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Ixcán, 1987

Esta ofensiva fue dirigida a capturar y rendir a la población organizada en las Comunidades de Población en Resistencia (CPR)
Las CPR del Ixcán se encontraban en terreno selvático y tenían como retaguardia la frontera mexicana, mientras que las CPR de la Sierra estaban en territorio Ixil
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Ixcán, 1987

Historia completa Temas clave

Este es un esbozo de lo ocurrido en la Ofensiva Fin de Año de 1987 en Ixcán, uno de los más grandes enfrentamientos entre el Ejército y la guerrilla durante el conflicto armado, que se resolvió en un fracaso de los objetivos contrainsurgentes y una victoria parcial de la guerrilla. Muestra la capacidad de resistir de las Comunidades de Población en Resistencia (CPR) y del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) ante una fuerza militar con números y recursos logísticos muy superiores.

Después de los gobiernos militares y la campaña contrainsurgente más fuerte hecha en América Latina, Vinicio Cerezo Arévalo candidato por la Democracia Cristiana (DC), llega a la Presidencia en enero de 1986 a través de elecciones democráticas, aunque restringidas. Su elección trae esperanzas después de varios años de conflicto entre el Estado guatemalteco y las organizaciones guerrilleras que conformaron la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) en 1982.[i]              

Las esperanzas que suscitó este gobierno pronto fueron frustradas tanto a nivel económico como político. La crisis internacional y las pugnas con el sector empresarial afectaron el desempeño económico y, aunque Cerezo Arévalo era el presidente electo, el aparato institucional y las políticas efectivas todavía tenían un fuerte control de parte del Ejército y eran dirigidas con una lógica contrainsurgente.

No obstante, después de la firma del acuerdo de una paz firme y duradera en Centro América en agosto de 1987 (denominada Esquipulas II) y en un contexto internacional de declive de la guerra fría que se va produciendo en esa época, en septiembre de ese mismo año se forma la Comisión Nacional de Reconciliación (CNR) presidida por monseñor Guillermo Quezada Toruño que, junto con la reunión en El Escorial, España, entre militares y representantes de URNG, son los antecedentes de un largo proceso de firma de la paz que incluyó cuatro gobiernos y tres juntas negociadoras, culminando una década después en diciembre de 1996.

En septiembre de 1987, el Ejército lanza la ofensiva Fin de Año, hecha para “capturar a la población que sobrevivía en las zonas de presencia guerrillera”[ii] y que, además, tenía el objetivo de derrotar o aniquilar militarmente a la guerrilla.[iii]

Esta ofensiva se dirigió principalmente sobre la región de Ixcán, Quiché, en la que operaba el Frente Comandante Ernesto Guevara (FCEG) y la región Ixil en la que operaba el Frente Ho Chi Min (FHCM), ambos del EGP.[iv] En términos políticos, la ofensiva serviría para interrumpir las posiciones de la negociación que apenas se estaba iniciando, puesto que ya no existirían fuerzas guerrilleras que llegaran a negociar.

Dicha ofensiva terminó en el retiro del Ejército meses después, ante la imposibilidad de capturar a las CPR y de derrotar a los frentes guerrilleros. 

Preparación y desarrollo de la ofensiva Fin de Año

En el período 1981-1983, el Ejército logra desarticular los frentes urbanos de la guerrilla y desconectarla de su base de apoyo, a través de la mayor cantidad de acciones represivas registradas y la organización de las Patrullas de Autodefensa Civil (PAC). Posteriormente, el Ejército realiza operaciones más limitadas y asegura el control de los núcleos urbanos y de buena parte de los poblados.

Sistemáticamente realiza ofensivas militares, mantiene actividades contrainsurgentes a nivel de ciudad y del interior, que incluyen secuestros, desapariciones, asesinatos extrajudiciales, masacres… (algo de ello se muestra en documentos diversos, incluyendo el llamado Diario Militar), pero en menor escala.

