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«Ingenuo», «idealista» y «prágmático»: El acuerdo político de las bancadas pequeñas

En lo que uno se fija primero es en el primer año: junta directiva, comisiones... Pero no nos interesa el primer año. Buscamos un horizonte estratégico
¿Cómo recuperó la ética si no recupero los ideales? La máxima expresión del cinismo es la mercantilización de todo
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«Ingenuo», «idealista» y «prágmático»: El acuerdo político de las bancadas pequeñas

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Los bloques BIEN, CREO, PAN, Semilla, URNG y Winaq anunciaron, inmediatamente después de tomar posesión en el Congreso, un pacto político “para priorizar los intereses comunes que la población demanda”. Entrevistamos a Bernardo Arévalo, de Semilla, y Evelyn Morataya, de BIEN, para entenderlo mejor.

El martes, en medio de las celebraciones de investidura en el Congreso, el Ejecutivo y el Parlamento Centroamericano y del alboroto por el futuro del expresidente Jimmy Morales, y casi sepultado por el anuncio de una rocambolesca Junta Directiva del Legislativo, tuvo lugar un gesto menor pero significativo, e inédito: seis bancadas pequeñas, integradas por 26 diputados, varios de ellos primerizos, anunciaron una coalición tierna pero ambiciosa. Es una alianza que, sin siquiera soñar con presidir el organismo, busca instalar una agenda estratégica en el debate parlamentario.

El primer eje es el de institucionalidad democrática y de justicia del Estado, que concretan en reformar las leyes Electoral y de partidos políticos, de Servicio civil, de Contrataciones, del Sector justicia, del Organismo Legislativo, y de Orden público, y la promulgación de un Código de ética del Congreso y una Ley de la Policía Nacional Civil.

El segundo eje pretende mejorar la capacidad del Estado para orientar y financiar un desarrollo socioeconómico equitativo e incluyente. Aquí, nombran una Ley de Aguas, una de Competencia, una de Leasing, y reformar la del Presupuesto.

Por último, el tercer eje pasa por fortalecer al Estado para que garantice «los derechos de la ciudadanía, las mujeres, las comunidades y los pueblos que conforman la nación guatemalteca». ¿Sus objetivos? Legislación de protección de los Derechos Humanos, legislación de Pueblos indígenas, reformas educativas, un sistema nacional de protección de la niñez y la adolescencia, y una ley para proteger a la primera infancia.

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Anunciar objetivos tan maximalistas por parte de una reunión tan heterogénea exige tener un punto de audacia, y otro de suicida.

«Es una feliz coincidencia esta reunión de partidos», dice Evelyn Morataya, que reaparece en el ámbito político casi dos décadas después de haber sido Primera Dama, durante el gobierno de Alfonso Portillo. «Empezamos a conversar con un grupo de 26 diputados al que también se sumó Eduardo Zachrisson, del PAN, y encontramos muchas coincidencias en lo que buscamos en esta legislatura 2020/24. Esperamos que el acuerdo pueda sostenerse, aunque sea en esta agenda mínima que hemos presentado, porque es más amplia».

«No es un grupo cerrado», explica Bernardo Arévalo, el jefe de bancada de Semilla. «Uno no puede descartar que haya diputados que a título individual se quieran sumar, o bancadas que en algún momento lo quieran hacer. Pero claro, se espera que haya cierta demostración clara de que estamos aquí por este tipo de objetivos.»

¿Por qué este acuerdo? ¿Por qué este anuncio el primer día? ¿Qué pretenden? Aspiran, con esta agenda, a marcarle el paso, al menos parcialmente, a un organismo del que representan el 16.25%.

Creen que el hecho de que ser bancadas minoritarias en un Congreso dividido en 19 bancadas, con una sola grande (la UNE) y de que comparten objetivos con respecto a la impunidad y la corrupción de los fines del Estado, les obliga a buscar marcos de acuerdos de colaboración y refuerzo recíproco para «tener un mayor nivel de incidencia en los debates, en los posicionamientos, en la definición de agendas», «desde distintos ángulos programáticos, ideológicos», un argumento que ambos repiten.

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El pacto no limita los objetivos en los que cada bancada trabajará durante los próximos cuatro años. Solo subraya los que abordarán prioritariamente y en conjunto. «Hay temas que no están dentro del acuerdo, pero que vamos a seguir trabajando y activando. El principio sería que esto se haga sin que entre en contradicción con lo que se está trabajando en el marco de esa agenda compartida», amplía Arévalo «Ninguno de nosotros renuncia a la capacidad de iniciativa o de presentar autónomamente y de relacionarse con cualquier otro partido alrededor de los distintos temas.»

