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Informe presidencial: Showtime! y tradiciones a medias

El discurso del presidente en El Limón no duró más de 10 minutos. Después, no estuvo más que lo necesario que para tomarse la foto brocha en mano. Minutos después, Pérez Molina se fue con su seguridad y sus ministros.
El tono del discurso del lunes también era diferente. Era lo que esperaban los periodistas: cifras, detalles e, incluso, propuestas y promesas para el 2013. Aunque en el fondo, era lo mismo. En las 16 páginas, el 75% era sobre los tres pactos en los cuales ha girado su política.
El tono del discurso del lunes también era diferente. Era lo que esperaban los periodistas: cifras, detalles e, incluso, propuestas y promesas para el 2013. Aunque en el fondo, era lo mismo.
El mandatario pinta una de las casas de la colonia El Limón.
Un galón de pintura para los vecinos.
Alrededor de 50 mil personas viven hacinadas en casas hechas de concreto o lámina.
Don Víctor en su casa.
El Limón es zona de la mara 18.
Elementos del ejército, la SAAS y de la Policía Nacional Civil fueron desplegados en el lugar.
Diputados de Lider esperaban al presidente que no llegó al Congreso a presentar el informe.
El Ejecutivo convocó al gabinete a presentar el informe en el Palacio Nacional.
Los presidentes de los tres poderes del Estado.
La vicepresidenta colocó la Rosa de la Paz.
Los invitados al acto.
El tema de seguridad fue el primero que tocó Pérez Molina durante su discurso.
Pérez ensalzó la reducción de la mortalidad infantil por desnutrición crónica.
En las 16 páginas del informe, el 75% era sobre los tres pactos en los cuales ha girado su política.
El informe del primer año del gobierno estaba basado en sus logros en los tres pactos.
El presidente se despide de los asistentes al acto.
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Informe presidencial: Showtime! y tradiciones a medias

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Durante dos días, el presidente Pérez Molina expuso los logros de su primer año de gestión. Lo hizo en eventos diseñados por su equipo y ante públicos que le eran favorables. Si cometió errores en este período, ni su informe, ni sus discursos, tuvieron espacio para ellos.

Ayer, al rendir su informe de gestión del primer año de gobierno, el presidente Otto Pérez Molina abandonó una tradición y se acogió a otra. Primero, el presidente no llegó al Congreso de la República a pronunciar el usual discurso ante los representantes de la ciudadanía. Segundo, emitió un informe lleno de logros, mayores y menores,  y deseos, esperanzas y promesas, en el que los traspiés de su gobierno no se mencionan y sólo de manera muy general se describen las condiciones del país. Era momento de hablar de cosas buenas y frente a quienes no lo cuestionarían.

El presidente está obligado a presentar un informe anual al poder legislativo, según el artículo 183 de la Constitución Política. Y Pérez Molina decidió ceñirse a lo que dicta la ley: presentar un “informe escrito sobre la situación general de la República y de los negocios de su administración realizados durante el año anterior”.

A las 9:30 de la mañana, Gustavo Martínez, el secretario general de la Presidencia, llegó con el de Comunicación Social, Francisco Cuevas, al Congreso a dejar el informe del primer año de gobierno de Pérez Molina. “Ayer lo hizo con el pueblo, en Zona 18; hoy lo hará en el Palacio de Cultura, con invitados especiales", justificó Cuevas tras recordar que la tradición anual de asistir al hemiciclo no obligaba al presidente a hacerlo.

Sin previo aviso, Pérez Molina dejó plantados a diputados, invitados especiales, periodistas y la gente que protestaba afuera del Congreso. ¿El costo político de su decisión? El ataque directo de los opositores. “Que el presidente no viniera al Congreso es una falta de respeto y una falta de valor”, dijo Nery Rodas, diputado de Lider. Frente a él, Roberto Villate, jefe de su bancada, adelantaba que se pediría antejuicio para Pérez Molina en este mes.

Tres horas después, todo el show mediático montado desde un día antes alrededor de la presentación del informe de gestión presidencial terminó. Incluyó una visita a El Limón, un mitín propagandístico en Las Alamedas, el desaire al Congreso de la República y un discurso ante un público que le resultaba menos hostil que los diputados de oposición.

En el Palacio de Cultura, el cambio de agenda presidencial se justificó como manera de evitar incidentes con los diputados de oposición. Fuentes de Casa Presidencial aseguraban que los diputados de Lider intentarían colar personas ajenas al Hemiciclo en el momento de su discurso y generar desórdenes. Los diputados lo negaron y aseguraron que en esta sesión solemne ni altavoces llevaban.

