El actual presidente estadounidense, Donald Trump, era considerado solo como un hombre de negocios y de entretenimiento con actuaciones a veces burdas. Mientras tanto, en Guatemala se discutía el Código de Migración, un merecido y por mucho tiempo esperado paso hacia la búsqueda de los derechos de los pobladores desesperados, pero con algunas esperanzas. El tema del desarrollo no había sido vinculado con la migración. Su ausencia solo se mencionaba como un difuso factor de la expulsión.
Como los tiempos cambian sin que a veces nos demos cuenta, la política de Trump ahora se orienta hacia una disminución drástica de los flujos migratorios, aunque, de manera paradójica, los flujos no parecen cesar. A la vez, la política de cooperación, con sus proyectos y con varios sectores políticos y económicos gracias a estos, ha experimentado una clara ampliación del enfoque de trabajo respecto a la migración. Bajo el lema de combatir los orígenes de la migración se habla del retorno y de la integración laboral, pero de igual manera se ha dado un giro hacia la importancia de la remesa. Los bancos, la construcción y otros sectores económicos reflexionan sobre cómo lograr que las transferencias de los guatemaltecos puedan tener un mayor impacto en el desarrollo, según la definición que cada uno tenga de dicho término. Hace pocas semanas, el Ministerio de Economía anunció el primer borrador de una iniciativa de ley que busca cofinanciar con fondos municipales y estatales posibles inversiones por medio de la remesa. Aunque este gobierno tiene pocas posibilidades de convertir este plan en realidad, el tema está en la mesa y difícilmente desaparecerá.
Según mi opinión respecto a la remesa, la academia y las organizaciones sociales no deberían quedarse en el discurso defensivo de que la remesa solo es un ingreso personal. Aunque esto sea en parte cierto, la discusión está en marcha con o sin la presencia de amplios sectores. De nuevo tenemos que visualizar el desarrollo que queremos para lograr empleos justos y una disminución de la pobreza y de la desigualdad.
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La primera instancia que incluye estas preocupaciones en su temario fue fundada apenas en 2018: la Plataforma Migración y Desarrollo, una red conformada por seis organizaciones nacionales (la Flacso, el Incedes, la Menamig, la Maestría en Desarrollo de la UVG, la Asociación Pop No’j y el Icefi). Como sucede dentro de cada instancia recién establecida, aún discutimos detalles mientras el trabajo ya se ha iniciado. En 2018 organizamos un intercambio en Quetzaltenango. Sesenta y cinco organizaciones discutieron sobre los temas remesa y retorno. Entre los interesados nos encontrábamos representantes de cooperativas y algunos del poder local, así como pequeños empresarios y, sobre todo, organizaciones sociales de los departamentos que han entendido que la ausencia de estos debates no ayuda. Durante el año en curso habrá también intercambios en San Marcos, Huehuetenango y finalmente la ciudad capital. Son las experiencias y el conocimiento de las insuficiencias locales lo que nos permitirá contribuir a la creación de propuestas locales y nacionales que busquen soluciones sistémicas.
No podemos seguir ignorando que la economía formal de Guatemala apenas tiene ocupado al 30 % de la población económicamente activa y que la economía, más que ser exportadora, se ha convertido en una de remesas. Las transferencias de estas aumentaron a un ritmo vertiginoso, mientras que al mismo tiempo se incrementó la pobreza en el país. Es muy probable que la existencia de estas remesas en las zonas rurales solo oculte un deterioro peligroso de las condiciones para un desarrollo local, sostenible e integral. Ante esta situación, la plataforma es un interlocutor que busca servir de enlace entre los departamentos y la capital, entre organizaciones sociales y la economía o la política.
Los derechos humanos son para todos: migrantes, sus familiares y los que no migraron. Es por eso que tenemos que aprender a pensar en los derechos a migrar y a no migrar. Es allí donde los derechos de las personas demandan la inclusión de temas sistémicos, por ejemplo la estructura de la economía, los sectores que la componen y su impacto en la migración, entre muchos otros.
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