Nada más falso. Es verdad que para una empresa el pago de impuestos constituye un costo. Pero es un costo como cualquier otro, como pagar salarios, servicio de agua y energía eléctrica, etcétera. Es una lógica miope pensar que ese costo limita la posibilidad de contratar nuevos trabajadores.
Un sofisma típico de quienes son incapaces de ser competitivos de verdad. Los emprendedores de verdad, los que sí lideran el éxito empresarial, son capaces de generar ganancias cumpliendo a cabalidad con sus responsabilidades. El emprendedor exitoso no necesita privilegios para salir adelante, y es el que luego de cumplir sus responsabilidades, pagar salarios justos y más, respetar las leyes y el medio ambiente, es siempre socialmente responsable.
Pero acá muchas veces la generación de empleo y una mal concebida “responsabilidad” social empresarial es un simple pretexto para hacer berrinche por las obligaciones tributarias. Cada vez que se enfrenta la responsabilidad de ser solidario con el resto del conglomerado social, son casi inmediatos los lloriqueos amenazantes de pérdida de empleos o reducción de beneficios para trabajadores. Es como si los trabajadores y la sociedad en general estuviésemos sometidos a un chantaje permanente de privilegiados que nos hacen el favor de dar empleo, por lo cual además, según ellos, debemos estar agradecidos.
¡Qué concepción más retrógrada y equivocada! Admiro honestamente a los empresarios de verdad que sin tanta bulla cumplen con sus responsabilidades, son honestos y eso les alcanza y sobra para ser solidarios. De verdad, creo que a Guatemala le hacen falta muchísimos más de estos empresarios que no necesitan exenciones fiscales para competir, subsidios estatales para empezar, apellido y “cuna” para ser alguien, o funcionarios y diputados corruptos para salir adelante. Son empresarios que pagando impuestos y salarios justos, gozan de verdadera libertad para invertir y crecer.
Cuando hablan de atraer inversiones, me gustaría que atrajésemos empresarios de los buenos. Lo malo es que ellos no se sienten atraídos por sistemas de privilegios, en los que un grupo se cree con derecho para calificar de bueno lo que les gusta y conviene, y de atacar lo que no les gusta, retorciendo la opinión pública. Éstos no vienen a sistemas en los que se defiende y “justifica” el trabajo infantil o el racismo.
Pero además, el imperio actual de los empresarios que nos amenazan con pérdida de empleos, que sólo pueden subsistir vía privilegios y la falta de competitividad, de “clubes” con acceso exclusivo al crédito, la banca fuera de plaza (off shore), secreto bancario y exenciones fiscales (maquilas y zonas francas), aplasta desde injusta discriminación de precios y posición de dominio a los empresarios locales, menospreciándolos como “puchiteros” sin cuna o apellido.
A Guatemala le urge emprendedores que trabajen más y que lloriqueen y amenacen menos. Nos urge una visión de largo plazo y no la miopía de corto plazo, en la que el pago de impuestos se sienta como una responsabilidad democrática y el pago de los salarios a los colaboradores, una satisfacción. Que sepa alzar la voz enérgica y bien sustentada, no para eludir responsabilidades como el pago de impuestos, pero sí para exigir responsabilidad y efectividad en su uso (como la transparencia, calidad y efectividad del gasto público).
Me gusta cuando la sociedad, empresariado organizado incluido, levanta la voz por algo legítimo, responsable y democrático como un Estado efectivo y libre de corrupción. Nos condena al atraso cuando esa voz se levanta por motivaciones egoístas y miopes, peor para sugerir amenazas chantajistas como pérdida de empleos.
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