La guerrilla se reorganiza y el EGP, ORPA y FAR mantienen diversos frentes guerrilleros en el norte, noroccidente, sur y suroccidente del país. Recupera cierto nivel de actividad militar y apoyo logístico a través de “acciones militares y una intensa y permanente campaña de propaganda político-militar que somete a un desgaste sistemático al Ejército, tanto en el plano militar como político, en la medida que concita la simpatía y apoyo de sectores de la población rural del país”.[v]

De acuerdo con el REMHI, durante “1986 el Ejército limitó sus operaciones a lo que Gramajo[vi] llamaría Reconocimiento en Fuerza: cortas operaciones de incursión en zonas controladas por la guerrilla, concentrando gran cantidad de efectivos en áreas pequeñas para evitar bajas”.[vii] Así mismo, realizó labores de inteligencia para recabar información de los frentes guerrilleros y de la población que les servía de apoyo, incluyendo a las CPR.

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Durante 1986 y buena parte de 1987, las acciones del Ejército incluyeron concentraciones de tropa en los lugares de operación de la guerrilla (Suchitepéquez, San Marcos y Quetzaltenango), así como secuestros y asesinatos selectivos. Debido a estas acciones, algunos grupos de campesinos se entregaron al Ejército.

Este panorama cambia en septiembre de 1987 con la ofensiva señalada. El Ejército creó la fuerza de tarea Kaibil Balam compuesta de varios batallones de tropas regulares y especiales, apoyada por artillería y aviación.

“A partir del 10 de septiembre, el Ejército concentró tres mil soldados y dos mil Patrulleros en Nebaj. Desde ahí se coordinaron y lanzaron las operaciones de Fuerza de Tarea compuesta por efectivos de la Zona Miliar 19, Huehuetenango; la Zona Militar 20, Santa Cruz del Quiché, y la Zona Militar 22, Playa Grande, así como tropas de la Guardia de Honor. Un aproximado de entre cinco mil y ocho mil hombres, la mayor concentración desde los operativos generalizados de 1980-1983”.[viii]

Rolando Morán, comandante en jefe del EGP, escribía que esta fuerza de tarea estaba compuesta por diez batallones de las zonas militares 19, 20 y 22, más tropa de la Guardia de Honor y del batallón de paracaidistas de la base militar de Puerto de San José[ix] (el orden de batalla preciso de las fuerzas militares debería ser confrontado con información del propio Ejército). El REMHI señala además que

“El mando centralizado en la jefatura de la Fuerza de Tarea Kaibil Balam, que recaía en el coronel Jaime Rabanales, permitió unificar el esfuerzo militar en objetivos precisos, que permitieron al Ejército instalar puestos de patrulla avanzados en áreas que anteriormente controlaban los frentes guerrilleros”.[x]

Militarmente, esta ofensiva fue dirigida a capturar y rendir a la población organizada en las Comunidades de Población en Resistencia (CPR) que se encontraba en el Ixcán y en la región Ixil, así como contra las unidades militares guerrilleras para mantenerlas ocupadas y desgastarlas.    

En el área Ixil, los soldados entraron por dos rutas, Sumal y Amacchel. Las operaciones incluyeron incursiones de patrullas del Ejército con el fin de capturar población, eliminar cosechas y destruir a la guerrilla. La tropa fue acompañada de artillería y vehículos artillados del tipo “armadillo”, utilizaron aviones de reconocimiento, helicópteros y aviones para bombardear el área, entre ellos aviones Aravá, AT37B, PC7 Pilatus y helicópteros UH-1-H artillados.

Hubo bombardeos constantes, diarios, con la aviación y artillería de 105 milímetros, que no afectaron militarmente a la guerrilla, aunque indudablemente tuvieron cierto efecto psicológico, sobre todo en la población civil que, debe recordarse, se componía también de niños, mujeres y ancianos.

