mundo donde las desigualdades, la pobreza y la violencia son casi ficción[4] (muy por encima incluso de ciudades estadounidenses como Los Ángeles, Chicago o la segunda capital de las derechas en América Latina: Miami).
Ahora, de fondo, lo más interesante de este debate pasa por la construcción de la identidad ciudadana franco-canadiense. La estructura de partidos en el Canadá es un reflejo de una sociedad heterogénea y plural, y dentro de dicho multipartidismo moderado[5] hay incluso representación para las posturas que reclaman la separación del Canadá. Vaya democracia tolerante.
La dinámica franco-canadiense (sobre todo a raíz de los escritos de Taylor) es una referencia útil para otros contextos. Una reflexión teórica sobre el problema de las identidades que no contemple las lecciones canadienses sobre como empoderar políticamente la definición de la ciudadanía a partir de lo étnico (etnia = nación) está increíblemente parcializada. El modelo tradicional del Estado Nación (como sería el caso francés, el mexicano o el estadounidense) somete la identidad ciudadana de las consideradas ´minorías nacionales´ a los meta-relatos artificiales-autoritarios típicos de los Estado Nación. Pero Canadá juega con otras reglas.[6] A raíz de los cerrados resultados del referéndum independentista de 1995,[7] el gobierno canadiense otorgó en 2006 un reconocimiento cultural y social (pero no legal) a los franco-canadienses como una Nación dentro de Canadá. Aquí la equiparación del término nación es igual al de pueblo; es Nación con N mayúscula.[8] Es decir, la Nación de Quebec existe de la misma forma como existe la Nación de Canadá: con un pasado común, con un territorio histórico y formas culturales de vinculación. Es más, aquí lo importante es notar que la definición de la identidad ciudadana más profunda está otorgada en base a la categoría del grupo étnico.[9] La parte francesa de Canadá ya no debe sólo recordar en la historia que hay tal cosa como el tronco de la nación de Quebec sino, de facto, tiene un reconocimiento importante por parte de las instancias políticas canadienses que no se limita solamente a canciones, ropa y folclor en el espacio público. En términos de la política del reconocimiento del ´otro´, (Taylor) este reconocimiento es mucho más profundo que por ejemplo, la situación relacionada con los pueblos originales donde los mecanismos de poder siguen definiendo la identidad en términos culturales-sociales-políticos.
Ayer precisamente se celebró la fiesta de San Juan (La fête de la Saint-Jean) también conocida con la Fiesta Nacional de Quebec. Abundan la banderas fleurdelisée (una bandera hecha en base a un símbolo católico y otro de la realeza francesa), se celebra la identidad francesa, la lengua francesa y en esencia, la resistencia a más de 200 años de represión e intentos permanentes de ser borrados del mapa.
Vive le Quebec Libre.
[1] La poutine es la comida tradicional de Quebec. Consiste en un poco saludable plato de papas fritas, recubiertas de salsa de carne y queso chédar fresco. Los mejores lugares para comerlo están en la calle San-Jean en el viejo Quebec.
[2] Culpabilidad histórica francesa en los siguientes sentidos: 1) Francia abandonó a sus colonos en Canadá una vez se establecieron las 13 colonias independientes de Inglaterra. 2) Francia abandonó a los republicanos españoles dado que, al concluir la II GM nada hizo de Gaulle para presionar la dictadura de Franco.
[3] Un video de esta histórica visita está aquí: https://www.youtube.com/watch?v=0l1EYNoHY1A No fue un hecho, en su momento, para dejarlo pasar tan fácilmente. La preocupación estadounidense por evitar la influencia europea en sus fronteras (una cuestión histórica de recelo y desprecio hacia Europa por parte de los estadounidenses) se hizo sentir precisamente porque De Gaulle sabía muy bien que su presencia alimentaría los reclamos separatistas radicales franceses en Canadá. De crearse la nación ´Quebecois´ , la influencia francesa sobre ella sería prácticamente tutelar y Francia sería sombra en el continente americano. Dicho sea de paso, la frase ´Vive le Quebec Libre´ es una frase aún penalizada hoy en Canadá.
[4] Un enfoque de ciencia política culturalista articularía que la razón por la cual Quebec tiene una ciudadanía que se vincula políticamente para participar y para sufragar los servicios públicos es por razones de contar con una cultura política fuerte heredada claro, de su tronco francés. La política fiscal es progresiva y la tasa combinada de impuestos (federal + provincial) es entre 25% y 31%. Hay además tres tipos de impuesto al consumo de tipo local. Es una de las sociedades más estatizadas. Pero se vive mejor (y más) que muchos paraísos libertarios.
[5] De acuerdo a la ortodoxia de la ciencia política institucionalista, los multipartidismos y multiculturalismos funcionales son siempre de tipo ´moderado´. Es decir, no más de 4-5 propuestas políticas que pelean por transformar sus preferencias en escaños (Lanzaro) y un número reducido de identidades ´micro´ que buscan reconocimientos desvinculados de la identidad dominante (Taylor). En América Latina, los ejemplos de multipartidismo moderado refieren a modelos políticos estables. Chile es siempre, el primer caso de referencia obligado en la literatura.
[6] También es cierto que Canadá es menos un Estado Nación típico y debe entenderse su dinámica de Confederación Federalista.
[7] Son al menos dos los intentos de independencia en Quebec. El primero sucedió el 20 de mayo de 1980, otorgándole a los separatistas un resultado 40,5% de los sufragios. El segundo referéndum sucedido en 1995 dejó a los separatistas a sólo un punto porcentual, con 49,6% de los votos.
[8] Para quienes están en las derechas, esta idea se traduce por fuerza en la fragmentación o rearticulación del territorio que una vez articuló un proyecto de Estado Nación. No deja esto de ser cierto. Pero es interesante que para la mayoría de posiciones conservadoras, el reclamo de la identidad judía israelí (con todo y el reclamo territorial) es un reclamo válido. Y en ese caso, es más referencial la idea del concepto ´pueblo´ equivalente a la idea de Nación. La expresión bíblica ´el pueblo de Israel´ (Am Israel) es equivalente al de una Nación (con o sin el componente territorial, con o sin los componentes políticos). Que el imaginario judío haya mantenido un territorio siempre incluido es parte de una identidad nacional (pueblo) preservada. Entonces, dígame en qué posición ideológica está usted y encontraremos modelos referenciales para justificar sus casos válidos de identidades en resistencia.
[9] Por eso el modelo canadiense es interesante como eje de estudio desde las problemáticas de identidad en Mesoamérica. Sin embargo, es un modelo que refiere solamente a un colectivo en particular y por lo cual, más fácil de resolver.
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