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Guzmán Böckler o izquierdas, derechas, todo a la basura

“Le quitaron el sentido a la palabra diálogo, como a democracia y derechos humanos”
“Cuando alguien le dice que su abuelo era español, por un lado, le está mintiendo. Por el otro, le está ocultando que su abuela era india”
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Guzmán Böckler o izquierdas, derechas, todo a la basura

Historia completa Temas clave

Carlos Guzmán Böckler, sociólogo guatemalteco, experto en etnología y antropología, analiza la actual situación en que vive el país desde la llegada al gobierno de Otto Pérez Molina. Muestra su preocupación por la remilitarización y critica la “soberbia” y racismo de las clases dominantes como obstáculos persistentes al desarrollo, al tiempo que pide reinventar la ideologías para concordarlas con el presente.

Totonicapán, las granadas lanzadas en Mataquescuintla, la Ley de Desarrollo Rural, los narcos, Otto Pérez Molina, el diálogo o la militarización. Y después, la armada blanca, la casa de contrataciones de Sevilla, el Big Stick, Fray Diego de Landa o el añil, “porque en el fondo nunca fuimos nada más que la dependencia del exterior”.

Carlos Guzmán Böckler (Jalapa, 1930), abogado e investigador social, autor de libros sobre antropología y sociología como “Guatemala, una interpretación histórico-social” o “Colonalismo y Revolución: donde enmudecen las conciencias”, parte en sus respuestas de la Historia y vuelve a ella para analizar el presente de Guatemala, vincularlo al futuro y volverlo a tejer, con hilos de color rojo, a la década de 1944-54, a Arévalo y Arbenz.

Böckler reflexiona en una casa tipo canadiense, entre los cerros de Sacatepéquez, junto a su perra Lola. Su biblioteca, de 12,000 libros, fue donada al Centro de Formación de la Cooperación Española en Antigua Guatemala. Tiene 82 años y ya no le importa decir lo que los demás murmullan. Acusar a los altos mandos de ordenar los disparos en Totonicapán, de ser el responsable de atentar contra las mineras o mencionar que Alejandro Sinibaldi cobra su “mordida” por las obras adjudicadas. Un país con un racismo profundamente arraigado, “insatisfecho” de su identidad, ¿qué necesita? Construir nuevas ideologías, afirma, la izquierda ya expiró. Tendrán que ser los jóvenes. Pone como ejemplo al diputado Amílcar Pop, y pide retirarse a los que ya se les agotó el tiempo.

–¿Cuáles cree que fueron los hechos más destacados del pasado año?

–El más visible para toda la gente fue esa utilización de la fuerza policial y armada del Ejército en ese encuentro con los campesinos en Alaska, Totonicapán. Obraron con entera ventaja, puesto que los otros no llevaban ningún tipo de arma, y tampoco había agresión. Entiendo que quien ordenó eso, lo hizo como una forma de recordar a toda la gente de la región como se saben comportar, de la manera en que lo hicieron durante la guerra interna

–¿No cree que se perdiera el mando, como dijeron?

-No lo creo, al contrario. Estoy casi seguro, sin el casi, de que eso se consultó. Los soldados no actúan solos, siempre hay órdenes. El Ejército es esencialmente jerárquico y un soldado no puede tomar una iniciativa por su cuenta, tiene que ser ordenado o estimulado para hacerlo, era la finalidad. Pienso que la cuestión era ejemplarizante, esa era la idea, que quede claro que estas son las reglas, que ya las usamos muchos años y que las podemos volver a usar. Enfrentaban a gente inerme, como hicieron todo el tiempo antes: indígena, con muchas mujeres con niños en brazos, una manifestación campesina indefensa, es muy fácil y eso es lo que sabían hacer bien.

– Pero por las manifestaciones que hubo los días posteriores, no pareció que sirviera como una acción ejemplificante.