El Ejército instaló varios destacamentos avanzados desde los que salían patrullas o las apoyaban, dificultando las comunicaciones de la población y la guerrilla, impidiendo la siembra y recolección de alimentos, por lo que la población y la guerrilla, particularmente en la zona de Chajul, sufrieron penurias alimenticias. Los soldados patrullaban la región para capturar población o tener encuentros militares con la guerrilla. En ocasiones movilizaron hasta cuatro batallones al mismo tiempo.[xi]

La ofensiva se prolongó más allá de 1987 y continuó hasta mediados de 1988, sin que los resultados deseados por el Ejército se concretaran. Al contrario, se puede pensar que la ofensiva supuso un revés para el Ejército y mostró la capacidad militar del EGP y la resistencia de las CPR.

Las CPR y la guerrilla

La ofensiva del Ejército no tomó desprevenidas a las CPR ni a la guerrilla. El hecho que la mayor parte de la población de las CPR no fuera capturada o que los frentes guerrilleros no fueran derrotados, como lo perseguía el Ejército, habla de los niveles de preparación y los recursos que tuvieron para resistir.

El Ejército decía que las CPR eran controladas por la guerrilla. La verdad es más compleja que tal afirmación. Efectivamente, las CPR mantuvieron relaciones con la guerrilla, pero no fueron simplemente relaciones de subordinación. Por supuesto que hubo cooperación, ayuda e influencia importante de la guerrilla hacia las CPR, pero también hubo espacios de negociación y discrepancias.

Tanto las CPR como la guerrilla eran realidades sociales con muchas carencias y pobreza. Nada sobraba y la comida, ropa, medicinas, eran racionadas y distribuidas con cuidado entre los integrantes.

Antes de la ofensiva, las CPR se habían organizado frente a las incursiones del Ejército y creado sus propios recursos para sobrevivir, poseyendo una firme convicción de resistencia.[xii] Lo habían hecho ya en la región Ixil y también en el Ixcán. Al respecto de la primera, Cabanas indica que la

“población ixil en resistencia se había constituido ya en símbolo para otras poblaciones en Guatemala… Aunque no era el modelo ideal ni el cielo que se había soñado…las formas democráticas de toma de decisiones, la educación gratuita, la salud, las estructuras de apoyo comunitario y un ‘paraseguro’ social… constituían logros inéditos en las empobrecidas zonas indígenas y rurales del resto de Guatemala”.[xiii] 

Las CPR alcanzaron un nivel importante de organización que incluía las instituciones que señala Cabanas, pero también la infraestructura logística que les permitía sobrevivir ante los embates del Ejército. Siembras entre la selva, una serie de buzones[xiv] que les permitían almacenar alimentos y otros materiales (incluyendo una marimba), fueron parte de esta infraestructura. Tanto las CPR como la guerrilla utilizaron “correos” que conocían muy bien la región y enviaban mensajes entre grupos o estructuras.

Las CPR del Ixcán se encontraban en terreno selvático y tenían como retaguardia la frontera mexicana, mientras que las CPR de la Sierra estaban en territorio Ixil, a mayor altura y no contaba con el recurso de la frontera mexicana tan a la mano, por lo que los suministros eran más escasos y padecieron mayor hambre que en Ixcán.

Otro rasgo importante es que la población también tenía recursos culturales que les permitían desarrollar una vida más o menos normal y afrontar las penurias físicas. Entre ellas, la realización de fiestas en las que no faltaba la marimba, encuentros deportivos, actividades culturales o servicios religiosos con sacerdotes solidarios que acudían regularmente o que acompañaron de forma permanente a la población.

Estas actividades y las fiestas

“si lo ves desde su esperanza, su ilusión, su disposición a luchar y resistir por nuevas y mejores oportunidades, fueron medidas sabias para contrarrestar el pánico, el miedo paralizante y aprender a vivir en condiciones más difíciles, sin parar sus actividades, pero controlando los riesgos de su nueva vida social. Tenían que seguir una vida normal, con más riesgos, eso sí. Pero era población, no eran combatientes, había niños, niñas, ancianos… Los niños iban a la escuela, los hombres sembraban, las mujeres se dedicaban a las labores domésticas”.[xv]

La población organizada también combatió al Ejército con “armas populares” como trampas artesanales y estacas embadurnadas con excrementos. Algunos miembros de las mismas solicitaron armas a la guerrilla para defenderse de los ataques del Ejército. Finalmente, ante el acoso del Ejército, la población se movía hacia otros puntos previstos dentro de la región y en muy pocas ocasiones hacia México.

