Vayamos de menos a más y de lo que no daña a las personas hasta lo que es criminal.
Empecemos con un par de afrentas al idioma. Dos de las palabras más vistas y escuchadas en noticias, anuncios comerciales, documentos oficiales y comentarios son sanitizar y sanitización. Esas palabras no existen en nuestro idioma. Ni siquiera son anglicismos. Se trata de calcos descuidados del verbo inglés to sanitize y de su derivado sanitization. Si buscamos en diccionarios la traducción al español, encontramos las palabras limpiar, higienizar y desinfectar. Al menos eso recomienda la página de Internet de la Fundación del Español Urgente (Fundéu), que se asesora por la Real Academia Española (RAE) de la lengua. A través de su cuenta de Twitter, la RAE ofrece varias opciones para no agredir a la lengua, como sanear, higienizar, limpiar o esterilizar.
La otra palabra es nombre de esta pandemia. Según una página de la Fundéu, «la grafía recomendada para el nombre abreviado de la enfermedad por coronavirus es COVID-19, con mayúsculas, ya que se trata de la sigla inglesa de coronavirus disease, ‘enfermedad del coronavirus’. Dado que contiene el sustantivo enfermedad en su forma inglesa, su género es femenino (la COVID-19, mejor que el COVID-19)» [1]. También sabemos que coronavirus es el nombre de una familia de virus conocidos y aún desconocidos que afectan las vías respiratorias humanas.
Agrega la Fundéu que la COVID-19 es el nombre de la enfermedad producida en los seres humanos por el virus llamado SARS-CoV-2. El nombre le fue dado por el Comité Internacional de Taxonomía de Virus. En cuanto al uso, también difundido, de la palabra Covid-19, se dice que es equivocado porque se trata del nombre de una enfermedad (como sarampión, viruela o gripe) y no de un nombre propio. Por lo tanto, no debe llevar mayúscula inicial.
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Ya entrando a los perjuicios a personas, uso un ejemplo real: esta semana hice un pedido a domicilio y me lo entregó un mensajero motociclista. El proveedor me cobró Q35 por el envío. No me entregó factura por tratarse de un negocio surgido de la crisis. El mensajero no tiene relación laboral con el comerciante, por lo que va por su cuenta y riesgo y no representa ningún costo de operación (más allá de una llamada telefónica). Utiliza su moto personal y paga su combustible. Sin embargo, el proveedor le paga Q9 por entrega. No veo ninguna justificación real para esto. Eso es aprovecharse de la necesidad ajena. La pandemia no ha despertado un poco de empatía hacia los eslabones frágiles de la cadena. El proveedor ya estaba ganando, y el producto estaba 20 % más caro que en otros sitios, pero tenía disponibilidad inmediata. ¿Cuántas personas están soportando todo tipo de injurias?
Otro ultraje despiadado se da en las horas de trabajo. He escuchado de muchas personas que trabajan desde casa. Sus jefes son ahora más exigentes y deben laborar hasta 14 horas diarias sin pago de tiempo extra. Lo mismo sucede con los privilegiados menores de edad que reciben clases por Internet (los demás se quedaron sin escuela) y que deben estar sentados de 7 a. m. a 5 p. m. haciendo cosas como grabar un baile de los años 60 (con atuendo de época) o copiar a mano unidades completas de Duolingo. Cosas descabelladas, arbitrarias y desprovistas de cualquier sentido pedagógico.
Las injurias mayores vienen del tortuguismo en la asignación y ejecución de fondos públicos para atender las obligaciones del Gobierno. Ni con las excepcionalidades del estado de calamidad ha sido posible que se realicen cosas tan elementales como pagar salarios y dotar de equipo de protección al personal de la cadena de atención a la COVID-19. También es injurioso ver la forma en que el Pacto de Corruptos se aprovecha de la situación para actuar a sus anchas en los negocios y en la captura del Estado de derecho. Van sueltos, desvergonzados, desembarazados de controles y cínicamente diciendo a sus hijos que van «a trabajar».
* * *
[1] N. del E. Según esa misma página de la Fundéu (quinto párrafo), también es válido lexicalizar el término y escribirlo completamente en minúsculas (covid-19), alternativa que preferimos y que hemos establecido como estilo al menos en esta sección de Plaza Pública por dos razones: porque se trata de un nombre común que ya pasó a formar parte del vocabulario del español (al igual que siglas y acrónimos como ovni, sida, radar, mupi y mipyme, entre muchísimos otros ejemplos) y porque el acrónimo covid cuenta con más de cuatro letras, por lo que su escritura en minúsculas es mucho más estética y mucho más recomendable según otros lineamientos de las mismas RAE y Fundéu. Respecto al género de covid-19, ciertamente el femenino es el más recomendable (la covid-19), pero el masculino no se considera incorrecto (el covid-19). Sobre la escritura de este término solamente con mayúscula inicial (*Covid-19), tal uso se desaconseja rotundamente, ya que no se trata de un nombre propio.
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