–Les salió el tiro por la culata. Fue ejemplificante, pero para ellos. El pueblo lo tomó como un desafío al que no supo responder de la misma forma porque no tiene los medios, las armas, a mano. Pero si quedó demostrado que la gente no quedó sumisa a las fuerza de ellos. Al contrario, que están dispuestos a protestar. Las reuniones que hubo en Totonicapán frente a los féretros fueron impresionantes. Esto está muy relacionado con esta ley de desarrollo rural, que finalmente da la impresión que de que no la van a aprobar. Y ese sí es un hecho muy grave, porque supone resolver mínimamente los problemas de la gran mayoría de la población.

Una falta de respeto al finquero

–Realmente esta ley no plantea cambios drásticos. ¿Por qué cree que hay un rechazo tan profundo? ¿Una actitud tan a la defensiva?

–Es la idiosincrasia de la Cámara del Agro, que hereda de la época colonial la soberbia y la grosería con que siempre se trató a la gente campesina. Piensan que la tierra es de ellos. Que los otros son nada más un estorbo que tiene que servir para ayudar, pero mejor si no existiera. No estoy razonando como razono yo, sino como ellos. Uno de mis hijos se dedica a la agrimensura, y fue a ver una finca hace dos años, en la región de Colomba Costa Cuca, Quetzaltenango. Iba caminando junto al hijo del dueño –él le calculó unos 33 años– hablando generalidades y de repente le dijo:  “la situación de Guatemala se resuelve matando unos tres millones de indios”. 33 años. Es la última generación. Y siguen pensando lo mismo que los que vinieron en el siglo XVI. Con el desparpajo mayor, como quien dice:  “sería necesario sembrar frijol en vez de maíz en este pedazo”. Solo repitió lo que dicen muchos. No sé hasta qué punto se dan cuenta de que sin ellos no comerían.

–Entonces considera que se oponen a esta Ley simplemente por considerarla una falta de respeto.

–Es el desprecio profundo, es la peor herencia que nos dejó el régimen colonial. Nos dejó el racismo, metido hasta el fondo, como una ideología básica de esta sociedad. Y cualquier ideología política, como además son importadas, no llega a calar en la forma que esta se formó. Porque se formó en un terreno de absoluta desigualdad social. Eso sigue, cualquier avance o derecho que pueda pedir un campesino, el finquero lo considera un atentado a su dignidad, ¿cómo va a ser posible que alguien le venga a pedir algo que él no ofrece? Consideran que es una falta de respeto a los señores. Para eso sirvió el ejército, durante 36 años.

 El maletín para Sinibaldi

–¿Cree que se va agudizar la situación con el actual gobierno de Otto Pérez, durante los tres próximos años?, ¿o que va a seguir más o menos tranquila?

–Yo creo que va a ir en declive, que va ir perdiendo simpatías. Además, en Guatemala, parte de la actitud que se supone que debe tener la gente ante un gobierno, es que el Gobierno no sirve. Eso sí, éste hace todo lo posible porque no sirva. Pero está muy corto todavía el primer año, aunque ya ha desilusionado a muchos.

–Sobre todo la corrupción.

–Tengo un familiar* que tiene una empresa para arreglar carreteras, y le dieron un contrato, no hace mucho. Y andaba buscando algo, un maletín, donde le cupieran 30 mil quetzales en efectivo, porque para que firmaran el contrato tenía que entregar ese dinero. De una vez le dijeron: 15 por ciento para el ministro (de Comunicaciones, Alejandro Sinibaldi) y lo otro es para cumplir ciertas exigencias y para los empleados. Pero en efectivo, que no haya cheques, lo toma o lo deja. Como le digo, 15 por ciento para el ministro. Así, a lo bestia, sin tapujos.

–¿Y cree que se va a militarizar más todavía?

