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Guatemala está en la cola de América Latina en participación política de mujeres

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Guatemala está en la cola de América Latina en participación política de mujeres

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Según estudios e informes regionales, Guatemala está hasta atrás de América Latina sin una reforma concreta para garantizar la participación de mujeres como candidatas a cargos de elección popular. El resto de países han trabajado en reformas o leyes para encaminarse hacia la paridad de género en la participación política.

La paridad busca que exista una relación de pares, de iguales. Sin importar las diferencias, debe haber igual cantidad de oportunidades. La paridad de género busca ese mismo equilibrio específicamente entre hombres y mujeres. Este término se relaciona al ámbito político, pues con el paso del tiempo se hizo más necesario responder a la necesidad de representatividad de mujeres en cargos públicos.

Para la mayoría de países este es un camino que comenzó hace años, sin embargo, en Guatemala la paridad sigue siendo una idea que no se concreta.

Para Steffany Figueroa, de Red Ciudadana, la paridad de género aporta en más ámbitos que la participación. «La paridad no solo es que las mujeres accedan al poder sino que también es una forma de medir la calidad de la democracia. Porque cómo se puede decir que se está en un país representativo y democrático cuando esto no se ve reflejado en los puestos de toma de decisión», apunta.

De acuerdo a las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística (INE) se estima que para el 2023 la población del país sea de unas 17,602,431 personas, donde el 50.8 % son mujeres. El censo 2018 mostraba que las mujeres constituyen el 51.53 %, es decir son más de la mitad de la población.

Este dato implicaría que existiera un porcentaje similar de participación en cargos de elección popular y de administración pública, tanto en diputaciones como en ministerios, municipalidades, organismo legislativo y en el sector justicia, sin embargo la realidad no es representativa.

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Para la internacionalista Xóchilt Curruchiche, la ausencia de paridad es un reflejo de la realidad guatemalteca. «Guatemala en estas mismas condiciones de desigualdad, de corrupción, de toda una agenda antiderechos, es coherente que no tengamos una ley de paridad de género», afirma.

La iniciativa de ley 5893

El 16 de marzo del 2021 fue recibida por la Dirección Legislativa la iniciativa de ley 5893, Ley de Paridad, Alternancia e Inclusión de Pueblos Indígenas. En esta se busca garantizar no sólo la participación de las mujeres, también la de los pueblos indígenas. El único avance fue ser presentada en el pleno el 7 de abril de ese mismo año.

Este esfuerzo había surgido desde varias organizaciones de mujeres. Steffany Figueroa fue parte de la mesa técnica de la Comisión de Actualización y Modernización Electoral (Came), del Tribunal Supremo Electoral y recuerda que en ese momento, en 2020, existió mucha resistencia al tema por los diputados hombres, de distintos partidos políticos.

«Guatemala, es muy conservadora y por eso creo que se ven renuentes y les asustan mucho los términos  ‘paridad’ y ‘equidad’ a los hombres, porque creen que les estamos quitando puestos de poder y eso no les gusta y los disfrazan con cosas como: ‘no es que si las mujeres quieren participar que participen’, y nosotros les explicamos que no es que la paridad vaya a dañar la democracia interna de los partidos políticos, sino que realmente es una forma de impulsarla», comenta.

Petrona Mejía, diputada por el distrito de Chimaltenango asegura que el camino de esta iniciativa empezó a ser complejo desde que se conoció en el Congreso, pues los diálogos previos fueron organizados y con acuerdos.

«Este proceso está teniendo obstáculos desde el momento en que se presentó, allá afuera venía bien porque nosotras las mujeres diputadas siendo ladinas e indígenas unimos esfuerzos para poder presentarla. Tuvimos obstáculos y hasta que se hizo la exigencia pudimos lograr que se recibiera en la comisión y ahora le están dando obstáculos que no la quieren aprobar ni pasar, ¿dónde está el problema? Aquí, en el Congreso. Allá afuera sí hubo una buena estructura», explica la diputada.

La resistencia a siquiera conocer esta ley tiene sus raíces en otras violencias que enfrentan las mujeres guatemaltecas día a día, se dediquen o no a la política. Para Lins Tillit, de la Asociación Alas de Mariposas, el poco avance de esta iniciativa tiene que ver con el temor de perder los espacios de poder que ahora le pertenecen en su mayoría a hombres. Pero también responde  a las violencias contra las mujeres. «A la misoginia, discriminación y falta de voluntad política de no reconocer que en Guatemala las mujeres somos el 54% del padrón electoral», asegura.

La Asociación Alas de Mariposas forma parte de la Alianza de Mujeres y Mujeres Indígenas por el Acceso a la Justicia. En una conferencia de prensa frente al TSE el 1 de marzo, exigieron medidas que garanticen la participación de las mujeres en las próximas elecciones.

«Hemos visto en estos últimos tiempos que no se ha emitido ninguna medida de acción afirmativa que promueva y garantice la participación política de las mujeres. En ese sentido, el decreto de la convocatoria a elecciones, 1-2023 del TSE, no contempló ninguna medida para las mujeres y los pueblos», indicaron. Además compartieron otras demandas hechas por esta alianza, «Estamos solicitando que se emita un acuerdo que prohíba a los partidos políticos utilizar el cuerpo de las mujeres en campañas electorales, igual la indumentaria maya y la utilización de las caras y los cuerpos de las niñas y los niños en la campaña

Paridad y cargos públicos

Aunque en la Ley de Dignificación y Promoción Integral de la Mujer, aprobada en 1999, se incluía en el artículo 23 la promoción de mecanismos para lograr la plena participación política de las mujeres, en Guatemala se carecen de estrategias y mecanismos concretos que indiquen cuotas por género o representación paritaria en las postulaciones de los partidos políticos a cargos de elección pública o bien en aquellos cargos que se ocupan por designación.

