El primer uso de este concepto por parte de Derrida no corresponde directamente al texto de Glas sino a un ensayo de 1928 titulado Geschlecht: Sexual Difference, Ontological Difference. Hay otras dos piezas, escritas igualmente por Derrida que abordan el problema de la diferenciación sexual completando la trilogía: Heidegger's Hand y Heidegger's Ear: Philopolemology
La importancia de estas referencias se da en relación a una genealogía conceptual que Derrida hace en la obra de Heidegger con respecto a qué tan a fondo abordó este último la figura de la mujer.
Derrida afirmaría en el ensayo de 1928 que, aunque Heidegger llegase a escribir que ´la idea se hace mujer´ en realidad no hay ninguna distinción sexual en sus escritos.
Fuerte afirmación la que hace Derrida.
Esto en efecto vuelve a plantear el argumento final del artículo Glas I, donde afirmamos la dificultad de los filósofos masculinos occidentales para teorizar sobre el eros femenino. Y en realidad, es una pregunta más honda, puesta en su completa expresión. Derrida, en la película que Dick y Amy Ziering Kofman hacen sobre la vida del filósofo franco-argelino, afirma que poco nos dicen las biografías existentes al respecto de los grandes filósofos. Derrida incluso se atreve a llegar más lejos, al sugerir lo que le gustaría descubrir en un documental sobre Kant, Hegel o Heidegger: ´Me gustaría escucharlos hablar de su vida sexual. ¿Cuál es la vida sexual de Hegel o de Heidegger? [...] Porque es algo de lo que ellos no hablan. Me gustaría escucharlos mencionar algo acerca de aquello de lo que no hablan. ¿Por qué los filósofos se presentan en su obra como seres asexuados´?
Retomo la última línea, la que he subrayado: El filósofo como ser asexuado. Por esta misma conceptualización es que Derrida afirma que hay un silencio en Heidegger con respecto a la sexualidad en todas sus obras, pero puntualmente en Ser y Tiempo. Esto se desprende de la comprensión sobre el concepto Dasein. El término no es para menos importante, se suele traducir «ser-ahí», y, en definitiva refiere a la realidad del hombre como «arrojado a la existencia», un ser que existe en el mundo y actúa sobre las cosas. Y así, tan importante concepto para con respecto al Hombre es aparentemente un término asexuado puesto que es un término neutro (afirma inicialmente Derrida) y sin cualificaciones esenciales.
Volviendo al término con el cual inicia este artículo, Geschlecht es el concepto alemán que, a diferencia del término inglés para sexo o sexualidad, implica la profundidad de una línea engendrada de descendencia a la que se pertenece. Con ella es donde Heidegger afirmará que ´el Dasein (el ser arrojado a la existencia) no es ninguno de los dos sexos (´keines von beinen Geschlechtern ist´). Una existencia que no es ni macho, ni hembra, ni femenino, ni masculino, totalmente neutra. Pero pregunta Derrida, ¿Estamos ante una existencia asexual o simplemente ante una neutralización de la sexualidad? ¿O estamos, más aún, ante una construcción de una sexualidad a partir de razones no binarias?
Éstos son, dicho sea de paso, los argumentos centrales que aparecen en las tres obras mencionadas, Geschlecht: Sexual Difference, Ontological Difference, Heidegger's Hand y Heidegger's Ear: Philopolemology.
A esta argumentación han reaccionado las teóricas del feminismo estadounidense, incluyendo una discípula de Derrida, Pat Mills quien fuera profesora del seminario Derrida on Glas en la Universidad Estatal de Massachusetts. Pero también autoras como Patricia Huntington, Dorothy Leland, Naomi Schor (entre otras) han construido una línea de argumentación en relación a las interpretaciones feministas sobre Hegel y Heidegger.
No es ésta, dicho sea de paso, la temática que me interesa apuntar para este artículo. Pero sí me interesa hacer una cortísima mención sobre la literatura filosófica antigua en cuanto a la mujer. Para Derrida, no hay fuente antigua filosófica que dé importancia a la mujer, y si lo hace, termina por retirar el componente erótico, allí el caso de Antígona. Entonces, desde esta posición, la ontología de la mujer, la posibilidad de ´ser´, tiene respuestas muy limitadas.
Uno puede recordar los argumentos presentados en el libro VII de las Leyes en cuanto al proceso educativo propuesto por Platón. Cualquier filósofo con formación decente recordará que aunque la vocación filosófica era una cuestión de hombres (masculina), en la utopía platónica hay una insistencia en educar del mismo modo a hombres y mujeres en el arte de la guerra. Citando:” las mujeres habrán de conocer también estas artes (gimnasia y lucha) pues sería una gran falla del orden político que las mujeres estuvieran tan mal educadas que no quisieran morir como los pájaros, luchando por los hijos contra cualquier bestia más poderosa y correr todos los peligros…” (814 b). A lo sumo, la filosofía tradicional reconocía que la utopía platónica planteaba, por primera vez, un grado mínimo de igualdad entre hombres y mujeres, lo cual no es tan novedoso si se creen los argumentos en relación a que La República es un plagio de un texto muy anterior titulado ´La Comunidad de las Mujeres´.
Pero Patricia Huntington hizo un descubrimiento interesante en su lectura de Heidegger para desmentir a Derrida. En la obra heideggeriana titulada La Cosa, Huntington encuentra una citación directa que Heidegger hace para con la figura de la mujer o, puntualmente, la criada. En esa obra, refiriendo al Diálogo Platónico Θεαίτητος, se recuenta la historia de Tales quien mientras estudiaba los cielos cae dentro de un pozo. Una guapa mujer, sirvienta de un adinerado Tracio se ríe de Tales argumentando que mientras esperaba conocer los misterios del Universo las cosas frente a él mismo pasaban desapercibidas. Platón agregaría a la historia que, ´esta misma burla aplica también a quienes estudian filosofía´. (Θεαίτητος: 174). Heidegger concluye entonces, que al definir ´La Cosa´ habría que tomar en cuenta también aquello que hace reír ´a las amas de casa´.
No es precisamente un argumento para revindicar la dignidad de la mujer pero sí es interesante que el autor del Diálogo use la figura de una mujer para enseñar humildad epistémica al filósofo masculino.
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