Me parece muy oportuno hacer una reflexión, desde el Intersticio, sobre toda esta parodia del debate electoral. Más allá de concluir que estas elecciones parecen una emulación de las olimpíadas especiales, en donde da la impresión de que todos tienen algún impedimento, es interesante abordar el problema de la propaganda, la manipulación y, como siempre, el cinismo. Sobre todo por el reaparecido furor anti “lo que sea”, que ha despertado últimamente el anuncio de cierta candidatura.
Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Hitler, propuso un manual muy sencillo para la manipulación de las masas durante el régimen nacional socialista. A continuación haré una síntesis de los once principios fundamentales en su estrategia de propaganda. Considero que la situación actual es virtualmente la misma que la de hace mas de 60 años. Con la diferencia, claro, que la manipulación en la actualidad es efectuada no sólo por el Estado racista, sino fundamentalmente por el sector privado vinculado a la prensa racista, machista y clasista, así como a la publicidad política ídem:
1) Principio de simplificación y del enemigo único. Se debe tener un solo símbolo contrapuesto a un enemigo único; 2) Principio del método de contagio. Se ha de reunir a todos los adversarios en una sola categoría individualizada; 3) Principio de la transposición. Se le han de atribuir a los adversarios los defectos propios, bajo la lógica de responder el ataque con el ataque y recurriendo a la práctica de generar noticias que distraigan los fallos propios; 4) Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier pequeño defecto del adversario en una amenaza terminal; 5) Principio de la vulgarización. La propaganda debe ser popular, adaptándose al nivel del menos inteligente del público a quien se está dirigiendo. Si es muy grande el público a quien se dirige la propaganda, más pequeño ha de ser el esfuerzo a realizar, ya que se considera que la capacidad de comprensión de las masas es limitada; 6) Principio de orquestación. Se basa en la frase célebre de “Si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”. Se considera que hay que generar un número muy pequeño de ideas que han de ser repetidas incansablemente, presentadas una y otra vez desde distintos ángulos, pero siempre girando sobre el mismo concepto; 7) Principio de renovación. Se tienen que emitir constantemente informaciones en la medida que el adversario responda a los ataques, de forma que se logre interesar al público en otra cosa. Las respuestas nunca han de ser menores a las acusaciones; 8) Principio de la verosimilitud. Generar información a partir de fuentes diversas, construyendo siempre argumentos fragmentarios que den la ilusión de la verdad; 9) Principio de la silenciación. Silenciar, nunca hablar de cosas que pueden favorecer la opinión sobre el adversario; 10) Principio de la transfusión. Se debe operar bajo una idea preexistente, mitologías nacionales, odios raciales, prejuicios de clase o sexuales. La idea es lograr arraigarse en reflejos “primitivos” que producen reacciones predecibles. 11) Principio de la unanimidad.Convencer a la gente de que piensa igual que todo el mundo.
No estoy a favor de Sandra Torres, en otro momento hablamos de la perversidad de manipular masas con el hambre y la sobrevivencia. Estoy en contra de los que están en contra, como Hugo decía el otro día en Facebook. Me cae profusamente mal que si les dicen ¡salta!, brinquen, ¡mordé!, muerdan, y/o ponéte la camisola blanca, lo hagan como poodles bien amaestrados. Por eso me parece interesante poner sobre el tapete estos principios en el calor de la campaña anticipada, ya que nos pueden dar una idea del circo de la democracia liberal en el que participamos, no sólo en Guatemala, sino en el mundo entero. Realmente, ¿qué tanto se ha cambiado desde el manual de los nazis en la generación de pensamiento político? Reflexionen un poco, muchá…
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