¿Por qué estos partidos y no otros?

Arévalo: Unos teníamos conversaciones por algún lado con cierta gente, y esos habían hablado a su vez con otros y decían que habían manifestado las mismas inquietudes y preocupaciones. Se dio de una manera gradual. No fue que un día nos sentamos 26 y acordamos esto. Esto viene trabajando desde el mes de octubre o noviembre del año pasado: reuniones, a veces bilaterales, a veces colectivas, discutiendo qué se puede hacer, la ambición, el alcance, la discusión de los temas, cuáles serán los principios, cómo se relaciona con el propio programa.

Morataya: No todos los diputados y diputadas que llegan al Congreso están tan preocupados por promover una agenda legislativa. Hay veces que no se busca trabajar por el beneficio colectivo, con sentido de conciencia social. Varios diputados entrantes empezamos a hablar en la inducción que nos ofreció hace semanas el Congreso y vimos que coincidíamos en el interés por una ley de Aguas, por ejemplo. Semilla, Creo, Winaq, URNG coinciden. Para nosotros es la principal oferta política. Y acordamos impulsarla. Entre esos, hay otros 134 diputados que se verán motivados a sumarse. Es más fácil llegar a acuerdos de esta manera.

BA: La conversación empezó como algo informal. Nos preguntábamos qué hacer ahora que íbamos a estar juntos. En lo que uno se fija primero es en el primer año: junta directiva, comisiones... Pero muy rápido convergimos en que en realidad no nos interesa el primer año. Buscamos operar sobre un horizonte estratégico. Este es un acuerdo que esperamos mantener para cuatro años. La ambición de esta agenda es grande incluso para cuatro años. La Ley de Aguas no la vamos a poder sacar en seis meses. Lo que nos ha motivado es la convicción de que se debe rescatar la lógica de trabajo parlamentario, que se ha ido perdiendo por la naturaleza transaccional (por llamarlo de una manera elegante) que se ha impuesto en los últimos dos años, que tenemos que empezar a plantear los temas en términos técnicos y desde nuestras diferencias ideológicas, pero siempre con el fin del interés público. Suena muy manido, muy banal, pero hemos caído en que algo tan sencillo como que las instituciones operen en busca del bien común es fundamental. Y todos creemos que rescatarlo es factible y necesario.

¿Por qué asegura que esa lógica viene de hace dos años?

BA: Se agudizó hace dos años.

El acuerdo incluye a seis bancadas que van del centro derecha a la izquierda. ¿Qué tan fuerte es la amalgama que las une en esta iniciativa y cómo van a lograr mantenerlas juntos?

EM: Es difícil asegurar que 26 personas, 27, 30, nos vamos a poner de acuerdo siempre. Es parte de este ejercicio democrático tener la madurez para converger en un interés común. Cada bloque va a esforzarse por mantenernos unidos, porque no solo en materia legislativa hay que tomar decisiones fundamentales. Hay que elegir cortes, Tribunal Supremo Electoral, hay que fiscalizar. No es imposible. Habrá momentos en que no nos pongamos de acuerdo, pero en lo esencial y en lo fundamental es un gran ejercicio de respeto, de tolerancia, de inclusión. Y quiero decir que no nos sentimos mejores que quienes no están en este acuerdo. Esto es un inicio y lo hemos hecho público al principio, casi como una invitación a los demás.

BA: No tenemos garantía. Va a ser un ejercicio cotidiano de comunicación traducida en compromiso. Hemos discutido en algún momento, por ejemplo, la Ley de Aguas. ¿Qué tenemos en común? Que creemos que es urgente. ¿Estamos de acuerdo en la posición? No. ¿Creemos que debemos tener una posición unificada? Tampoco. Deberíamos tratar de alcanzar el mayor acuerdo posible, después de eso cada uno de nosotros puede llegar a aportar lo que crea oportuno. Pero estas diferencias no deben ir por encima de la necesidad fundamental de que el país cuente con una ley de Aguas. Y así, con todo.

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Tienen un programa con una agenda legislativa con cuyos títulos probablemente la mayoría de los partidos y sectores se sientan de acuerdo, en general. Que se necesita una ley de Aguas es algo que apoya desde Winaq hasta el Cacif. El problema es de contenidos. Por eso pregunto qué tanta unidad hay con respecto a este pacto y cómo van a gestionar los choques por los contenidos.

