Hace unos días una persona me citó la tesis de Miguel Ángel Asturias Sociología guatemalteca: el problema social del indio para justificar el incumplimiento de la ley y el desorden del guatemalteco. Probablemente se refería a la parte en que Asturias define al indio como sociópata. No lo sé. Pero el comentario me enfureció tanto que para no ofender preferí cambiar de tema. Sin embargo, aquí haré el intento de argumentar en contra.
Primero, el latinoamericano es muy duro consigo mismo al analizar sus instituciones y su derecho. Pareciera que tenemos baja autoestima respecto a lo que hemos creado y a cómo funciona. También es cierto que hemos dejado que otros países, aquellos que son considerados creadores o importadores de derecho y de democracia, nos critiquen a diestra y siniestra. Y lo más importante es que, por alguna razón desconocida para mí, hemos creído que existe algún sistema jurídico-político perfecto. Ninguno lo es, y es imposible que alguno lo sea, ya que la imperfección, la deficiencia y el error son características propias de toda institución social.
Es decir, no existe ningún sistema penal que sea tan eficiente como para no encarcelar a un inocente. Tampoco existe un sistema tan eficiente como para que no exista corrupción. Todos van a tener fallas, pero eso no es un defecto, sino parte de su naturaleza. Partiendo de esa premisa…
Guatemala es un país que ha construido derecho. No es válido decir que somos un país que no ha hecho esfuerzos serios para la creación de un sistema legal. Además de que somos un válido creador de derecho, hemos tenido que reconstruir sistemas varias veces. Por ende, nuestras instituciones tienen cicatrices e historias que no son pasadas. Más bien son relativamente recientes, a partir de las cuales debemos aprender y trabajar.
También es importante establecer que muchas veces las instituciones y las leyes no contienen los incentivos necesarios para hacerse cumplir. En múltiples ocasiones el legislador o el funcionario público no contempla el contexto y las necesidades de la población, y entonces no es irracional incumplir la norma.
En otros casos, la ley no se cumple porque no existe consecuencia ante el incumplimiento. Pero esto no es una cuestión social o cultural. Es una cuestión humana. Y pasa en todas partes del mundo.
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