Aunque no sorprende, llama la atención que dentro de la lista aparece el nombre del actual jefe de la PDH, Sergio Morales. Y llama la atención porque al parecer, la Comisión congresil ha utilizado una vara dispareja para medir las cualificaciones de las y los aspirantes.
La sala del Congreso al parecer ha olvidado que Sergio Morales es un comisionado del Legislativo y por lo tanto, sujeto obligado a rendir cuentas, ante dicha entidad, de lo actuado como titular de la PDH. Rendición de ...
Aunque no sorprende, llama la atención que dentro de la lista aparece el nombre del actual jefe de la PDH, Sergio Morales. Y llama la atención porque al parecer, la Comisión congresil ha utilizado una vara dispareja para medir las cualificaciones de las y los aspirantes.
La sala del Congreso al parecer ha olvidado que Sergio Morales es un comisionado del Legislativo y por lo tanto, sujeto obligado a rendir cuentas, ante dicha entidad, de lo actuado como titular de la PDH. Rendición de cuentas que no se resuelve con el protocolario informe anual de labores sino que debe sostenerse con una información detallada sobre su actuación, cumplimiento de responsabilidades y uso de los recursos, así como respuestas concretas a preocupaciones sobre un desempeño ineficiente. La sola revisión efectiva de estos elementos, por ejemplo, habría bastado para imposibilitar la aspiración de Sergio Morales a dirigir, por tercer período consecutivo, la entidad que ha caído estrepitosamente en cuanto al cumplimiento de su obligación constitucional.
De allí que se insista en que la vara utilizada para medir a las y los aspirantes, tiene dimensiones diferenciadas en cuanto a ser precisa con quienes no están actualmente en la PDH pero elástica y más que flexible con el titular de la entidad, a quien la sala parece perdonar las fallas permanentes en el cumplimiento de su deber.
Los nueve años que lleva Sergio Morales en la PDH no han de ser vistos como la acumulación de experiencia que no puede ser superada sino más bien, como el criterio real de valoración de lo actuado. Qué mejor evaluación de planes de trabajo que la valoración exhaustiva de sus años como titular y los resultados reales alcanzados, así como el desempeño y la utilización de los recursos.
¿Cuánto creció en eficiencia la PDH a lo largo de estos años? ¿Cuánto disminuyó en credibilididad y cumplimiento de responsabilidades? ¿Cuánto le ha costado a la sociedad sostener la enorme carga que representa una institución con elefantiasis por los puestos creados para satisfacer compromisos de reelección? Esos han de ser los criterios a tomar en cuenta por la Comisión de Derechos Humanos, antes de otorgarle a Sergio Morales la posibilidad de continuar aspirando a un tercer período en la institución.
El lente y la vara solo pueden ser diferenciados en el sentido de exigirle más, en cuanto a las calidades ofrecidas como experiencia, a quien ha tenido la responsabilidad el cargo durante nueve años. ¿Qué puede hacer distinto en un tercer período quien ha usado la entidad durante casi una década para alimentar el culto a su enorme ego y personalidad, así como a disminuir la vigilancia estatal en el respeto a los derechos humanos?
Muy bien haría la sala de Derechos Humanos en requerirle a Sergio Morales un informe circunstanciado de ejecución financiera en el cual explique por qué hay dentro de la nómina de personal, familiares de diputados al Congreso, en posiciones no indispensables para el buen desempeño institucional. De igual forma, sería sano que explicara también por qué, empresas de familiares en el primer y segundo grado de consanguinidad de sus más cercanos colaboradores son prestadoras exclusivas de servicios a la Institución. Un informe que también debería indicar cuál es el rol de las edecanes contratadas en renglones del programa de juventud pero que permanecen en el Congreso de la República.
Esa sola revisión detallada, haría un enorme favor a la sociedad para poder evaluar si la sala de derechos humanos actúa como garante de nuestros intereses.
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