En el caso de la guerrilla, existía también un desarrollo organizacional y técnico importante. El FECG tenía un puesto de mando en el que se encontraba la dirección político-militar, el equipo de radistas y contrainteligencia Además de las unidades militares, tenía una competente unidad de servicios médicos (SM) que logró realizar operaciones complicadas, servicios de formación política y educación, así como una infraestructura logística que incluía a las propias CPR y que se extendía hasta México.

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Aunque existía una jerarquía definida y una organización de la vida colectiva y personal (mandos, combatientes, personal sanitario, personal de formación), en cada unidad guerrillera se distribuían tareas cotidianas como desplazamiento de materiales (alimentación en buena medida), preparación de comida, servicios de defensa (posta), patrullajes.[xvi]  Esto se completaba con la disciplina del horario para actividades que garantizaran la sobrevivencia cotidiana y en emergencias.

¿Cuál fue su estrategia de defensa y las fuerzas guerrilleras que se enfrentaron al Ejército? La guerrilla contaba con un número de hombres y mujeres combatientes y una potencia de fuego mucho menores que las fuerzas del Ejército. Su armamento consistía en fusiles, ametralladoras, granadas, lanzagranadas RPG y explosivos artesanales.

Sin embargo, tenía a su favor varios factores. En primer lugar, Jonás (seudónimo) quien fuera el guerrillero a cargo de las fuerzas y la defensa de Ixcán en el período, era “analítico, prudente, con visión estratégica… ligado a la tropa guerrillera”[xvii], resultó un mando muy capaz que diseñó las defensas, los movimientos a realizar, las concentraciones y dispersiones de la guerrilla. Además, los propios combatientes estaban muy motivados para el enfrentamiento: “tenían una mística y eso lo retroalimentaba a uno, estábamos seguros de que no nos iban a sacar”.[xviii]

Se establecieron planes de emergencia y se hizo el cálculo que la ofensiva sería grande y prolongada, a fin de prepararse lo más adecuadamente posible. Hubo una reubicación de las fuerzas guerrilleras para una mayor movilidad. Ante la masiva presencia del Ejército en una región relativamente reducida[xix], el mando combinaba dispersión y agrupamiento de fuerzas de acuerdo con la ocasión. En ocasiones, redujo sus patrullas a pocos hombres y mujeres que operaban con relativa independencia para golpear al Ejército.

“Los hombres y las mujeres combatientes, los dividieron en escuadras de siete personas y el mando de cada escuadra, en manos de alguien con experiencia. Se movilizarían a hostigar diferentes puntos, ya que los soldados entraban avanzando por diferentes lugares”.[xx]

En segundo lugar, un conocimiento importante de la región. Esto le permitía montar emboscadas al Ejército para golpear sus unidades militares y recuperar armamento. Se orientó también para herir y así dificultar la movilización de los soldados que tendrían que cargar al herido y desmontar terreno para que los helicópteros pudieran llegar hasta ellos, lo que disminuiría las fuerzas militares enemigas en combate. También se mantuvo un acoso constante a destacamentos militares, como los de Amacchel y Cuarto Pueblo.[xxi]

En tercer lugar, el funcionamiento de diversos servicios fue el adecuado. El servicio de radio escucha fue muy eficiente y ágil para decodificar los mensajes del Ejército, pese a los cambios constantes que hacía el mismo y permitió prever acciones enemigas.[xxii] Otro tanto sucedió con las redes logísticas que se encontraban en territorio mexicano: funcionaron bien en términos de alimentación y municiones para continuar la lucha durante el tiempo que duró la ofensiva. Se mantuvo una escuela de combatientes que sumó fuerzas a la guerrilla.

De acuerdo con el REMHI, que dice basarse en cifras de la guerrilla, hubo 500 bajas para el Ejército entre muertos y heridos, mientras que las propias se redujeron a unas 30.[xxiii] Se averiaron y derribaron algunos helicópteros y se destruyeron algunos “armadillos”. Por su parte, Rodas y Contreras afirman que durante la ofensiva, en la guerrilla del Ixcán tan sólo se produjeron cuatro bajas mortales, incluyendo una por accidente, aunque la cifra de heridos fue mayor.

