Después de una producción de 30 libros sobre ética periodística, variedad de ensayos, dos novelas, infinidad de columnas y continuas ponencias respecto del papel de los hombres y las mujeres de prensa, falleció el 6 de octubre luego de participar en un cónclave académico.
Pensar en ética y en periodismo obliga a documentarse con las exposiciones de Restrepo, ya que el tema motivó que él dedicara horas y horas al análisis de todos los ángulos, riesgos, expectativas y concreciones en ese maridaje.
Ética es una rama filosófica que separa el bien del mal y estudia sus vínculos con la moral y el comportamiento humano. Una de las instancias de mayor incidencia o importancia se suscita en las relaciones laborales, entre ellas las profesionales. Por eso no es casualidad que las disciplinas universitarias incluyan el factor ético en sus contenidos.
Ocupado en las actuaciones del periodismo, Restrepo llegó a perfilar al periodista modelo, para cuyo efecto estableció diez características.
Un buen periodista debe ser una buena persona, estar orgulloso de su profesión, tener sentido de misión social, ser apasionado por la verdad y ser autocrítico. Estos son los cinco rasgos iniciales que señala el maestro.
Completa la lista argumentando que el buen periodista elabora conocimiento y lo comparte, hace periodismo con un objetivo, tiene el sentido del otro, es independiente y mantiene intacta su capacidad de asombro.
A diferencia de colegas guatemaltecos, no tuve oportunidad de estar con Restrepo, por lo que debo imaginar las discusiones generadas en sus sesiones formativas.
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Y es que su decálogo propicia reflexiones profundas. Por ejemplo, en uno de los paneles organizados en Emisoras Unidas en el marco de sus 55 años, el futuro ministro de Finanzas Públicas, Álvaro González Ricci, afirmó: «He recibido cantidad de media training, y siempre me han dicho que los reporteros no son amigos, que nunca hay que creerles».
Menciono esa intervención a propósito del primer enunciado de Restrepo: «Ser buena persona». Por supuesto, habrá que ver quiénes brindaron la capacitación a quien dirigirá la cartera del Tesoro en el gobierno de Alejandro Giammattei y el contexto de la descalificación. Sin embargo, eso de «nunca creerles» es una losa muy pesada.
Vale destacar que González Ricci aclaró y ejemplificó que él no está de acuerdo con la apreciación que ha escuchado en los «ejercicios de media training», postura correcta porque, si bien las empresas que han dado esos talleres cortan a todos con la misma tijera, en el ámbito periodístico hay de todo, como en todos los espacios de la vida. Para Restrepo, existe una utopía, la misma que tantas veces explicó Eduardo Galeano al dar crédito a Fernando Birri.
Los tiempos actuales no son los mejores para el periodismo. En algunos casos se ha extraviado la ruta debido a la confusión generada por la pérdida del control de la información derivada de la irrupción de las redes sociales.
Jennifer Egan, ganadora de un Premio Pulitzer, añade ideas sobre esa coyuntura gris, pero también es de subrayar que la falta de competencia ha inducido a la mediocridad. De igual manera, las escuelas de periodismo no han podido fortalecer la enseñanza ni la mística y el público no reclama ni exige.
Frente a ello, la visión de Restrepo es consistente. Sus diez conceptos utópicos están ahí para mover a cada periodista. Al sostener el primero expresó: «José Martí lo dijo con una metáfora: detrás de un buen periódico hay “una mano enguantada que lo escribe y unos labios sin mancha que lo dictan”. Como obra del espíritu que es, el buen periódico solo puede ser producido por buenas personas, que son el punto de partida para llegar a ser buenos periodistas».
Qué verdad transmitir, cuál objetivo perseguir, cómo sentir orgullo, quiénes son autocríticos, cuándo ser independiente y dónde asombrarse son preguntas que rondan en el ambiente. En paz descanse Javier Darío Restrepo. Su luz sigue iluminando caminos.
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