La indignación y el rechazo por el acto de campaña electoral anticipada y propaganda política del domingo pasado, crecen, o por lo menos deberían crecer por varias razones. Para empezar, es un desafío abierto y descarado a la autoridad del Tribunal Supremo Electoral (TSE), el cual esperemos que sancione otra vez al partido naranja. Fue tal el descaro y la desfachatez, que los militantes del PP dispusieron repartir las pancartas con la foto de Sinibaldi, justo frente a la sede del TSE. Por favor, esa sanción debemos elevarla a clamor popular, y exigir el cumplimiento de la ley y el respeto a las autoridades.
Hay quienes ya señalan que Baldetti pudo haber violado la Constitución al favorecer al PP oficial a la vez que ejerce ese cargo de elección popular. Se trató además de un despilfarro de recursos cuyo origen debería ser investigado y auditado minuciosamente. ¿Se usaron fondos públicos? ¿Quiénes son los propietarios de las decenas de autobuses que usaron para “acarrear” a la gente que se concentró en la Plaza de la Constitución? ¿Quién financió esos autobuses o los baños portátiles que se ubicaron en la Avenida Elena? ¿Fue una transacción comercial legal? ¿Pagó impuestos como lo manda la ley?
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El discurso del ahora proclamado pre candidato oficial estuvo cargado de populismo, pero falto de contenido serio. Por un lado señaló a sus contrincantes de populistas, pero resulta evidente que muchos de quienes asistieron al mitin del domingo lo hicieron porque les pagaron y fueron acarreados. Habló de no hacer promesas falsas pero no respaldó ninguna de las que hizo. Me pregunto, ¿habrá estudiado el señor Sinibaldi el desastre fiscal que es el proyecto de presupuesto para 2015, en el cual no hay margen para avanzar en términos de desarrollo o cumplir sus promesas electorales?
El evento demostró ser una falta de respeto para los vecinos y el esfuerzo por mantener limpia la ciudad. La Plaza de la Constitución y las avenidas por las que circularon las columnas de acarreados quedaron reducidas a basureros naranjas. Y la lista de motivos para enojarse e indignarse con el PP, Baldetti y Sinibaldi podría continuar hasta sumirnos en la ira y la frustración.
Una de las consecuencias más graves del caso en el que el TSE se tornara timorato y decidiera dejar impune este insulto del PP, es que, como ha ocurrido tantas veces ya, se convertiría en el ejemplo a seguir. Sería una vuelta muy festiva al ciclo de la impunidad, y todos los demás partidos políticos empezarían a competir, haciendo cada vez más osadas y descaradas sus afrentas e insultos al TSE y a la ciudadanía. Y entonces veríamos cómo nos hundimos en una democracia disfuncional y atrofiada.
Y tomando en cuenta que se percibe más probable que el TSE no sancione y que prevalezca la impunidad, ¿cómo frenamos este aquelarre? Me temo que carecemos del poder ciudadano para hacerlo. Con lo visto el domingo, cabe preguntar: ¿votará la gente por el PP y Sinibaldi? ¿Votarán por los otros partidos que harán lo mismo o, incluso cosas peores? ¿Cómo hacemos para hacer ver que la respuesta afirmativa a estas preguntas es nuestra condena? ¿Tan poco nos importa? ¿Cómo recuperamos la confianza?
La respuesta no puede ser otra que lograr que el TSE, y el resto de las instituciones actúen conforme a la ley y que haya castigo ejemplar a los transgresores. Es nuestra única esperanza de superar la crisis actual.
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