El proceso electoral que ya nos envuelve parece estar predestinado a más de lo mismo: enfrentamientos entre partidos, no a partir de propuestas, sino como formas artificiales para advertir que las opciones son distintas; pronósticos de violencia electoral que gradualmente se confirmen con hechos concretos; pugnas entre financistas, diferencias entre quienes representan los capitales tradicionales y los emergentes intentando tomar control de partidos a quienes se les utilizan como carne de cañón para propósitos que están por encima de lo puramente electoral; personajes tradicionales se reciclan y aparecen como revestidos de nuevas máscaras. Sin embargo, ese escenario parece llevarnos hacia un engaño colectivo. En política, no necesariamente lo aparente y lo visible es lo decisivo.
Las elecciones son determinantes para analizar nuevas tendencias, nuevas lógicas de relacionamiento entre sectores y modalidades distintas de hacer negocio. El aparente aburrimiento a que nos tienen acostumbrados los partidos, esconde nuevas fórmulas que después de pasadas las elecciones, se tornan en regulares, comunes y corrientes. Un ejemplo a considerar es lo que pasa en el partido UCN. Se ha reciclado, intenta salir con nuevos brillos aunque de la mano de personajes obscuros del pasado inmediato. Para el asombro de algunos, recientemente se le han sumado empresarios que provienen de familias tradicionales.
¿Es esta una muestra que la derecha tradicional quiere poner los huevos en distintas canastas? O quizás se trata de un fenómeno de desplazamiento de los financistas emergentes que han controlado la nueva época del partido? En todo caso, se trata de comportamientos no tradicionales, relaciones entre sectores y personas a quienes pocos pensarían que se sentarían juntos en la misma mesa.
De eso se trata la política, de pensar en lo impensable. Nada es casual. De allí que ya no aplique la tendencia que el partido que encabece las intenciones de voto se sienta ganador y solo deba mantenerse en la zona del confort. Nada está escrito a estas alturas del proceso, especialmente cuando el juego se dirime en una cancha estrecha, marcada con límites difusos.
Este intento de nuevas pautas políticas, se ve amenazado por una tendencia creciente que aparece con fuerza de cara al próximo evento electoral. Me refiero al reciclaje de personajes políticos tradicionales, que ahora aparecen revestidos de nuevos discursos, con actitudes que disimulan lecturas de antaño. No es lo mismo crear nuevas formas políticas, con la mutación de viejas prácticas.
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