Como en todo análisis de narcocorrido, la letra es fundamental. La pieza titulada ´Clave Zeta´ es interesante por una frase en particular, la expresión ´diploma de suicida´ con la cual el corrido quiere identificar a la primera generación de Zetas: Los primeros 40 GAFES que pidieron su baja (no desertaron) de las filas del ejército mexicano para unirse cómo mercenarios al narcotráfico. Reza la letra del narcocorrido: ´Somos 20 grupos zetas unidos como familia, los 20 somos la fuerza con diploma suicida, conscientes que en cada acción podemos perder la vida´. Diploma de suicida es simplemente, formación de soldados de élite.
La primera generación de Zetas comandada por Arturo Guzmán Decena era muy particular. Conformaban un grupo homogéneo, disciplinado y además exclusivo. Su cohesión era tal que luego de la muerte de su líder fundador (asesinado en un restaurante en Guadalajara) no se hicieron esperar las coronas de flores con dedicatorias del grupo: No faltaron ni en ese entonces, ni ahora, las demostraciones de cariño. La tumba de Guzmán Decena siempre se encuentra arreglada, no importa en cuál temporada del año usted la visite.
Es un hecho interesante el de las manifestaciones de aprecio a los narcos fallecidos. Si uno visita por ejemplo el cementerio de narcotraficantes más famoso de México, Jardines de la Humaya en Culiacán, se dará cuenta que nunca hacen falta los grupos de música que cantan a los pies de las tumbas, tampoco las flores y las botellas de licor. Los narcotraficantes que en vida eran enemigos acérrimos, en la muerte descansan prácticamente muy cerca el uno del otro. Lo que resulta interesante es el hecho que, si en los Carteles que no tienen ´el diploma de suicida´ el respeto hacia ´los caídos´ es un práctica común, mucho más entonces lo es en grupos que históricamente pudieron producir un espíritu de cuerpo.
Cuando los enfrentamientos entre los Zetas y el Cartel del Golfo tocaron su punto más crítico, era impresionante contemplar el nivel de fuego de esta organización militar hecha Cartel. Las fotografías del enfrentamiento sucedido en Ciudad Mante Tamaulipas mostraban una precisión de disparo increíble y una economización del arsenal. Los Zetas pudieron arrebatarle esta entidad al Cartel del Golfo. Y no sería la única, su arrogancia los ha hecho disputar el Estado de Nuevo León peleando ´la buena batalla´ en contra de los ahora socios, Cartel del Golfo y Cartel de Sinaloa. Pero las cosas parecen cambiar, las fotografías de las recientes balaceras en Monterrey –acreditadas a los Zetas– muestran continuamente´ parábolas´ de agujeros de balas en las paredes, con lo cual parece ser obvio que quien disparó simplemente no pudo controlar el arma y carecía del adiestramiento. Este hecho se ha visto no solamente en Monterrey sino en varias plazas donde los Zetas disputan el territorio.
Aunque los tanques de pensamiento en Estados Unidos otorgan a los Zetas al menos 22 Estados de la República Mexicana y el 75% del territorio Guatemalteco, pareciera que es claro la existencia de dos tipos de Zeta: a) Aquellos con alto nivel de entrenamiento y cuya aparición se da únicamente cuando es necesario ´abrir paso´ (como por ejemplo lo muestra la presencia de Lazcano en el homicidio de Juan León); b) el resto de la organización compuesta por cualquier miserable ser vivo que por menos de 1,500 pesos mexicanos decida apretar el gatillo para la organización. Siendo así las cosas, la ´tropa´ de los Zetas estaría conformada en su mayoría por muchachos de la calle, aspirantes a pandillero, lavacoches, carteristas…
No sabe uno entonces, si sospechar de ese aire de invencibilidad que se ha construido alrededor de los Zetas o aterrarse de cómo, a pesar de no ser hoy la organización disciplinada de antaño, aún así han podido poner en zozobra a un país completo (Guatemala), expandirse a Belice y haber recientemente puesto el pie en Argentina (al menos Lazcano).
Lo que sí es muy cierto es que la organización sigue buscando personas con diploma de suicida. La reciente colocación de militares guatemaltecos en la zona fronteriza con México, de no ser una operación monitoreada, podría producir la tercera fragmentación institucional hacia adentro de un ejército nacional que favorezca a los Zetas. Eso podría terminar de incendiar la región.
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