Falsos, doblecaras

Siguen siendo campañas publicitarias que lo que buscan es posicionar una marca, un logo, un producto. No más. No hay dónde perderse.

Coca Cola nos pide que seamos héroes recobrando el deseo infantil de ser un superhéroe al estilo gringo, los cañeros de Guatemala nos atosigan con publicidad televisiva mostrando cómo supuestamente alcanzan los objetivos del milenio (entre otras cosas también y sobre todo, responsabilidad del Estado), o la empresa automovilística que fabrica los Mini-cooper nos hace “construir la paz” escribiendo mensajes bien intencionados en uno de esos carritos tan caros en medio de uno de los centros comerciales más exclusivos de la ciudad capital. No son los únicos, ahora también los sentimientos más nobles pueden lograr que el cliente consuma. Falsos, doblecaras.

La última gran muestra de este cinismo empresarial es la “Guatemorfosis” de Pepsi. Una mezcla entre una sosa identidad que se centra en un  artista guatemalteco que cobra cientos por un espacio en su próximo concierto. Es decir que le canta a pocos pero le pide a todos los guatemaltecos que se unan para cambiar su país. Estrategias de mercadeo y de publicidad que nadie puede desaprovechar. Todos quedan felices: los seguidores pueden ver a su artista hasta saciarse en los anuncios que están por todos lados, el Inguat promociona Guatemala en su video, el otro canta “Fuiste tú” en un estadio atestado, la Pepsi vende sus latas y en su lista de pendientes ya no se encuentra el rubro de responsabilidad social empresarial. Falsos, doblecaras.

Se nos hace creer que los cambios en este país están dentro de uno: están porque no somos amables, sonrientes, corteses. En pocas, tenemos que cambiar nuestra filosofía frente a la vida. Lo que pasa es que nunca pensamos en cómo mejorar nuestra situación cotidiana, no trabajamos, no nos preocupamos porque en la noche los nuestros puedan contar buenas historias. Nada de eso pasa en Guatemala. Pero las grandes empresas nos lo recuerdan: debemos metamorfosearnos. Para que todo cambie, debemos metamorfosearnos en seres preocupados por consumir, consumir y consumir más. Dejar que la política sea reemplazada por la publicidad, porque con la publicidad se arregla todo. Publicidad y actitud. Falsos, doblecaras.

Mientras tanto, al Grupo Intergeneracional se le impide discutir y reflexionar, cuestionar y entender qué hay detrás realmente de la mentada “Guatemorfosis”. Se quiere cambiar el país pero sólo para tener clientes sonrientes, mientras no se hable, no se cuestione, no se critique, todo está bien. Qué falsos, qué doblecaras.