Lo cierto es que este Congreso es muy diferente al de un año atrás, cuando Pérez Molina asumió la presidencia. Hoy, el belicoso Lider es la principal fuerza de oposición, con 43 diputados; fueron electos bajo los colores del partido apenas 14. Y el Partido Patriota (PP) parece ya no manejar la aritmética legislativa ni las mismas alianzas con las que logró sus últimos grandes logros legislativos del año pasado: la Junta Directiva y la aprobación de los préstamos internacionales por US$569.5 millones y el presupuesto de 2013, en octubre del año pasado. A juicio de los diputados de Lider, el presidente no quiso exponerse a los reclamos, a posibles críticas.

La fiesta en El Limón

La colonia El Limón representaba un público menos beligerante que el Congreso actual. El domingo es día de fiesta, de pintar casas y, de último momento, de visita del presidente Otto Pérez Molina. El 11 de enero, la vicepresidenta Roxana Baldetti anunció en su cuenta de Twitter que la colonia sería el lugar en el que se celebraría el primer año de gobierno. “Con el Presidente consideramos que la fecha es propicia para celebrar la reducción en los índices de violencia, en esa zona”, escribió. En día de fiesta no hay espacio para críticas.

Lucy Lainfiesta, ministra de Desarrollo Social, dijo que la actividad fue solicitada por los habitantes de El Limón y que se invitó a los funcionarios a ser parte de ella, mano de obra voluntaria: se trataba de mejorar la apariencia del barrio, cambiar el rostro de una zona que se conoce por sus muertos y sus pandillas, dos cosas que han estado de la mano en los últimos años, llenando páginas de la crónica roja.

El Limón es zona del Barrio 18, la pandilla. Lainfiesta aseguró que la 18 se ha visto desplazada desde que entró la Fuerza de Tarea Maya (FT Maya), el 22 de septiembre pasado, y con los programas sociales por parte de su ministerio; que hay cambios importantes en la zona; que se han recuperado dos canchas deportivas; que se está avanzando poco a poco; que hay que recuperar 78 casas que antes utilizaban para reunirse los pandilleros; que falta mucho por hacer. Ella ve el lado positivo: “Mire a toda esta gente pintando sus casas. Es como una fiesta”, dijo.

Datos aproximados del Mides hablan de 50 mil personas que viven hacinadas en casas desiguales hechas de concreto o lámina y que suben y bajan por callejones asimétricos por lo que antes eran quebradas y laderas de cerros. Eso es El Limón. Los graffitis que identificaban el territorio de la clica Solo Raperos del Barrio 18 ahora están cubiertos de pintura y, por un día, los fotógrafos y camarógrafos caminaron con sus equipos tranquilamente por sus calles.

El domingo es día de fiesta en la colonia. A los soldados y policías que integran la FT Maya se les suman los guardaespaldas de los ministros y otros funcionarios. El día de visita del presidente Pérez Molina y desde donde inicia la 13ª y 15ª calle, las vías que rodean a El Limón, habían varios retenes con policías y kaibiles. Era día de fiesta: había pintura para las casas –3 mil 500 galones para igual número de familias, unos Q80 mil, dijo la ministra–, caballitos de plástico para los niños, una tarima con dos torres de altoparlantes y el bit del reggaeton zumbando en los oídos. Todo a la espera de que llegara el primer mandatario.

Pérez Molina estará en el lugar poco más de media hora. El Limón representa un ejemplo del trabajo que su gobierno ha hecho en seguridad pública en su primer año de gestión. No solo es El Limón. Es toda la zona 18, un territorio de 40 kilómetros cuadrados en donde murieron 151 personas en casos de violencia y hubo 171 heridos por hechos criminales en 2011. El domingo, el presidente dice que el índice de todos los hechos delictivos en la zona bajó en un 73%. Lo repite el lunes.

Lo dijo acuerpado por sus ministros y agradeció en especial al ministro de Gobernación, Mauricio López Bonilla, y al de Defensa Nacional, Ulises Noé Anzueto. Posó para las cámaras con una brocha en mano, junto a la vicepresidente Roxana Baldetti, después de pintar la pared de una casa detrás de la tarima. Se marchó. El reggaeton siguió sonando. Para que las cosas cambien en El Limón, falta hacer mucho más que la visita del presidente.

“Solo con decir que vivimos aquí es para que no nos den trabajo”, dijo un joven enjuto, de ojos hundidos y manos manchadas. Está acostado bajo el motor de un picop gris, a pocos metros del lugar en el que había un jolgorio de fotógrafos y funcionarios salpicados de pintura azul. Minutos antes los habían agrupado para decirles qué paredes pintarían cuando llegara Pérez Molina, que ahí estaban los botes de color y las brochas todavía con el plástico que protegía sus cerdas.

