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Europa: ¿revolución del gas de esquisto?

Comunidades locales y organizaciones ambientales que se oponen a los proyectos de perforación, sostienen que los procedimientos geoquímicos necesarios para licuar el gas de esquisto plantean amenazas tan graves para la salud humana y los ecosistemas circundantes que los gobiernos deberían prohibirlos.
El benceno es uno de los muchos productos químicos peligrosos que se usan en el proceso. Una concentración de apenas cinco microgramos de benceno por litro se considera carcinógena, según Hermann Kruse, profesor de química y toxicología en la alemana Universidad de Kiel.
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Europa: ¿revolución del gas de esquisto?

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Gracias a varias advertencias de geólogos y expertos en salud y ambiente estadounidenses, Europa es muy consciente de los altos riesgos ecológicos y sanitarios de la explotación de yacimientos de gas de esquisto.

Pero pese a esto y a la fuerte oposición pública de varias comunidades locales, los depósitos de este combustible recientemente descubiertos en Europa –en particular en Alemania, Francia y Polonia—son muy codiciados y probablemente pronto serán explotados por las multinacionales de las industrias extractivas. 

Se prevé que este año se inicien perforaciones en más de 150 puntos de Polonia, que presuntamente contienen los yacimientos de gas de esquisto más ricos de Europa. 

En Alemania, los proveedores nacionales de electricidad han obtenido los derechos para perforar en numerosas localidades del noroccidental estado federal de Baja Sajonia. 

Mientras, el gobierno francés ha elegido más de 70 sitios para perforar, principalmente a lo largo de la costa mediterránea, en torno a la sureña ciudad de Marsella. 

Proyectos similares están en marcha en Suiza, Gran Bretaña, Suecia y otros países europeos. 

Comunidades locales y organizaciones ambientales que se oponen a los proyectos sostienen que los procedimientos geoquímicos necesarios para licuar el gas de esquisto plantean amenazas tan graves para la salud humana y los ecosistemas circundantes que los gobiernos deberían prohibirlos. 

El documental "Gasland", nominado al Oscar, del periodista estadounidense Josh Fox, alimentó la oposición contra este tema urticante dejando al descubierto los riesgos sanitarios y ambientales asociados a su proceso de extracción. 

La semana pasada, esa película se exhibió en la pintoresca aldea de Moissac Bellevue, en la sudoriental Provenza, al norte de Marsella, para una audiencia de varios cientos de personas. 

Entre los espectadores hubo alcaldes de numerosas localidades vecinas, movilizados por la creciente preocupación que existe dentro de sus propias poblaciones. 

"La explotación de yacimientos de gas de esquisto en la región constituye un riesgo enorme de contaminación de las napas subterráneas debido al uso masivo de productos químicos en el proceso", dijo el alcalde de Tourtour, Pierre Jugy. 

Tourtour es otra localidad de Provenza cercana a Marsella, que terminará siendo afectada por las perforaciones.

"Dada la ambigüedad de la legislación nacional sobre el tema, y a los riesgos sanitarios para nuestros ciudadanos, pido a todos los alcaldes de la región que prohíban las perforaciones dentro de sus jurisdicciones", expresó Jugy. 

"Es nuestra responsabilidad como representantes electos de nuestra región garantizar que tales riesgos" no se vuelvan realidad, agregó. 

La "ambigüedad" a la que se refirió Jugy surgió de una decisión del gobierno de suspender sus propios permisos de perforación, y encargar otro estudio sobre los impactos sanitarios y ambientales de la explotación del gas de esquisto. 

Estudios similares están en marcha en Alemania, Gran Bretaña y otros países europeos. 

No más "fracking" 

El procedimiento más controvertido asociado a la extracción del gas de esquisto es la fractura hidráulica o "fracking". Para licuar el gas, se realizan pozos y luego se inyectan millones de litros de agua, arena y productos químicos a alta presión, en un intento por "fracturar" las masas geológicas que contienen ese combustible. 

El benceno es uno de los muchos productos químicos peligrosos que se usan en el proceso, mientras que compuestos similares se mezclan con -y finalmente contaminan- las napas freáticas. 

Los reclamos sanitarios y ambientales contra el "fracking" y procedimientos similares tienen fundamento: en un reciente estudio de caso, se halló benceno en aguas subterráneas de la norteña región alemana de Allerdorf, en Baja Sajonia, cerca de una perforación. 

"En diciembre tomamos muestras de agua justo encima de las cañerías. Hallamos benceno en una concentración de 4 mil microgramos por litro de agua", dijo el agricultor Heinrich Cluever. 

Una concentración de apenas cinco microgramos de benceno por litro se considera carcinógena, según Hermann Kruse, profesor de química y toxicología en la alemana Universidad de Kiel. 

"El benceno es uno de los productos químicos más peligrosos que conocemos", dijo Kruse. "Es uno de los muy pocos que sabemos definitivamente que causa cáncer". 

También se halló benceno en otras regiones de Baja Sajonia, donde las poblaciones locales vienen experimentando una altísima proporción de cáncer. Solamente en Allerdorf –una localidad de menos de 30 familias-, se detectaron decenas de casos de la enfermedad. 

Estas ominosas señales se generalizaron y derivaron en reclamos de una total prohibición del "fracking" en Alemania. Sin embargo, hasta ahora el gobierno solamente se comprometió a establecer reglas estrictas para los proyectos, pero no llegó a imponer una prohibición. 

Aparte de los riesgos sanitarios puntuales para las comunidades que viven en el área circundante, la extracción de gas de esquisto también es peligrosa para el planeta en su totalidad. Esto se debe a que la fractura hidráulica libera grandes cantidades de metano, un gas de poderoso efecto invernadero. 

Los ambientalistas creen que, si la Unión Europea se toma en serio la reducción de las contribuciones de la región con el cambio climático, dejará de realizar perforaciones. 

Los expertos también pronostican que los proyectos vinculados al gas de esquisto fracasarán en Europa por una serie de otros motivos. 

"Por un lado, la geología es extremadamente complicada", dijo el científico Ingo Kapp, del Centro Alemán de Investigación Geológica, con sede en Potsdam. 

"Por otro lado, la alta densidad de población de Europa hace que las perforaciones sean mucho más difíciles. Finalmente, las normas ambientales son más estrictas (en Europa) que en Estados Unidos", declaró. 

Kapp agregó que las estructuras geológicas europeas que contienen gas se encuentran a mucha más profundidad que en Estados Unidos. 

"También son más pequeñas y de una naturaleza geológica diferente, lo que vuelve mucho más costoso perforar", dijo Kapp. 

Estos datos fueron corroborados por GASH, un emprendimiento de riesgo compartido financiado por multinacionales de la energía para coordinar las investigaciones corporativas sobre el gas de esquisto en Europa. 

Según Kapp, en Europa no ocurrirá una revolución del gas similar a la de Estados Unidos. 

Sin embargo, algunos casos problemáticos deberían servir para recordar a la comunidad de activistas europeos que todavía tienen por delante una larga batalla contra las multinacionales y los gobiernos con intereses creados en los proyectos extractivos. 

Por ejemplo, Polonia prevé iniciar este año alrededor de un centenar de proyectos de perforación. Pero los esfuerzos de los ambientalistas por debatir los riesgos con las poblaciones locales se vieron dificultados porque los funcionarios gubernamentales catalogan sus campañas de educación pública como una "traición nacional". 

*Este artículo es parte de IPS y es reproducido con su autorización por Plaza Pública. 

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