El sector empresarial organizado guatemalteco debe revisar cuidadosa y profundamente el papel que está desempeñando en la coyuntura actual.
Atribuido al filósofo Séneca, el Joven, del Siglo I, es el principio muy sabio errare humanum est, errar es de humanos, que se amplía con sentencia moral en la epístola 57 de San Jerónimo entre los Siglos IV y V, Igitur quia et errasse humanum est, et confiteri errorem prudentis, ya que haber errado es humano, admitir el error es propio de gente prudente. Bien harían los líderes empresariales, especialmente los aglutinados en el Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (Cacif), en estudiar y meditar estas máximas filosóficas, y adoptarlas como directrices para sus actuaciones.
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Esto porque ya antes se han equivocado garrafalmente al apoyar gobiernos, dignatarios y funcionarios corruptos. Por esos errores, algunos de sus operadores han pagado con cárcel y persecución penal por delitos asociados a actos de corrupción.
Sin embargo, la Cámara de Industria de Guatemala (CIG) realizó un evento en donde el señor John C. Maxwell, en una actitud lambiscona y vergonzosa, se dedicó a adular a Consuelo Porras, a la sazón Fiscal General y Jefa del Ministerio Público. Con esta acción, el liderazgo de los industriales guatemaltecos no solo demuestra una enorme imprudencia, sino un agresivo y descarado menosprecio al pensar y sentir de la ciudadanía guatemalteca, embarrándose de toda la porquería en la que se revuelcan Porras y toda su gavilla de delincuentes y corruptos.
Por supuesto, este error no lo ha cometido todo el empresariado guatemalteco, entiendo que ni siquiera todo el Cacif. Existen estudios académicos que comparan las organizaciones empresariales centroamericanas, y dentro de estas, el Cacif destaca por sus divisiones internas, y su dificultad para tomar decisiones.
Por varias razones, el sector empresarial organizado en conjunto debe reflexionar y analizar con sentido autocrítico acciones como esta de la CIG. Primero, y quizá la más importante, porque hunde aún más la imagen y la legitimidad del Cacif ante la ciudadanía. Sé que los cuadros técnicos y los estrategas de esa organización empresarial saben muy bien que no gozan de niveles altos de apoyo y credibilidad ante la mayoría de la ciudadanía. Por esta razón, ¿cuál es el valor estratégico de hacer un evento para adular a un personaje que, junto a Giammattei, está en el fondo de la impopularidad y el rechazo ciudadano? ¿Tanto valdrán los favores que Porras pueda hacerle a un par de industriales procesados penalmente y que les urge comprar impunidad?
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Pero también puede que sea una torpeza hacia lo interno del empresariado. Las divisiones internas dentro del Cacif quedaron evidenciadas con la salida temporal de la Cámara de Comercio de Guatemala, justo porque algunos grupos empresariales insisten en apoyar a Giammattei y a Porras. ¿Cuál es la estrategia de la CIG al realizar este evento, profundizando las divisiones internas dentro del Cacif, en vez de mitigarlas?
Y, además, una torpeza también hacia afuera de Guatemala. Es un escupitajo al rostro de las autoridades estadounidenses, que por algo incluyeron a Porras dentro de la lista Engel. ¿Qué pensarán los estrategas del Cacif en cuanto a que esta acción podría convencer de la conveniencia de que las sanciones estadounidenses no alcancen solamente a los políticos corruptos, sino también a los empresarios que los apoyen? ¿Habrá tomado en cuenta la CIG que estas propuestas están en discusión y consideración?
El sector empresarial organizado debe demostrar que es más que un grupo de gente con dinero e intereses egoístas. Que aspira a ser un sector ciudadano prudente, que escucha, comprende y respeta sentires ciudadanos como el rechazo a Porras.
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