El discurso del presidente en El Limón no duró más de 10 minutos. Después, no estuvo más que lo necesario que para tomarse la foto brocha en mano. Minutos después, Pérez Molina se fue con su seguridad y sus ministros. “¿Pintar es una solución? Yo qué sé, pero si quitan los graffitis, por lo menos así no creen que todos somos pandilleros. Mire pues, yo trabajo, soy  honrado”, dijo el joven mecánico, muestra sus manos llenas de grasa, toma una llave y sigue con lo suyo debajo del picop. La fiesta duraría poco después de que el presidente de marchó.

El show de La Atlántida

“Tuvimos ayer un acto público en la zona 18. Escogimos un lugar que no fuera la Plaza Central de la ciudad para poder compartir con parte de la población de Guatemala qué es lo que hemos hecho en este primer año de gobierno”, dijo Otto Pérez Molina a los presentes en el Palacio de Cultura este lunes. Era parte de su saludo a los asistentes en su discurso, del oficial, sin música ni aplausos a cada párrafo, como pasó un día atrás.

Entre frase y frase, al contrario de lo que pasó el domingo en los campos de Las Alamedas, en zona 18, no sonó la tonadita pegajosa del spot publicitario “Ahora sí”. El acto del Palacio era frente al cuerpo diplomático acreditado en el país y, en sus propias palabras, “diferentes sectores de la población, con diferentes liderazgos”. Era un acto serio.

El de la Alameda en cambio había sido más popular, con juegos inflables para los niños, música en vivo de los Miseria Cumbia Band, cañones que lanzaban confeti de los colores de la bandera y pantallas gigantes pasando una y otra vez el anuncio de 1:38 minutos con la canción del momento: “… Ahora sí hay transparencia, ahora sí hay eficiencia, ahora sí hay decisiones, ahora sí se ven acciones.”

Hasta allá, según los cálculos del gobierno, llegaron cinco mil personas a celebrar el primer año de gestión del presidente. Contar a los asistentes era difícil. Tan difícil como decir cuánto costó toda la actividad. Según el gobierno, el equipo de sonido con tres pantallas gigantes, la veintena de pancartas de dos pisos de altura y el alquiler de baños portátiles provenían de donaciones de gente del Partido Patriota (PP). Todo de donaciones. Un acto de gobierno a base de donaciones.

Lo que era seguro que provenía de las arcas del Estado eran las banderas de papel embaladas en cajas de la Dirección General del Diario de Centro América y Tipografía Nacional, las que ondeaban los asistentes que llegaron en autobuses alquilados de Santa Catarina Pinula, San Juan Sacatepequez o Mixco cuando la vicepresidenta solicitó que aplaudieran al “mejor presidente que ha tenido Guatemala”.

Otto Pérez Molina recibió los aplausos una y otra vez. Durante los 14 minutos en que se dirigió a su público, aprovechó para resaltar dos temas de su agenda: seguridad pública –“en tres meses, en la zona 18, las fuerzas de seguridad han logrado descender el índice de hechos delictivos en un 73% ¡Gracias a la PNC, gracias al ejército, gracias a los soldados y gracias a cada uno de ustedes!”, dijo–; y el pacto Hambre cero –“Queremos seguir trabajando para lograr reducir el número de niños que viven con desnutrición crónica”, sostuvo.

Fin del discurso.

Aplausos, banderas de papel ondeando y lluvia de confeti azul y blanco para la fotografía.

El mitin había terminado.

El discurso formal

Lo del lunes iba a ser diferente. Protocolo completo: marcha marcial para la entrada de Pérez Molina y Baldetti; mesa de honor junto al recién juramentado presidente del Congreso, Pedro Muadi, y del presidente de la Corte Suprema de Justicia, Gabriel Medrano; himno nacional; invitados especiales y coctel para los asistentes.

El tono del discurso del lunes también era diferente. Era lo que esperaban los periodistas: cifras, detalles e, incluso, propuestas y promesas para el 2013. Aunque en el fondo, era lo mismo. En las 19 páginas, el 75% era sobre los tres pactos en los cuales ha girado su política: Paz, seguridad y justicia; Hambre cero: y el Fiscal y de competitividad.

De nuevo, el tema de seguridad fue el primero: reducción de más del 70% de hechos delictivos en zonas específicas –zona 18–, un descenso de un 10% en las muertes violentas, incluyendo casos de femicidio, y reducción en un 33% de secuestros, entro otros ilícitos. Otto Pérez dijo que el descenso en muertes violentas era histórico: decreció en más de cuatro muertes por cada cien mil habitantes, hasta 34.2. Los análisis del Central American Business Intelligence (CaBi) sitúan la caída en un 9% en las cifras absolutas, que supone una mengua de 5 muertes menos por cien mil habitantes, y describen 2008 y 2009, en la administración de Colom, como los años más violentos. Entre 2010 y 2011 la tasa decreció en siete puntos: de 46 a 39. Y aunque grande, la caída de este año no tiene nada de inédito. Carlos Mendoza, de CaBi, recuerda que durante las presidencias de Vinicio Cerezo y Álvaro Arzú hubo descensos mayores y dice que lo único inédito es que la caída se haya sostenido durante tres años consecutivos y en dos administraciones diferentes.

