La primera definición de “casa” en el diccionario de la Real Academia dice que “es un edificio para habitar. “Champa”, en cambio, es una “casucha que sirve de vivienda”. Son pequeñas y mal construidas, explica.
Para la familia Miranda, la champa que construyeron es su casa. Son cinco miembros en la familia, y dentro de paredes, y techo, de telas y plástico, esperan a que pase la lluvia.
Junto con otras personas, los Miranda ocuparon, el 19 de agosto, los terrenos que están bajo ...
La primera definición de “casa” en el diccionario de la Real Academia dice que “es un edificio para habitar. “Champa”, en cambio, es una “casucha que sirve de vivienda”. Son pequeñas y mal construidas, explica.
Para la familia Miranda, la champa que construyeron es su casa. Son cinco miembros en la familia, y dentro de paredes, y techo, de telas y plástico, esperan a que pase la lluvia.
Junto con otras personas, los Miranda ocuparon, el 19 de agosto, los terrenos que están bajo las torres del tendido eléctrico ubicado en las inmediaciones del puente El Incienso.
Alrededor de 200 familias habitan ahí. Cinco metros fueron distribuidos cuadrados para cada una. En menos de un día construyeron sus techos y paredes. Los materiales: palos, telas, láminas, costales, nailon, y piedras. Unas piedras refuerzan el refugio, otras sirven de sentarse y esperar a que el Asentamiento Linda Vista Periférico (así le pusieron) se legalice.
La mayoría no tiene un trabajo fijo. Son comerciantes informales algunos, y escasamente ganan el sueldo mínimo (Q2,000 aproximadamente). Están cansados de pagar el alquiler, expresan los habitantes del nuevo asentamiento. Les cansa esforzarse por pagar más de lo que tienen: alquiler, alimentación, medicinas, vestuario y transporte, entre otras cosas. También les cansa, dicen, enfrentarse a los arrendatarios que no permiten niños.
El día a día es la inexistencia de agua potable. Y la falta de luz eléctrica, eso pese a estar al lado de las torres que la generan. El viento y la lluvia que cae sobre, y pasa bajo ellos, les recuerdan los vulnerable que son sus refugios.
Van a esperar, afirma convencida Doña Xiomara. Así lo hicieron aquellos que ahora viven a lado y bajo el puente, cuenta.
–¿Hasta cuándo van a esperar?
–Hasta que Dios quiera –responde.