En conclusión, las CPR y la guerrilla logran resistir la ofensiva del Ejército. Se sostienen por la fuerza militar de esta última, pues respondió efectivamente a la situación creada por la ofensiva, pero también por un proceso de organización política y de vida social y cultural existente en ambas instancias.

Efectos de la ofensiva Fin de Año

El Ejército recuperó cierta población, pero no la que se había propuesto. El informe del REMHI indica que el “Ejército afirmó haber recuperado a dos mil desplazados, de un total estimado de siete mil”[xxiv], es decir, un porcentaje reducido respecto la población existente.  El citado informe concluye:

“los efectos de la Ofensiva de fin de Año se sintieron más sobre la población desplazada que sobre las unidades militares guerrilleras, que apenas experimentaron bajas. Tampoco el Ejército logró desmantelar infraestructura propia de las agrupaciones militares guerrilleras, aunque sí desorganizó la producción campesina en la que se apoyaban”.[xxv]

El Ejército buscó capturar a la mayor cantidad de población y derrotar a la guerrilla, pero también cometió varios asesinatos y provocó la muerte de niños y de otros grupos por “susto” o hambre.[xxvi]

Lograron instalar puestos de avanzada que redujeron el contacto de la guerrilla con la población, pero los objetivos militares y políticos de mermar la base de apoyo de la guerrilla y propinarle una derrota militar no fueron cumplidos. De hecho, el Ejército sufrió bajas importantes y perdió material de guerra (mientras la guerrilla lo “recuperó”, en el argot usado por la misma).

Rony Veliz

La resistencia de la guerrilla a la ofensiva de fin de año fue una de las acciones que mostraron la capacidad organizativa y la fuerza militar que la guerrilla alcanzó en ese momento. Contribuiría a que la guerrilla pudiera negociar frente al Ejército desde una posición respaldada por sus fuerzas militares:

“Sin los resultados de esta batalla, la negociación nunca hubiera tenido sentido, menos la decisión militar de ir a la negociación por parte de los militares… La negociación como fenómeno político sólo tenía explicación por las dificultades de lo militar”.[xxvii]

Sin embargo, la victoria de la guerrilla fue limitada.. Muy tempranamente se logró romper el cerco en Ixcán, no así en la región Ixil y miembros de la Dirección Nacional del EGP opinaron que la guerrilla estaba muy agotada. De hecho, la misma Dirección Nacional sancionó al mando del FCEG por lo “atrevido” de las acciones y su preocupación por conservar su fuerza militar.[xxviii]

En resumen, la Ofensiva Fin de Año significó un traspié político y militar para el Ejército que no cumplió sus objetivos. Las CPR sufrieron golpes, pero lograron mantenerse y sobrevivir por mucho más tiempo (de hecho, algunas comunidades conservan todavía una organización que viene de las CPR).

La guerrilla, aunque no pudo retomar los objetivos estratégicos que se había trazado a principios de la década de los 80, obtuvo una victoria militar y política que le permitió ampliar su base de operaciones y tener mayor movilidad, así como respaldar las negociaciones de paz con su fuerza militar.

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[i] El trabajo se elabora a partir de la documentación existente, un trabajo inédito de próxima aparición de C. Rodas y C. Contreras, y entrevistas a exmilitantes del EGP. Se hicieron dos lecturas valiosas para mejorar la versión actual. Como se señalará puntualmente, hay datos que se necesitaría confrontar con información del Ejército guatemalteco.

[ii] REMHI. Guatemala Nunca Más. (Guatemala, ODHAG, 1998), p 254.

[iii] Sandoval, Miguel. El sueño de la paz. (Guatemala, F&G Editores, 2013), p. 95. 

[iv] La ofensiva se dirigió también contra los distintos frentes de las organizaciones guerrilleras, incluyendo los de la Organización Revolucionaria del Pueblo en Armas (ORPA) y de las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR), pero el peso principal de la ofensiva recayó en las regiones señaladas.