Por otro lado, hablar del pacto Hambre cero permitió al presidente ahondar en sus programas sociales. “Durante 2012 se perfiló en el país el gasto social más alto de los últimos siete años,  nuestro primer año de gestión. Con un aumento del 6.2 por ciento, respecto al año anterior ascendiendo a Q25.7 mil millones”, dijo el mandatario y ensalzó la creación del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) y el apoyo a 800 mil mujeres con el  programa “Mi bono seguro”. Sus estadísticas, sus logros. Pero las cifras, ha dicho el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), no están claras.  El presidente también se vanaglorió de haber reducido la mortalidad infantil por desnutrición crónica a la mitad (de 22 por cada mil afectados a 11 por cada mil). Sin embargo, los datos del Centro Nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud muestran que para el 27 de octubre de 2012 habían muerto 123 personas de un total de 10,432 afectados. Hasta la misma fecha del año pasado, la cifra de afectados era de 10,458. El documento no regista el número de fallecidos hasta esa semana, pero otros datos del Ministerio de Salud revelan que, al terminar el año, es decir, nueve semanas más tarde, la cifra ascendía a 125. Es decir, en todo 2011 se registraron dos muertos por desnutrición más de los que se llevaban este año a finales de octubre. En 2010, la cifra para todo el año fue de 105.

Después de esto sólo quedaba el tema fiscal. Ejecución presupuestaria al 31 de diciembre del 2012 del 96.1%, sin mencionar el gasto acelerado en el último trimestre y el traspaso del 23.32% del presupuesto, que en ocasiones disfraza los traslados como si fueran ejecución; reducción de la brecha entre ingresos y gastos totales de la Administración Central; incremento del 26.9% de la inversión extranjera directa; y, 123 mil 847 nuevos empleos formales. ¿Dónde quedó la diferencia de la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) y el Ministerio de Finanzas (Minfin) por la meta de recaudación? Ni un comentario.

Quizás el punto más difícil fue su llamado a la unidad, al “esfuerzo conjunto de todos”, al cierre de su discurso. Según dijo, no hablaba de un consenso pleno, porque este no existe, ni de ignorar o rechazar las diferencias de quienes no piensan como él y sus ministros. Pero el mismo era una reprimenda a sus adversarios políticos, a los grupos de sociedad civil contrarios al gobierno e, incluso, a los medios de comunicación, a quien acusó de solo ver la actualidad inmediata y a la coyuntura.

“Lo que Guatemala no necesita es esa actitud derrotista de que nada sirve, de que nada funciona y de que nada se compone, a pesar de la evidencia palmaria de que sí hemos logrado ir  avanzando”, dijo Pérez Molina, viendo de frente a la cámara, y luego le mandó un mensaje directo a la “oposición política artera”, a los diputados de Lider, y sus “intentos constantes por paralizar la acción del Gobierno”.

Tras el regaño, un nuevo llamado al diálogo, a “la necesidad de abordar nuestras diferencias y la conflictividad en la búsqueda de acuerdos para acercarnos a ese futuro común”. ¿Era un llamado al diálogo o una forma de dejar sobre el tapete que si las cosas no caminan no sería por su culpa?

Y ni una palabra de los errores cometidos en el primer año de gestión: el tratar de restringir la competencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el traspié en la creación de la Secretaría de Transparencia, los nombramientos fracasados de ministros y viceministros, los omnipresentes indicios de corrupción. Por ejemplo, solo una vez en todo el discurso mencionó la palabra “narcotráfico” y no fue para hablar de logros en su combate. No dijo que el PIB creció un 3%, una cuarta parte menos que en 2011; ni que el número de deportados creció un 26.84%, de 62,282 a 79,004. Destacó que el gasto público fue del 14% del Producto Interno Bruto y que eso suponía una mengua del 0,7% con respecto al año anterior pero obvió que los ingresos propios cayeron un 0.3%. El déficit fiscal cayó dos décimas, cuando Colom, que tras la crisis económica lo había llevado al 3.3% en 2010, lo había reducido a 2.8% en 2011. Tampoco se ganó un espacio en su intervención la masacre de Totonicapán y la decisión de tener soldados en funciones de seguridad pública. En todos esos puntos, guardó silencio fiel a la costumbre presidencial de solo contar lo bueno en sus informes anuales.

Aplausos y brindis. Y el presidente, por motivo de agenda, se retiró del acto. 

Con información de Enrique Naveda.

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