–Yo entiendo que sí, eso está entre los grandes males de 2012. Esa militarización absolutamente innecesaria. Además de destruir una policía que deberían de haber robustecido desde el ámbito civil. Y en vez de hacer eso, lo que han hecho es darle al Ejército la función de policía sin que esté preparado para eso. Porque el Ejército solo puede servir para dos cosas aquí: para matar a la gente o para ir a ayudar cuando hay desastres. Y como guerra exterior no hay, no queda más remedio que el enemigo interno, que somos todos nosotros. A parte de eso, no les han enseñado ninguna técnica policial, ni mucho menos. Esa militarización, además, la están promoviendo muy fuertemente en los pequeños pueblos.

–¿Por qué cree que están haciendo eso?

–Me imagino que para evitar cualquier tipo de oposición que pueda surgir, y para neutralizar a los que surjan.

“Aquí no es un voto entre laboristas y conservadores”

– Pero el pueblo votó a Otto Pérez Molina.

–Los habitantes ven la tónica de un gobierno como se ve en la teoría que nos enseñan, pero nunca hemos podido ver en la práctica. Aquí, la democracia, las libertades, son cosas que se discuten en un aula, pero que usted no va a discutir en el campo. Nadie le va a entender qué está diciendo. Allí, la brutalidad del patrón o del finquero es lo que está a la vista. El asunto está en que en Guatemala esperan que las elecciones sean como en países como en Inglaterra, donde el votante es bastante consciente de lo que va a hacer. Aquí, en una comunidad indígena lejana y empobrecida no importa quién llegue al poder, porque va a ser lo mismo, no va a cambiar nada. Solo el hecho de que le paguen por su voto, en algunos casos. Y, en otros, neutralizar al que le puede llegar a matar, a violar a su mujer, a su hija, a su madre. Y eso es lo que hace Otto Pérez Molina en su promesa de combatir la violencia. No hay ninguna experiencia en el país que demuestre que en las urnas se pueden resolver los problemas políticos. Y aunque la población ladina haya podido votar con cierta facilidad, no así la población indígena. En los años 44-54 fue cuando también se involucraron algunas poblaciones indígenas, sobre todo con la reforma agraria. Es una excepción en la historia de aquí.

– ¿Cómo es posible que esa excepción sucediera hace 60 años?, ¿que no se haya vuelto a dar?

–Porque lo que vino fue peor. Esa política maldita exterior de los republicanos de EEUU, el aferramiento de la URSS, que estaba como zampado. Y el que no está conmigo está contra mí. Unos eran comunistas y otros eran anticomunistas, porque así es como lo decidieron en esos dos países. Y decidieron que este era un país por definición anticomunista. Y que al comunista se reservaban el derecho de calificarlo como un enemigo. Por hay algunas entrevistas que hicieron unos periodistas norteamericanos que llegaron a Nebaj, precisamente cuando este señor (Otto Pérez Molina) estaba allá. El tipo habla con mucha cautela, no se deja ir mucho, no se compromete demasiado. Pero el segundo de abordo era (Byron) Lima, el que mató a Gerardi, a ese que acaban de sacar por buena conducta. Ese sí se soltó completamente, con la forma más burda de repetir el manual de los  “rangers” norteamericanos:  “es que el comunismo internacional actúa así”. Y el comunismo internacional eran los ixiles. Campesinos desprotegidos, desprovistos de armas. Y los tipos convencidos de que ellos estaban combatiendo el comunismo internacional. ¿Qué era el comunismo internacional? No se lo preguntaban, pero era algo muy malo, sin duda. Y seguían haciendo las peores tropelías, que para su machismo era un halago, porque se es más hombre cuanto más cobardemente se ataca a los demás. Los niños sobrevivientes de estas masacres, que ahora son adultos, ¿cree usted que ahora iban a ir a votar? Qué iban a sacar con eso. Ellos le temen a lo que es temible, es la capacidad de matar y de quebrar impulso de esta gente.