La paridad de género en la política garantiza que los partidos políticos contemplen un porcentaje determinado de mujeres dentro de sus candidaturas. Para que el sistema de inclusión sea efectivo debe realizarse de manera alternante o de «zipper». Esto significa que cada partido realiza una lista de candidatas y otra de candidatos, luego se alterna una persona de cada lista para que el patrón sea hombre-mujer o mujer-hombre.

Para Steffany Figueroa, otro de los factores determinantes para que las mujeres queden electas, aún con estas medidas paritarias, es el método de conteo de votos. «El sistema de conteo de votos es a través del método D’Hondt, no se garantiza que vayan a estar, por ejemplo, los quince del listado, verdad. Pero sí se garantiza que por ejemplo a partir de tantos votos quedan cuatro y de esos cuatro son hombre-mujer, hombre-mujer

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En Guatemala, el método D’Hondt es utilizado para la elección de diputaciones y las de corporaciones municipales. Este sistema pretende asignar escaños de manera proporcional, conforme a los votos. Sin embargo, este sistema descarta a aquellos que no alcancen el 3 % de votos. Este sistema divide la cantidad de votos que recibe cada partido entre la cantidad de escaños puestos en las elecciones. Los resultados de estas divisiones, de manera consecutiva, determinan a las personas que ocuparán los cargos.

Con este método de conteo de votos el número de casilla dentro de la planilla es determinante, pues según explica Steffany, hay puestos en las listas que difícilmente podrían tener un puesto en el Congreso. «Hay casillas en específico que nunca van a quedar o que difícilmente queden. La idea es que tampoco se coloquen a las mujeres en los distritos que no van a quedar, en las casillas que saben que jamás van a pasar o muy difícilmente van a llegar a acceder al poder

Una meta más allá del cargo público

Si la llegada de las mujeres a cargos públicos es un camino complicado de transitar, ejercerlo también es un reto. Pues aunque tienen la misma autoridad que sus compañeros hombres, estos mismos las demeritan o no les escuchan. La diputada Petrona Mejía cuenta que ha tenido que recurrir a métodos poco comunes para ser escuchada dentro del Congreso de la República. «Uno tiene que buscar estrategias para que uno sea escuchado, en mi caso yo llevé un silbato para que se me diera la palabra. A veces sigue pasando lo mismo», recuerda.

A veces la discriminación no viene sólo por el hecho de ser mujer, se intersectan otros factores como sucede cuando se es racializada. De las 31 diputadas, sólo tres son mujeres mayas. Petrona Mejía es una de ellas, mujer maya kaqchikel que ha vivido limitaciones a su participación en su paso por el Congreso.

«Tenemos que ver la participación también de las otras compañeras porque son limitadas. No solo a mí me pasa eso, le pasa a otras compañeras y a nosotras el doble por ser  mujeres y por ser indígenas. Y eso se ve en la participación, es notorio, está en todo el ámbito aquí en este poder del Estado. Nuestra participación está muy limitada y existe más machismo y más con nosotras las mujeres indígenas», indica.

La participación de las mujeres mayas, garífunas, xincas, así como de personas trans y de otras identidades, es un tema necesario para que exista una representatividad certera.

Para que este concepto pase de la teoría a la realidad no basta solamente con que mujeres o mujeres mayas lleguen a los puestos de toma de decisiones, según Xóchitl Curruchiche, es necesario que sean conscientes de los temas que atraviesan las vidas de estas personas.

«Yo creo que tenemos que ser un poco más críticos con eso porque seguramente van a llegar muchas mujeres a ocupar cargos de elección popular en todo el Ejecutivo y el Legislativo, van a llegar un montón de mujeres también, pero eso no significa que para nosotras sea de verdad un avance significativo a favor de nuestros derechos, un compromiso y sobre todo una representatividad de mujeres mayas», explica que con esto no se refiere a que una ley de paridad no sea funcional, simplemente hace énfasis en que esta logrará cambios a largo plazo.

Participación política limitada y en riesgo

Guatemala no cuenta con políticas de paridad o cuotas de género que garanticen la participación política de las mujeres, a diferencia del resto de países de Latinoamérica.  Además la participación se ve limitada por violencias que les atraviesan de manera particular.

Petrona Mejía explica que las mujeres tienen temor de participar en política porque relacionan que deben pagar grandes cantidades de dinero para participar y además temen dañar su imagen pública.

La mujer se vuelve una imagen pública y ahora con las redes sociales a veces destruyen la vida de las personas. Y a eso ellas le tienen miedo, ‘no tengo dinero’ y ‘luego van hablar de mí y todo lo que van a decir de mí, mejor no’. Tengo ganas de hacerlo, pero al ver la violencia política ahora, mejor no participo, mejor me quedo», refiere Mejía.

«Una ley de paridad de género sí ayuda a disminuir esa violencia política, explica Xóchitl Curruchiche, pero tampoco es una solución inmediata, sino que es una solución a largo plazo», comenta. Que las mujeres tengan presencia en cargos de elección popular no implica su participación plena.

«Solo con el hecho de tener a una mujer en un cargo de elección popular no significa que esta mujer tenga conciencia de género, que tenga conciencia de la realidad que atraviesa el país», explica Xóchitl. «No solo se trata de ser mujer o ser indígena sino que se trata de tener esa conciencia en querer transformar estas desigualdades», concluye.

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