Probablemente, tanto la necesidad de casarse como tener hijos son construcciones sociales y no tengan nada qué ver con la felicidad de las personas. Sin embargo, la mayoría tenemos esas preconcepciones. Tener este chip no quiere decir que no podamos cuestionar por qué nos queremos casar y que evaluemos si queremos tener hijos o no. El matrimonio está íntimamente relacionado con la familia y ambos conceptos han cambiado durante los últimos cien años de forma constante.
El matrimonio tradicionalmente se concebía como una unión entre hombre y mujer con el fin de procrear. Claro que hay otros fines como el apoyo y cuidado mutuo, pero en la mayoría de legislaciones la procreación es la más importante, se parte del supuesto que todos pueden tener hijos y quienes no pueden no se les prohíbe casarse pero son la excepción. La procreación y educación de los hijos eran sumamente importantes y se consideraba que el matrimonio era la base de la familia y de la sociedad. La supervivencia del elemento personal del Estado es la razón por la cual se le reconoce al matrimonio como una institución. Además de asegurar el crecimiento poblacional, el matrimonio proveía una forma más ordenada y controlada de procreación, es decir paternidad responsable.
La procreación también era importante porque generaba una red de seguridad social. Tradicionalmente, la hija menor cuidaba de los padres cuando éstos envejecían y los demás hijos contribuían económicamente al hogar de los padres. La familia se encargaba de las personas con discapacidades y con problemas económicos.
La revolución industrial, la revolución femenina, herramientas financieras sofisticadas (como fideicomisos, fondos de pensión, etc.) y el crecimiento del Estado benefactor han alterado estos conceptos. Casarse y tener una familia dejó de tener un fin social y público. Este cambio se traduce en que las legislaciones permitan el divorcio, que eran impensable hace unos años. Para divorciarse no es necesario demostrar un causal y hay legislaciones que tienen procesos bastante abreviados de divorcio. La admisión de la prueba de ADN otorga certeza y orden en el tema de paternidad responsable que se sostenía antes únicamente en base a la presunción de paternidad en base al matrimonio.
¿Por qué nos seguimos casando entonces? Muchos creen que sigue existiendo mucha presión social, otros consideran que es por los beneficios prácticos y económicos que la institución da (impuestos, herencia y no hay obligación de declarar en contra, etc.). Yo considero que el matrimonio es ahora una opción y que quienes la escogemos es porque encontramos en ella una forma de darle publicidad a un compromiso de compartir felicidad.
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