–No me deja de sorprender que en Nebaj voten FRG o Patriota

-Son los cooptados, muchos ex PAC. Pero no es tan sencillo. No es un voto entre laboristas y conservadores en la Gran Bretaña, ni esa idea de que la democracia es la que prima. No hay tal democracia. Tampoco hay partidos, son partidas de gente.

–¿Partidas de corruptos?

–Partidas de políticos malos.

–¿Cree que el hecho de que Otto Pérez haya salido como presidente está tensando el ambiente? Estas marchas, bloqueos….

–Álvaro Colom era abiertamente tolerante hacia eso. Siempre decía:  “es un derecho que tiene la gente” y lo recriminaba la iniciativa privada, que si las pérdidas del comercio, que los millones, que no sé cuantas cosas. Los mismos argumentos para retirar el aguinaldo ahorita, que la empresa tiene que salvarse... Pero en realidad yo pienso que todas estas habladurías que hace toda esta gente tienden a conservar ese orden de la derecha. Si aquí la gente no se ha muerto porque maneja la medicina natural… La medicina natural ha hecho sobrevivir a la gente. Porque es buena. Toda la política económica del país ha sido desamparar a toda la gente.

-¿Y cree que cada vez la gente está más desamparada?

–Siguen con la idea de que lo tienen que privatizar el sistema de salud para volverlo un negocio. Aquí solo somos apéndices de lo que pasa afuera. Los grandes problemas que han acosado a nuestra población desde el siglo XVI han provenido de fuera. En el XVI fue Europa, y después los EEUU, que en gran medida son un trasplante de Europa. La United Fruit Company, Ubico… Ahí es cuando se hace el desequilibrio del mercado con Europa, queda todo en manos del mercado norteamericano, es la época del la diplomacia del dólar, de la política del  “big steak”, “el gran garrote”, decían. El partido liberal y conservador, que eran rivales internos, en realidad eran servidores de los otros. O sea, que esta oligarquía nunca ha podido subsistir sola porque siempre necesita de un colonizador externo. Desde la época colonial sigue un solo ritmo: uno o pocos productos que, con casi sin ninguna transformación, son puesto en el mercado internacional y es ahí donde se decide la cuota y el precio. O sea, estos no pueden vender en un mercado libre. Nunca lo han tenido. Allá se ponen los precios y las cuotas, desde la época del imperio español, con el añil, en la casa de contrataciones de Sevilla.

Burguesía de servidumbre

–Entonces el poder de la burguesía queda restringido a lo interno.

–Si seguimos la idea del marxismo de que la burguesía es la que manda, aquí no ha habido jamás burguesía, porque para ser burguesía hay que ser dueña de los medios de producción, y tener un proyecto de nación. Y eso no ha habido. De parte de los grupos ricos nunca ha habido un proyecto de nación.

–Ellos solo quieren algo que les permita seguir ganando dinero…

–Eso. Ellos siguen pendientes de lo que pasa en el exterior. Así como en la época colonial, imagínense, a tres meses de navegación de un barco, de un puerto, que vivían pendientes de las noticias ya trasnochadas que llegaban. Siempre había predilección de esa gente por los casimires, por los sombreros, símbolos de prestigio. Y en la medida que el péndulo se mueve a EEUU es la admiración total hacia el conjunto, sin tener una idea exacta de que eran los EEUU. En ese papel, ¿qué es lo que le importa a un Pretti, a una gente así? Tener asegurados los compradores de sus productos y, además, sacar de los salarios para aumentar su ganancia, ya que no pueden aumentar ganancia de lo que venden hacia afuera. Porque afuera les dicen lo que van a comprar y lo que van a sacar, y punto. Lo toman o lo dejan. Esto es como llevar la ropa a la lavandería.

–Y entonces, si no es burguesía, ¿qué es?

