La cobertura de los medios nacionales ha sido muy generosa en señalar los presuntos vínculos y acciones de Gustavo Martínez, el Rey del Tenis, Juan de Dios Rodríguez, y otros tantos nombres que se han convertido en figuras de dominio público a partir de este proceso. Pactos y negociaciones han sido denunciadas a través de las imágenes que dan cuenta de mensajes de texto, grabaciones de conversaciones comprometedoras y otros medios que no deberían desaparecer por la falta de memoria colectiva.
¿Qué pasó? El sistema creado en los años ochenta, que buscaba crear contrapesos en la presencia de la academia y el gremio profesional de los abogados, ha chocado de frente con una realidad de captura de estas entidades, que no las hace cumplir con el cometido de frenar la voracidad de los partidos políticos o de otros grupos. Las postuladoras son la suma de los defectos de un sistema clientelar en esencia, permeable a la influencia de grupos de poder y excluyente.
De esta forma, la presencia de facultades de derecho sin alumnos ni graduados, el rol de Colegio de Abogados como un condensador de grupos facticos, la influencia de diferentes operadores de los poderes tradicionales y emergentes, la secretividad de las sesiones que debieron haber sido públicas, la existencia de una presunta lista de tachados por una embajada, y hasta aquellos comisionados que sacaban fotografías de expedientes con sus teléfonos celulares, le dieron características casi circenses a las postuladoras, que fueron literalmente acribilladas por recursos de amparo, la mayoría de los cuales continúan pendientes de resolución en la CC.
Sin embargo, nada expresa mejor las dimensiones de este particular caos, que los casos de “yo te elijo, tú me elijes”, eufemismo que explica los conflictos de interés entre quienes son postuladores en una comisión, y postulados en otra, como resultado del diseño que permite a miembros de las Salas de Apelaciones participar en la postuladora para Corte Suprema, y viceversa, o de la omnipresencia del Colegio de Abogados en cada comisión.
¿Puede un sistema de justicia conformado en esta manera, rescatarse a sí mismo de las dudas que surgen en torno a la idoneidad de sus miembros? parece bastante probable que la prioridad de quienes conforman los tribunales, será la defensa de los intereses de quienes condujeron los hilos para instalarlos en esas posiciones. Y en un panorama como este, queda claro que quien pierde es el Estado de Derecho.
Lo que viene a continuación será un ejercicio de pragmatismo. Este es el sistema de justicia con el cual el estado, la ciudadanía y la cooperación internacional deberán trabajar. Pero ese mismo sentido de privilegiar lo inmediato, debe llevarnos a dibujar el horizonte de un sistema de carrera judicial que elija a los jueces de acuerdo a sus méritos profesionales y bajo parámetros establecidos en la ley. En este sistema el Colegio de Abogados y facultades de derecho no deberían tener parte, o su participación debería estar muy limitada.
En otro orden, entre las muchas víctimas de denegación de justicia que va sumando el sistema, destaca una que espera desde hace algo más de un año, a que los magistrados de las salas de apelaciones conformen el tribunal que conocerá su caso. Los magistrados de estas salas no lo hicieron durante todo este tiempo, alegando, entre otras razones, que decidir este caso podría resultar perjudicial para sus carreras, dada la cercanía de las comisiones de postulación. Ahora que estas han pasado, ya no hay más pretextos para decidir este recurso. Como corolario del proceso de las comisiones, ¿debemos preparar el ambiente para la amnistía para un General retirado?
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