Cuando se ha tenido la oportunidad de tener estadías mínimas de seis meses en cada país, resulta muy interesante intentar comprender las realidades locales. Se aprende mucho.
En esta última ocasión, al pasar de visita por la ciudad de México, tuve la oportunidad de compartir con un diplomático extranjero acreditado en México. Su embajada recientemente acreditó nuevo Embajador y como es la costumbre en este tipo de actos protocolarios (me decía), el mismo concluyó con una ´homilía´ de parte del presidente Calderón a los extranjeros presentes. Él, Felipe Calderón Hinojosa se entiende a sí mismo como un Winston Churchill que lamentablemente tiene que gobernar mexicanos; incomprendido y solitario. En esencia, un valiente héroe que hizo lo que nadie se atrevió a realizar y ahora debe pagar el precio de su valentía.
Si Calderón Hinojosa inició esta guerra contra el narcotráfico sin una estrategia de salida (además de nunca haberla ofrecido en campaña y jamás consultar a la ciudadanía), deberá por el resto de sus días sufrir las consecuencias de su decisión. Lo ideal sería que se quedara a vivir en México, y que mudara a su familia a Juárez, al Estado de México o Culiacán. Qué sufra un retén por parte de militares abusivos, arrogantes y que apenas pueden hablar; o que la Judicial Federal le haga un cateo en su casa (sin orden de juez) y le pelen todos los objetos de valor; o que se quede atorado en medio de una balacera de esas que duran hasta 14 horas. Y si pierde un familiar, que la autoridad de turno le diga simplemente ´en algo andaba metido´. Calderón necesita una probadita de la realidad que él ha creado.
Lavar dinero en México queda claro luego del escándalo de HSBC: México es muy fácil. Baste ver la proliferación de casas de cambio en Culiacán o en Torreón, sin control alguno y donde puedes cambiar cuanto quieras. Pero eso sí, transitar de noche sin documentos o no pararte en un retén es imperdonable. Es la fantocha de la que tanto he hablado, la no voluntad de tocar el dinero del narco (evitar levantar el secreto bancario por ejemplo) y suponer que operaciones militares son la solución. Si le escarbamos un poco más, habría que entrarle de lleno a las estructuras bancarias y los arreglos entre los operadores financieros y los socios capitalistas ´silenciosos´. HSBC México es un caso, pero la práctica es vieja: Primero fue banca SERFIN y luego BANAMEX.
En México, en Guatemala o en Costa Rica los ´operativos exitosos´ son siempre un pitazo dado por alguien que no recibió la parte prometida. Lo que jamás se toca son las autoridades portuarias o los abogados que tramitan las empresas de cartón a donde van dirigidos los precursores químicos. Mucho menos se toca al gran empresariado bancario o a los nuevos y exitosos empresarios del sector automotriz, inmobiliario o los nuevos socios capitalistas de los clubes de futbol. Porque si tocas el capital y al empresario, eres entonces enemigo del Estado. Es mejor militarizar y meter la guerra ´hacia adentro´ y dejar que el desmadre de la corrupción siga entre los narcos, los políticos clientelistas y el empresariado grande. Y esto es así en México, en Costa Rica y en Guatemala.
Y así entonces, peleamos un guerra a medias, sin darnos cuenta que el verdadero resultado ha sido fortalecer a estas organizaciones criminales al punto de transformarlas en actores poderosos del proceso político. Baste notar el aumento de la violencia en México que acompaña el proceso de transición. Se acomodan los políticos, y se acomodan los capos; se acomodan los nuevos mandos policíacos y se acomodan los nuevos ´patrones´.
Saciamorbos: Es muy interesante que en Guatemala se tenga una animadversión hacia la Comisión Internacional contra la Corrupción y la Impunidad argumentando que es un órgano compuesto de extranjeros ´despótico e inmune al poder local´ pero, se aplaude el ingreso de marines estadounidenses que operarán en el terreno con privilegios e inmunidades por 120 días. Entonces, el problema no son los extranjeros ni las inmunidades.
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