–Si vamos a buscar el término burguesía, Flores Alvarado (Humberto Flores Alvarado, antropólogo y sociólogo guatemalteco), que ya se murió, decía “burguesía de servidumbre”. Quizá ese nombre sería un poco insultante, pero no errado. Creo que es una clase dominante, absolutamente ligada a los intereses de la metrópoli de turno. A esto ayudó mucho el racismo. Esa ideología, porque esa sí es ideología, que se genera en tiempos de la colonia. El mestizaje es un fenómeno muy doloroso, que nace con la violación y el estupro. La posición del mestizo siempre fue indecisa. Una indecisión emocional, profunda, resentida pero encubierta. Una insatisfacción de uno mismo, y eso se traduce en una ambivalencia muy grande. No sé si ha tenido ocasión de platicar con la gente que le resulta diciendo que su abuelito es español… y no es cierto, es completamente falso. Esta era una colonia pobre donde lo que menos vino fue personal peninsular, esos se fueron a México y a Perú, porque allí estaba el oro y la plata. Aquí no, la presencia de peninsulares era muy baja. Así que el que está diciendo que su abuelo es español está mintiendo, y por otra parte no está diciendo que su abuela es india.

“Mataron a todos los que sí manejaban los baktunes”

– Hasta en las personas más formadas, cultas, escucho comportamientos racistas.¿Cuál es el motivo de que siga tan presente?

–El racismo es mantenido, ligado y amarrado firmemente con la desigualdad y la explotación. Y por supuesto, la diferencia económica trae como consecuencia inmediata la diferencia cultural. No dejar que la gente alcance los conocimientos que en este momento se les dan a muchos pobladores del mundo. Eso aquí se les niega. Si se le da escuela es de una calidad malísima, y la universidad también, una deculturación permanente.

Y hay otro elemento que juega un papel muy fuerte, ese sí es absolutamente ideológico: el papel que jugó el cristianismo en América en general, que mata la concepción del mundo y de la vida que tenía la gente aquí, sin tomarse el más mínimo trabajo de averiguar en qué consistía. No hubo ningún intento de comprender la mentalidad de las personas a las que estaban tratando. A las cuales vinieron a atacar sin provocación ninguna. Nada más a someterlos. Atormentaron a la gente durante 300 años. Mataron a las élites intelectuales, que eran los que sí manejaban los baktumes y todo eso. Y lo peor, quizá, es lo que hizo Fray Diego de Landa, quien después sería obispo de Yucatán, un franciscano que reunió todos los escritos, los códices redactados por la cultura maya, y los quemó en un auto de fe en Yucatán. Al suprimir a todos los dirigentes intelectuales, los que quedan es gente muy acongojada, y la mayor parte no tenía el nivel de conocimiento de los otros. El hombre común, la mujer común. Ellos fueron quienes recordaron, hasta donde pudieron, los rituales y todo lo que había. Tuvieron que reestructurar un mundo que se había deshecho, con elementos muy dispares y muy poco enlazados lógicamente con lo que había antes.

–Entonces, ¿puede decirse que ahora la población indígena no tiene una cultura propia?

–Bueno, la han reelaborado en las cuestiones prácticas, las relaciones familiares. La identidad se puede leer mucho en los idiomas, es un pueblo que llegó a escribir, al que le fue totalmente dada la escritura, mantienen aquí vivos como 18 idiomas. Eso quiere decir que la identidad es muy fuerte, ya que un idioma no es el resultado al azar de una cuestión, sino un proceso histórico. Y, desde luego, cada idioma refleja una concepción del mundo y de la vida. Esa es otra razón por la cual el mestizo no tiene raigambre. No hay una identidad, no se puede entender. Esa ambivalencia, que se acelera mucho en las clases medias, porque es una duda en sí mismo, no se quiere ser lo que se es, pero no se puede dejar de serlo. Es una sombra.

–¿No cree que los mestizos ya son algo por sí mismo, después de tantos años?

– Claro que sí. Son la insatisfacción de algo que no se puede cambiar.

 Violencia, pueblos guerreros y sacrificios

– ¿A qué cree que se deben los actuales índices de violencia?

