Quizá si lo entendemos en el sentido estricto del futbol soccer, podremos decir que faltaba para igualarnos a casos que se han dado desde Italia hasta China, o que probablemente son práctica común en todos lados pero es en algunos países donde las situaciones se han hecho obvias. O si lo entendemos en un sentido amplio, esto era lo que nos hacía falta para equiparar nuestro deporte de masas a las otras dinámicas sociales como la política, la economía, la religión, las rifas y sorteos etcétera.
¿Quién está dispuesto a engañar?, si existe suficiente incentivo se podría decir que casi todo el mundo, citando a Levitt y Dubner cuando escribieron “Freakonomics” el engaño puede formar parte de la naturaleza humana o no, pero sin duda constituye un rasgo destacado en prácticamente cualquier empeño del hombre, engañar es un acto económico primitivo para obtener más a cambio de menos; y por eso mismo no está restringido a ciertos círculos o niveles sino que se democratiza.
Pareciera ser que el deporte y las trampas van de la mano, aunque en el caso del futbol vale recordar cuando el difunto Jesús Gil y Gil, ex presidente del Atlético de Madrid y convicto Alcalde de Marbella dijo: “el que piense que el futbol es un deporte está loco, es un negocio, un negocio” y de la misma manera David Yallop escribió “Quien se ha robado la copa”, describiendo los amañamientos que durante décadas se han dado en el futbol internacional supuestamente cubiertos por la FIFA, incluyendo las famosas clasificaciones forzosas de los equipos locales a cuartos de final aunque estuvieran muy lejos de ser favoritos, o la gran teoría de la conspiración que arranca desde el triunfo de Francia en la final de 1998, comprometiendo anticipadamente el campeonato de Brasil en Japón – Corea 2002, donde Corea llega hasta semifinales a costa supuestamente amañada de Italia y España que serían recompensados con los campeonatos mundiales de Alemania 2006 y Sudáfrica 2010 respectivamente.
Ahora bien, las trampas deportivas suelen suceder en dos sentidos, cuando se hace trampa para ganar y surge el dopaje, tan popular en el ciclismo (parece que con el pasar del tiempo se van cayendo del pedestal varios ganadores del tour de Francia) o en el beisbol de grandes ligas, o en el levantamiento de pesas, en fin; estos deportistas reciben una sanción que puede consistir en una suspensión o en un retiro del premio o reconocimiento. Pero en el otro sentido, está el que hace trampa para perder; y en este caso no sólo no se encuentra el perdón o justificación del fanático que plantea alguna empatía con el ansia de ganar y desprecia al amañado que sin ninguna duda lo hizo por dinero, y de esta forma también se ve implicado en delitos que trascienden lo deportivo.
Bueno, tal y como dijo el editorial de ese matutino; seguramente esto es lo que faltaba para estar a tono con lo actual, ¡ya tenemos una selección de nivel mundial!, en sentido estricto y en sentido amplio.
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