Así que esta maquila empieza una noche en mi auto en la avenida de Las Américas, con la suegra y el resto de la familia quejándose de la forma en que conduzco y, por supuesto, de la música.
Y mi playlist decide ponerme a prueba. La guitarra de Adrian Smith les da vida a estos versos de Bruce Dickinson:
You’ll take my life, but I’ll take yours, too.
You’ll fire your musket, but I’ll run you through…
No puedo evitar poner una sonrisa en mi cara pese a las protestas en el interior del auto. Y decido no cambiar la canción ni bajar el volumen. Todo listo para cargar de frente contra la avenida Hincapié. Y mientras rebaso una camioneta con gente colgando de la puerta trasera, intento esta explicación:
En 1854, los ingleses y los franceses invadieron Crimea para detener el avance de la Rusia imperial sobre el débil imperio otomano. Una de sus acciones, la batalla de Balaclava, ha pasado a la historia por la Carga de la Brigada Ligera, inmortalizada en el poema de Lord Tennyson.
La acción militar puede ser descrita como el suicidio masivo de jinetes ingleses cargando en contra de una posición de artillería rusa ubicada al final del valle de la Muerte, pero ha pasado al imaginario popular inglés como una muestra del valor y la disciplina infinitos de sus soldados. Y esta es la historia que cuenta Iron Maiden desde la perspectiva de uno de los jinetes que mueren en la acción. Y las poderosas guitarras recrean el galope de la Brigada Ligera entre el fuego de los cañones rusos.
Digamos que mi explicación acaba cuando Dickinson dice:
We get so near, yet so far away.
We won’t live to fight another day…
Y creo que los versos son más que adecuados para la situación. Solo el silencio me responde. Soy víctima del fuego amigo.
Recuerdo alguna visita a un almacén de discos a mediados de los 80 del siglo pasado —cuando todo estaba en vinilos—. Seguramente fue la tarde perdida de un sábado, memorable por haberme tropezado con la portada del single de The Trooper. Allí está Eddie con un sable en la mano, llevando la bandera británica con una actitud feroz. Una de las imágenes más conocidas entre los amantes del metal —y seguramente de las más estampadas en camisetas negras—. El inicio de un romance.
Cuenta la leyenda que una de las primeras compañías disqueras en escuchar a los Iron Maiden ofreció un contrato si se convertían en una banda punk. La respuesta fue no. Casi al mismo tiempo la banda visitó a Derek Riggs, que había hecho el boceto de una mascota a la que llamaba Electric Matthew Says Hello. Los Maiden lo vieron y pidieron que se le añadiera más pelo para hacerla menos punkie. Así nació Eddie the Head.
La fascinación con la imagen de Eddie me llevó a descubrir la historia de The Trooper, a la que siguió la narrativa furiosa de Run to the Hills, que describe con indudable asco el proceso genocida de colonización del Far West:
Soldier blue in the barren wastes,
hunting and killing their game,
raping the women and wasting the men.
The only good Indians are tame,
selling them whiskey and taking their gold,
enslaving the young and destroying the old…
Asimismo, Aces High es la descripción épica de la batalla de Inglaterra, en la que otra vez no tiene desperdicio alguno la portada con Eddie dentro de la cabina de un spitfire.
Todo esto, para descubrir que, en una rápida encuesta realizada por mi hija en la escuela, Eddie no asusta. El hallazgo me fue comunicado anoche, durante la cena, con voz grave. Es que nadie sabe si es una momia o un zombi, aunque las declaraciones fueron matizadas: algunos piensan que los zombis son momias sin vendas.
Sí, los tiempos cambian.
Sin embargo, le pregunté a mi amigo Lydian Gray por qué Iron Maiden. Y lo que recibí fue la respuesta a la altura de un guitarrista que ama su oficio: por la energía y la pasión. Cuarenta y un años y siguen de gira. La teatralidad de Dickinson. Y la fascinación de Eddie de Head en Power Slave y Fear of the Dark.
Si quieren escuchar una buena recopilación de Iron Maiden, el sábado en el Rock‘ol Vuh es la ocasión. Tómense una cerveza a mi salud —y no a mi cuenta, pues no podré acompañarlos—. Prometí llevar a las niñas de campamento y voy a tener que encontrar alguna buena historia para asustarlas porque ya sabemos que Eddie The Head no funciona. Yo estaré con mis audífonos conectados, oyendo Wasted Years, disfrutando de estos hinchas a muerte del West Ham que, además de todas sus otras virtudes, saben lo que es sufrir y reír por futbol: la contraportada de Somewhere in Time incluye un marcador histórico: West Ham 7 - Arsenal 3.
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