–Mire, posiblemente, antes de la llegada de los españoles aquí la violencia no era la ocupación principal. Yo le doy un elemento de prueba, por qué ganaron tan fácilmente las batallas estos señores, hay una respuesta cultural profunda. Europa es un subcontinente que nace primero como apéndice del centro de Asia. Su expansión es guerrera, y así lo mantuvo siempre. Entonces hay una tradición militar, de conquista, de agresión y de destrucción en toda la cultura europea.

–¿No eran los mayas también un pueblo guerrero?

–A eso voy, usted lo que puede ver aquí antes de la colonización es el poco desarrollo de las armas. No eran guerras de conquista, no se liquidaba al vencido, se tomaban prisioneros para sacrificarlos, esa era la cuestión. Pero la historia siempre pasa recibo.

–Aquí de momento no han pasado recibo.

–Va a pasar, tiene que pasar.

–Muchas veces oigo decir que la situación de violencia es consecuencia del conflicto armado ¿Qué tan cierto es?

–La agudización es consecuencia. El conflicto empieza desde las desigualdades forzadas de la invasión. Los 300 años de coloniaje y los de falsa vida independiente, que ya estamos a las puertas de los 200, que han sido sumamente tristes, salvo el periodo del 44 al 54, que fue un intento. Usted no va a componer en 10 años lo que se impuso en tres siglos.

 -Actualmente, la gente en Guatemala solo se organiza cuándo están atentando contra sus derechos o su dignidad, pero pasan indiferentes ante los problemas de los demás. ¿A qué cree que pueda deberse?

-Eso es el efecto de 36 años de guerra. Antes no era así. Muchos de los valores tradicionales, el respeto a la vida, a la integridad personal, eran valores compartidos por mucha gente, yo así lo recuerdo. Uno se indignaba y se asustaba cuando veía un asesinato un poco espeluznante, era el paso tal. Ahora son unos 80 diarios, ya nadie lleva la contabilidad, pero saben cuántos goles marcó el municipal.

Nuestro Diario, el reflejo del país

–La gente joven no vivió el conflicto armado. Muchos no saben ni siquiera que tuvo lugar.

–No. Pero heredó lo que los padres aprendieron. Quedó una gran desconfianza de los demás.

–¿Aprendieron a callarse?

–A callarse, a tener miedo, a fugarse. Se fugan de la realidad. Por eso el deporte internacional, la televisión y el internet, son parte de las fugas. Y el futbol de aquí, malo y lo que quieras, pero van también. A alguien tienen que apoyar, a alguien tienen que maldecir. Nuestro Diario es el reflejo de lo que es el país ahora. Te saca crímenes exagerados. Mujeres encueradas, para canalizar toda la frustración sexual de esa pésima educación sexual que hay en este país. Y la otra cosa es el futbol. Y de ahí se acaba.

–Y no hay muchos indicios de que la situación vaya a cambiar…

–Mire, ahora lo que pasa es que no hay ideologías. La actual orfandad ideológica de Europa se refleja en América Latina, porque todas las izquierdas aquí, ¿qué lenguaje tienen? Ninguno. Muchos se empecinaron en esa cuestión de repetir los pseudodogmas soviéticos, pero después de esto le pregunta a la gente qué es la izquierda y no saben. Ese es el problema. Esa zozobra de la izquierda, que no encuentra porque no hay manifiesto comunista que le sirva. Y, del otro lado, ser conservador es muy fácil, porque usted conserva lo que está. No necesita ideología, necesita poder. No importa ser ignorante. Por eso yo digo que es mejor hacer a un lado esta terminología que ya periclitó. Ya no tiene sentido. Dicen:  “reestructuremos la izquierda”. A mí me han dicho eso, y pienso: lo que tenemos que reestructurar es nuestra mente. No vamos a revivir lo que ya murió, eso es imposible. Lo que sí tenemos claro es ese panorama maldito de explotación, de ignorancia, de enfermedad, de desgana cultural total. Contra eso debemos combatir, se llame izquierda o como se llame.