BA: No está planteado desde la perspectiva ideológica, sino programática. Ahí va a va a ser mucho más fácil, porque va a haber menos espacio para la diferencia. Por ejemplo, un código de ética del Congreso, que es urgente. Y va a haber otros temas en los que el compromiso implica mucho trabajo de sentarse a la mesa, trabajar y empezar a discutir. Está la Ley de Pueblos Indígenas. El tema de la discriminación histórica y el racismo en este país es fundamental y no estamos diciendo «ya tenemos todos una misma posición sobre el tema». Lo que sostenemos es que el país no puede seguir sin discutir seriamente el tema y asumimos nuestro compromiso para hacer que esta discusión tenga lugar. Seguramente vamos a mantener diferencias y en algunos de los casos, a la hora de la votación, votaremos diferente. Pero colaboraremos para que esté en la agenda.

EM: También es más fácil discutir o llegar a consensos entre seis bloques. Si no podemos superar diferencias, imagínate los 19 bloques que integran el Congreso. Hay que aprender a hablar. Queremos demostrar que tenemos la capacidad de poder llegar a acuerdos políticos en materia legislativa.

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BA: Hay un artículo de Rodolfo Neutze en elPeriódico, jefe de bloque de CREO, que habla de que quienes creemos en que este país tiene que cambiar y que tiene que dejar esta deriva de corrupción terrible que ha existido, tenemos que empezar a colaborar. No va a ser fácil. Hay una buena dosis de ingenuidad porque sin ingenuidad…

EM: Y de idealismo.

BA: Porque sin idealismo uno no asume este tipo de retos. Pero también hay una buena dosis de realismo para saber que este acuerdo no se va a implementar automáticamente. Sabemos que va a ser tarea diaria.

Entiendo entonces que no se trata de un acuerdo sobre contenidos ni que aspiran a votar todos homogéneamente...

Ambos: Sí, sí aspiramos…

Pero inicialmente se trata solo de un mecanismo por el que se comprometen a marcar una agenda de debate en el Congreso, a ejercer un poco de Junta Directiva paralela.

EM: Al final, hay que someterlo todo a mayor discusión, apertura y al poder del voto dentro del Legislativo. Pero sí es una aspiración nuestra que la agenda que publicamos con los puntos básicos [cambia el tono de voz formal], que, por cierto, creo que nos faltó incluir un poquito más de salud…

[Arévalo sonríe.]

Ya empiezan las grietas...

[Arévalo suelta una carcajada.]

EM: No fue un desliz. Tuvimos días complicados y nos faltó tiempo para que el acuerdo fuera más completo. No es que no queramos trabajar más allá de lo publicado, sino que queríamos dar el mensaje. Esta nueva generación de reformas también es importante para no ir a un proceso electoral como el que acabamos de celebrar. Si no logramos todo, por lo menos que hayamos alcanzado la Ley de Competencia, la Ley de Aguas, una reforma electoral y alguna otra.

BA: Tenemos un método para ir generando ciertos niveles de consenso y lo vamos a desarrollar.

¿En qué consiste?

EM: El diálogo.

BA: «Yo no te invito a una negociación, te invito a una conversación. Vamos a ver si hay algún interés en hacer que esto construya, suba un poco de nivel y vaya a más». Si hubiéramos invitado hace dos meses a una negociación, no hubiéramos llegado a nada.

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EM: Aquí no hay puestos, no hay dinero, no hay transacciones. No nos ofrecemos nada más que el acompañamiento legislativo.

BA: La agenda no es ni limitativa ni exhaustiva. Y tiene que compatibilizarse con la que está siendo dictada desde otros espacios, por otros intereses y tenemos que empatar con ella. Podríamos identificar una de estas leyes como la que más nos interesa a nosotros, pero puede ser que venga otro que nos obligue a decir «bueno, esta es la que nosotros queremos, pero esta es la que está en discusión ahora. Tratemos de empezar a trabajar alrededor de estos temas».

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¿Han priorizado ya algunas de esas y otras iniciativas de ley por importancia? ¿Han establecido un cronograma? ¿O están todas al mismo nivel?

BA: Lo que ustedes han visto es lo que hay. Ese es el acuerdo y tenemos que seguir trabajando para traducir esto en un plan de acción. Vamos a tener que operar en una realidad que no depende de lo que nosotros queremos que sea, y entonces vamos a empezar a jugar.

¿Tienen idea de cómo encaja ya esta agenda con las otras del Congreso?

BA: Estamos esperando la primera reunión para empezar a discutir sobre eso. Ya hay un insumo sobre la mesa: tenemos discursos del presidente del Congreso, tenemos las iniciativas del presidente de la República.

