Es mi entendimiento que hasta el momento en que la persona haya sido objeto de condena firme y no haya solventado su situación es que se encuentra inhabilitada, tal y como lo establece la Constitución; sin embargo me parece atendible que si la Ley de Probidad tuviera elementos inconstitucionales, la que debe ser revisada sin discusión y con premura es la misma Ley.
Problema aparte es la definición de finiquito, ya que lo que se extiende por parte de la Contraloría General de Cuentas, antes de que concluya el período de 20 años sujeto a revisión de cuentas, es una “Constancia transitoria de inexistencia de reclamación de cargos”, que si, como resultado de una auditoría posterior a la fecha de extensión, se formula otro reparo por mínimo en monto que este sea, haría perder la calidad de “finiquitado” que tendría el funcionario.
Esto se ha convertido en un desestimulo para incorporarse al servicio público, y no porque quien se incorpore lo haga con la intención de mal manejar los fondos públicos, sino porque en el caso de ministros, viceministros, directores financieros y otros cuentadantes que son responsables solidarios de las acciones administrativas de una enorme cantidad de subalternos; siempre resultarán involucrados en reparos de diversa índole que probablemente caigan en categorías simplemente administrativas, pero que impedirían la obtención de la Constancia transitoria; y no sólo del Ministerio a su cargo sino de todas aquellas Instituciones en las cuales por mandato inherente al cargo desempeñen funciones en Juntas Directivas.
Pero insisto en que el tema legal no debería ser la parte medular del problema, el tema político tampoco porque los golpes políticos aunque alevosos e interesados gozan de la simpatía de los consumidores del enorme show de noticias nacionales. Un ministro o un viceministro dentro del cargo no es relevante, debe entender que es un fusible y que debe ser sustituible en función de los intereses del País, la parte medular del problema es que no tenemos institucionalidad.
Me encanta repetir la historia que me narraron testigos presenciales del cambio de Director del Catastro en Suecia; llegada la edad de jubilación del funcionario, el puesto fue adjudicado dentro de un ordenado servicio civil al Sub Director, no hubo mayor escándalo ni siquiera cambio de oficina, simplemente trasladaron la plaqueta con el título del puesto a pegarla en la puerta de la oficina del recién estrenado funcionario.
Alguien ejemplificaba la virtud de la institucionalidad de la siguiente manera: en Estados Unidos ha ocurrido más de un magnicidio, ¿Qué hubiera sido del país más poderoso del mundo si no tuviera institucionalidad?, pero la tiene y simplemente cuando ha sucedido, el vicepresidente asume el puesto. Todo está escrito, todos saben lo que tienen que hacer; no hay que magnificar como tragedia los cambios de los ministros, lo importante es la Institución, el resto son fusibles.
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