“No es ‘reconstruyamos la izquierda’: ya se destruyó”

–Entonces sin ideologías, como usted dice, ¿a que se enfrenta el país?

–Hay que construir otras. Izquierdas, derechas, tiremos a la basura. No es "reconstruyamos la izquierda”: no hay nada que reconstruir, no se puede reconstruir lo que ya se destruyó. Yo creo que hay que marchar adelante. La etiqueta o el nombre pueden ser supletorios. Eso no es importante, pero sí cuál es el posible programa. Un análisis más cerebral, bien hecho, de las necesidades más difíciles, jerarquizarlas y en ese orden tratar de entrarle.

–¿Pero siempre desde la lógica de partidos?

–Pues sí, mire, esos que se llaman partidos, los oficiales, están llenos de diputados ignorantes, venales y, además, con muy mala fe. Ellos son tramitadores, tramitan leyes, cobran por el voto y cobran por no votar. Y además por mantener una clientela que los reelija a los cuatro años. Igual los alcaldes. Ahí sí que no hay ideología. La ideología conservadora la mantendrán los oligarcas, pero estos ¿qué conservan? Nada, la chamba, el barco, eso es todo. Para ellos el triunfo es tener dinero.

–¿Pero cómo se combate?

–No sé, pero habrá que encontrar la forma. Espero que las jóvenes generaciones lo hagan

–¿Y cree que este papel será asumido por las nuevas generaciones de ladinos o de indígenas?

–Yo creo que en las generaciones indígenas más jóvenes hay una forma de conciencia más amplia, más grande, pero tiene que ser todavía a paso lento. No se puede ir a paso de carga en esto, es imposible. Yo me basaba en las relaciones interétnicas, incluso cuando nadie aceptaba lo que digo.

–¿Qué suponen las relaciones interétnicas?

–Aquí se hablaba de la integración social. Pero nosotros dijimos que no había tal integración. Se integra al que está en desventaja o en posición de inferioridad. Desde el punto de vista humano no pueden estar en esa posición. Aquí lo que hay son sujetos sociales, y como tales hay que analizarlos. Son dos sociedades fatalmente ligadas pero antagónicas y complementarias. Porque sin indios si no hubiera ladinos y al revés. Es otra forma de ver el asunto. Son sujetos de pleno derecho, no tienen que integrarse a nadie sino simplemente respetar sus formas de vida. Y, en la medida en que se pueda, hacer puente entre ambas. Ahí nace toda la cosa del respeto a los idiomas y todo eso. Pero en realidad es eso, los mismos derechos implican un respeto total a una forma cultural y a sus expresiones. Ya llegó a la Constitución. Y se dieron cambios económicos donde hay una cierta acumulación de riqueza del comercio, que permite que los nietos de los primeros acumuladores indígenas lleguen a la universidad, con una visión diferente que los otros.

– Pero en algunos casos, estos indígenas que han acumulado riqueza tampoco se sienten a la par de los demás indígenas. Pienso en el diputado Haroldo Quej. Él se considera indígena, defiende sus orígenes y tradiciones, pero no está por la labor de luchar por la justicia social…

–Aquí tenemos que hablar de la variable clases, las clases sociales existen y, aunque no a la manera de enfrentamiento, Marx no estaba equivocado. Hay lucha de clases, eso es obvio. Lo que ha sucedido en estos años con algunos indígenas es la cooptación. Es decir, que toman a los que más o menos han sobresalido y les dan empleos públicos. Amílcar Pop, otro caso de diputado indígena, es diferente porque él fue quien se ganó la elección para diputado, no le ayudó nadie, y tiene un discurso fuerte y sólido y muy claro; y, sin duda, lo que necesita un político, ambición de poder. Y yo creo que si ya apareció éste, hay más. Hay otros tras el horizonte que todavía no se ven. Y mujeres también. Detrás de la discriminación de género y todo esto hay mujeres indígenas que valen la pena, conozco algunas. Podemos ver algo generacional también. A algunas generaciones ya les pasó la hora, no tienen más que agregar ni más que decir. Lo único que pueden hacer es hacerse a un lado, o que la vida les haga a un lado. Las oportunidades para la gente joven son las únicas que pueden tener futuro. Yo recuerdo el decenio 44-54, el promedio de edad de los diputados al primer congreso fue de 26 años, y toda la gente que manejó el país en esos años no llegaba casi a los 50. Arévalo fue electo de 40 años y Árbenz de 35 años. No tenían el pasado porquino que tenían los ubiquistas, por ejemplo.

