Durante dos años, externé mi opinión. Lamentablemente, mi columna fue varias veces mutilada por los editores del DCA. Molestaban mis críticas a Colom y las denuncias del foco de corrupción que ha sido y es el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN) en esta administración. Como no puedo tolerar limitaciones a la libre expresión del pensamiento, decidí renunciar como columnista pagado del DCA el 31 de diciembre de 2009.
Esos dos años fueron enriquecedores. Escribir requiere disciplina y, sobretodo, constancia, congruencia, consecuencia y claridad de ideas. Tener la capacidad de poner en 400 palabras una idea, tener la habilidad de la síntesis, además de una prosa agradable y amena.
Aprendí que las ideas y los textos tienen que ser precisos, que no se escribe con el hígado ni mucho menos con el corazón. Se escribe para hacer pensar a la gente, para comunicar ideas y para impactar al lector, para que se motive a saber más sobre temas tan complejos, como los ambientales, que quizá la ciudadanía perciba como livianos.
Inicio hoy la segunda época de Naturalia. Ahora en Plaza Pública, gracias a la invitación de Martín Rodríguez. Aspiro a generar debate, a fijar posición personal y no institucional o del sector. Tendré en la columna el canal correcto para externalizar mi pensamiento, mi forma de ver la situación del país, de abordar la problemática y proponer soluciones.
Mi experiencia pasada, también me limitó como fuente de información por parte de los medios escritos, radiales y televisivos. Los editores me vetaron para ser consultado por los reporteros, toda vez que confunden mi cargo de director general del Centro de Acción Legal Ambiental y Social de Guatemala (Calas) con mi pensamiento como un ciudadano, activista ambiental y defensor de derechos humanos.
Quiero ser claro. Yo no represento a nadie más que a mí mismo. Tengo una responsabilidad pública; por mi desempeño ciudadano, soy una persona notoriamente reconocida, con un estilo de vida y una militancia social definida que la población reconoce y quizá en casos particulares, aprecie, valore y reconozca mi trabajo.
Me debo a esa sociedad, tal vez amorfa, la cual está preocupada por la degradación ambiental. Justicia para la Naturaleza.
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