[v] Entrevista 2, radio operadora, militante del EGP.

[vi] Héctor Alejandro Gramajo, ministro de la defensa en la presidencia de Cerezo Arévalo.

[vii] REMHI, Guatemala,  p. 243.

[viii] Cabanas, Andrés.  Los sueños perseguidos. Memoria de las Comunidades de Población en Resistencia de la Sierra. (Guatemala: Magna Terra Editores, 1999), p. 114.

[ix] Ramírez, Ricardo. Saludos revolucionarios. La historia reciente de Guatemala desde la óptica de la lucha guerrillera (1984-1996). (Guatemala: Fundación Guillermo Toriello, 2002), p. 95.

[x] REMHI, Guatemala, p. 261. Sandoval ofrece datos más abultados para las acciones militares globales del Ejército en ese año, incluyendo la que se concentra en Ixcán. Habla de entre 12,000 y 15,000 efectivos. Sandoval, El sueño, p. 100.

[xi] Entrevista 3, formación política, militante del EGP.

[xii] Muestra de la organización de las CPR es que se mantuvieron por casi dos décadas en condiciones muy adversas: “esto es un fenómeno social que debe analizarse con el debido rigor, porque implica comprender los niveles de conciencia, organización y decisión de lucha ante la explotación, el racismo y los agravios históricos que estos pueblos han vivido a través de siglos”. Entrevista 2.

[xiii] Cabanas, Los sueños, p. 112.               

[xiv] Los buzones son perforaciones acondicionados en la tierra que sirven para guardar materiales. Rodas y Contreras hablan que parecían “topos” por la excavación de tantos túneles en las CPR y la guerrilla. En Viet Nam fue un recurso muy utilizado por el Viet Cong frente al Ejército estadounidense. Rodas, Carlos & Contreras, Carolina. Te vamos a contar. (Guatemala, S/E, 2017).

[xv] Rodas & Contreras, Te vamos, p. 12.

[xvi] De hecho, la distribución de tareas era muy igualitaria. Textos producidos por mujeres y diversas mujeres entrevistadas coinciden que, aunque la guerrilla como parte de la sociedad guatemalteca incluía elementos patriarcales y machistas, la vivencia cotidiana era muy igualitaria. Mucho más que en los demás espacios existentes en el período.

[xvii] Sandoval, El sueño, p. 112.

[xviii] Entrevista 1, servicios médicos, militante del EGP. Por otra parte, el mismo entrevistado manifiesta que al principio de la ofensiva sintió temor por el número de efectivos militares reunidos en una zona tan pequeña. Otra preocupación era el aspecto de los integrantes de la guerrilla: flacos, por el racionamiento de la alimentación y por el esfuerzo constante.

[xix] Las operaciones militares en el Ixcán se desarrollaron en una región de entre 320 y 360 kilómetros cuadrados. Sandoval, El sueño, p. 103.

[xx] Rodas & Contreras, Te vamos, p. 44.

[xxi] Sandoval, El sueño, p. 104.

[xxii] Entrevista 2.

[xxiii] REMHI, Guatemala, p. 255. Sandoval ofrece cifras más altas: entre un mil y 1,200 bajas para el Ejército. Sandoval, El sueño, p. 105. Ramírez habla que, en términos globales, durante 1987 se le causaron 1,400 bajas al Ejército. Ramírez, Saludos, 102. El Ejército mantuvo la política de ocultar y negar las propias bajas sufridas durante todo el conflicto. Es muy difícil lograr contrastar estas cifras.

[xxiv] REMHI, Guatemala, p. 254. Esta información también puede estar sesgada. Es probable que la cifra de población capturada fuera mucho menor. Además, se produjo principalmente en Chajul, no en el Ixcán. Entrevistas 2 y 3.

[xxv] Ibid, p. 261.

[xxvi] Cabanas, Sueños, pp. 120 y ss.

[xxvii] Sandoval, El sueño, p. 112.

[xxviii] Entrevista 3. 

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