“Le quitaron el sentido a la palabra diálogo”

–Hablan de que la forma de solucionar todo es el diálogo.

–Ya le quitaron el sentido a esa palabra. Así como a democracia o derechos humanos. Yo creo que es una forma de querer mantener el statu quo. De postergar. Estamos abiertos al diálogo, pero no dialogan, y si dialogan es para tener posiciones absolutamente confrontadas. Además, han malinterpretado muchas veces. En el caso de mineras que no están en territorios indígenas no rige el precepto del convenio 169 de la OIT, porque ese dice que hay derecho a la consulta los pueblos indígenas y tribales. Y estos no son indígenas. Entonces, qué consulta tienen. Lo que quieren venderles es que les compren tierras las mineras esas.

Granadas para que paguen más mordida

–¿A qué se refiere?

–Hay una minera de plata en San Rafael. Cuando se instalaron los canadienses, los terrenos aledaños tenían un valor muy bajo y ellos, sin averiguar nada, ofreció cantidades que en Canadá eran las normales, pero que aquí eran una lotería. Ahora les tiraron granadas. Y nadie busca, nadie investiga quién fue. Eso quiere decir que hay interés por detrás más fuerte. Perfectamente puede ser el ministro de Energía y Minas o el propio Presidente. Yo imagino que es chantaje, ¿cómo va a ser posible que no averigüen quién está tirando esas granadas?

–¿Por qué estarían interesados ellos en hacer eso?

–Para que paguen más. No regalías, sino mordidas.

–En cuanto al hecho de que estos atentados requieran una preparación técnica, en Santa Cruz Barillas hablaban de que era con el apoyo de ex guerrilleros… ¿no podría ser lo mismo en Santa rosa?

–No… es el Ejército. Yo pienso que es un chantaje y que no cualquiera puede manejar explosivos. Porque de esta región no salieron muchos guerrilleros, más policías o ladrones.

–Quienes más abogan por el diálogo son los organismos internacionales, la cooperación, Naciones Unidas…

–No tienen otra cosa que decir. Lo que pasa es que estos lugares no les importan. Están dejados de la mano de dios. Estos paisitos ¿qué significan? Nada.

–Pero aquí están todos.

–Ah bueno, la burocracia internacional necesita espacio. Le aseguro que hay, proporcionalmente, más aquí que en Kenia o en Mali, donde están aquellos muchachos de Al Queada, un poco groseros. El país es bonito, pues. Lo vienen a disfrutar. Alquilan sus chalets en la zona 10, debidamente amurallados, la pasan muy tranquilos y lo que pase aquí les importa muy poco. Tienen un código muy pequeño de frases hechas, que las repiten, es fácil. Pienso que es un premio o descanso el que les dan los que les mandan a estos lugares. Imagínese, son años de vacaciones los que vienen a pasar aquí.

–¿No cree que contribuyan al desarrollo, de alguna manera?

–No les interesa. Porque no ven un cambio propicio, esto es demasiado pequeño. Ni sus países de origen, que son los que ellos representan. Qué interés pueden tener ellos. 

 

*Nota: Después de publicada la entrevista, Carlos Guzmán Böckler pidió que eliminara el vínculo familiar por motivos de seguridad.

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