Para mí, ambas posiciones son estrategias políticas; juegos publicitarios. Pero, superada la etapa publicitaria, es necesario sentarse a hablar del tema en serio. Por ello, espero que nadie se esté tomando en serio que la discusión de incentivos fiscales como dogma de fe y que podamos discutir con base en evidencia local e internacional, así como tomando en cuenta las características de la institucionalidad guatemalteca.
Pongamos un ejemplo. Supongamos que la Empresa Pelotas cuenta con una rentabilidad antes de impuestos del 15% sobre sus ventas. Si paga un ISR del 25%, tendría que pagarle a la SAT un 3.75% de sus ventas. Suena poco, pero no olvidemos que es un 25% de las ganancias de la empresa.
Ahora bien, ¿será posible que la única forma del Gobierno de mejorar el ambiente competitivo, impulsar el desarrollo económico, así como promover la inversión y el empleo, sea mediante la política fiscal? Yo creo que no. Por ejemplo, el Banco Mundial determinó que los costos de una mala logística implican un 20% de los costos de una empresa en Etiopía. ¿Qué significa esto? Vamos paso por paso:
- Si Empresa Pelotas tiene una rentabilidad del 15% sobre ventas, es porque cuenta con costos totales del 85% (100-15=85).
- De los costos totales, el 20% es costos de mala logística. Esto es equivalente a decir que la empresa paga un 17% de sus ventas como costos generados por mala logística (85*20=17).
- ¿Es eso mucho o poco? Bueno, Empresa Pelotas paga 3.75% de sus ventas como ISR, mientras que paga 17% de sus ventas en costos de mala logística. ¿A qué debiera prestarle atención la empresa? ¿A las políticas vinculadas con carreteras, puertos, aeropuertos y aduanas del país, o a las políticas de la SAT?
El contra-argumento tiene mucho mérito. ¿Qué tan confiable es el compromiso del Gobierno de realizar las reformas necesarias para mejorar la competitividad del país? El sector eléctrico mantiene precios altos y la posibilidad de generar energía limpia, vía hidroeléctricas, se complica cada vez más. El salario mínimo no guarda congruencia con la necesidad de generar empleo formal en el interior del país, donde el promedio educativo es menor a quinto primaria. La cantidad y calidad de las carreteras no ha mejorado para las necesidades del país. Así que, muchos prefieren pelear por ahorrarse ese 3.75% a ganar el 17%, porque saben que la otra batalla no ha logrado resultados tras tantos años de lucha. ¿Será diferente en esta ocasión?
Además, tienen otro argumento importante. No podemos olvidar que en un mundo globalizado, los inversionistas tienen más opciones para elegir. Por ello, si bien no tenemos que ofrecer lo mismo que se ofrece en otros países, sí tenemos que mantenernos lo suficientemente atractivos. No podemos olvidar que las empresas que podrían generar cientos de miles de trabajos formales en el país están siendo atraídas, mediante incentivos fiscales y de otro tipo, en Nicaragua, Honduras, Vietnam, Haití, Etiopía, etc. ¿Seremos nosotros tan atractivos como para no necesitarlos? ¿Estamos realmente resolviendo esos problemas?
¿Podremos hablar de incentivos fiscales de forma seria en Guatemala? No sé. Tal vez aún no tenemos la madurez para hacerlo. Pero espero que el día venga pronto.
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