EM: También otros partidos políticos tendrán buenas iniciativas para el país, a los cuales nosotros nos vamos a sumar. Este es un gran ejercicio de madurez política, es un ejercicio, como decía Bernardo, quizá muy ingenuo, de querer unirnos. Pero qué bueno que haya ingenuidad en el Congreso, porque eso también nos hace falta.

BA: La palabra era "idealismo" y al final los valores sólo se pueden rescatar desde el idealismo, no desde el cinismo.

EM: Y los hechos.

BA: Se necesita ser práctico, ser realista, pero los ideales son fundamentales para orientar la acción política y tenemos que hacer un ejercicio de recuperación ética. ¿Cómo recuperó la ética si no recupero los ideales? La máxima expresión del cinismo es la mercantilización de todo.

EM: En los hechos vamos a ir demostrando...

BA: ¡O no! ¡Ese es el reto!

EM: Los hechos. Eso dará fe. Y si podemos ser un pequeño ejemplo de la cultura del debate y de un buen ejercicio de democracia, eso será un gran resultado para nosotros.

¿Cómo van a evitar que les arrolle la realpolitik? Una coalición de 26 diputados frente a Congreso de 160 y además 26 diputados que, según ustedes, no tienen otro tipo de recursos con los que negociar, ¿qué posibilidad tiene de mover a un Pleno acostumbrado por décadas a actuar con otra lógica?

BA: Primero, tenemos un Congreso que es 75 % de nuevas personas. Eso no quiere decir que el 75 % no tenga claro a qué viene. Pero sí que hay un momento de oportunidad en la medida en que el peso de la rutina y de alguna manera se diluye. Segundo, existe una demanda de la sociedad, que espera otro tipo de actitud dentro del Congreso de la República. No creemos que somos Los 7 fantásticos, que vamos solitos a transformar, pero sí que podemos ser articuladores hacia adentro y hacia afuera de este tipo de voluntades. La mitad de los artículos de prensa de las últimas dos semanas hablan de la necesidad de empezar a construir consensos, de que empecemos a dejar la polarización. Hagámoslo en principio entre nosotros alrededor de una agenda.

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Con un 75 % del Congreso nuevo y con un presidente manejando ese discurso de articulación y de transformación, la Junta Directiva elegida ayer [por el 14 de enero] y encabezada por el partido oficial parece sugerir que la lógica sigue siendo la misma.

EM: Esto será una constante. No podemos controlarlo. Pero sí tenemos control sobre nuestro propio actuar. Nuestro voto ahí está. Queremos trabajar para que se vea al Congreso de una forma distinta. Quizá no se verá a los 160 diputados de una forma distinta, eso sería casi imposible. Pero qué importante que la población empiece a distinguir lo bueno de lo malo.

BA: Más allá de lo simbólico, de lo didáctico, aquí una cuestión muy pragmática. Cada bloque tiene su propia agenda, pero nuestros bloques, medianos en el contexto actual, no están en capacidad de fijar el tono en el que va a discurrir la actividad parlamentaria, a diferencia de los que establecen las juntas directivas. Si vamos juntos nuestra incidencia será mayor. Efectivamente, hay algo de idealismo que nos impulsa, pero sumamente pragmático. Si nosotros no intentamos empezar a cambiar esas normas y empezar a cambiar ese discurso y articular mejor estas fuerzas, ya pensando en votos, en comisiones, en votos, en pleno, atomizadamente no lo vamos a lograr.

¿Sirve también esta coalición para vetar las iniciativas de otros?

BA: Son cuestiones que vamos a ir discutiendo. Puede servir también para tareas de fiscalización.

EM: El trabajo legislativo nos va a dar la pauta de hasta dónde vamos a necesitarlos. Mi esperanza es que la misma coyuntura nos haga estar juntos en recuperar y dignificar el trabajo del Congreso.

¿Qué lecciones extraen de la mucho más pequeña coalición que se llamó el Frente por la Transparencia?

EM: No pretenderemos ser lo mismo. La nuestra va sobre una agenda legislativa más definida. No quisiera calificar la anterior coalición. Prefiero concentrarme en lo que podemos alcanzar en un momento político totalmente distinto y con actores distintos.

BA: Una diferencia básica entre el Frente por la Transparencia y el Acuerdo es el contexto. En la legislatura pasada, dada la correlación de fuerzas y los juegos de poder, los colegas del Frente tuvieron que actuar reactivamente, concentrándose en la defensa de ciertos temas críticos que se veían amenazados por los gestores de la corrupción; en la actual legislatura, parecieran existir condiciones para una acción más proactiva. Pero en ambos escenarios, es la determinación y la capacidad de articulación interpartidaria lo que posibilita una acción con resultados.

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