Ir

El tiempo detenido en la habitación de Marco Antonio

Durante una audiencia el juez confundió el nombre de la madre Emma Theissen Álvarez, con el de su hija Emma Molina Theissen. Por este error la defensa logró retrasar el juicio y no permitir que la madre sea querellante en el juicio.
Francisco  Luís  Gordillo  Martínez,  ex  comandante  de  la  zona  militar  17  de Quetzaltenango, llega escoltado a la torre de tribunales el día de la resolución de la fase intermedia del juicio
Tipo de Nota: 
Información

El tiempo detenido en la habitación de Marco Antonio

Palabras clave
Historia completa Temas clave

El pasado 10 de julio se debió realizar una audiencia por el caso de la desaparición de Marco Antonio Molina Theissen, sin embargo, fue suspendida por falta de personal en el tribunal. Una nueva piedra en el camino por conseguir justicia para la familia de este menor desaparecido en 1981. En esta audiencia se resolvería si su madre, Emma Theissen Álvarez, sería admitida como querellante. Pero eso, que deje de ser una espectadora más y acceda a la justicia, aún es una incógnita dentro de un proceso difuso.

Hay una sombra a la par de la ventana. Esa presencia estática observa en silencio una escena llena de visitantes que miran atónitos la esquina del cuarto. Ahí hay una cama y encima un bate de beisbol, unos cuadernos y una playera con un estampado de Darth Vader, uno de los personajes de Star Wars. Hay una patineta en el suelo, a los pies de la cama, y a la par un librero rojo en el que descansan varios juguetes de la misma película y algunas fotografías.

Es el cuarto de las ausencias que lleva el nombre de Marco Antonio Molina Theissen, dentro del museo ¿Por qué estamos como estamos? del Instituto Internacional de Aprendizaje para la Reconciliación Social (IIARS), que se encuentra en la estación central de Ferrocarriles de Guatemala (Fegua).

La sombra es un pedazo de cartón negro con la silueta de Marco Antonio, el menor detenido y desaparecido el 6 de octubre de 1981 por agentes de las fuerzas de seguridad del Estado, como represalia por la fuga de su hermana, Emma Guadalupe, de la Zona Militar de Quetzaltenango donde la mantenía secuestrada. Emma tenía en ese entonces 21 años y fue capturada por llevar propaganda de la guerrilla. Estuvo detenida durante nueve días, en los cuales fue golpeada, torturada y abusada. Logró escapar el 5 de octubre, lo que provocó la rabia de sus captores.

Lee también: Marco Antonio: El niño con el que el Ejército cobró venganza

Los acusados de delitos contra los deberes de la humanidad y violación con agravación de la pena en contra de Emma Guadalupe, son los comandantes Francisco Luis Gordillo Martínez y Edilberto Letona Linares; el exoficial de Inteligencia (S-2) del Estado Mayor del Ejército, Hugo Ramiro Zaldaña Rojas; el exdirector de la Sección de Inteligencia (G-2), Manuel Antonio Callejas y Callejas; y el exjefe del Estado Mayor del Ejército, Manuel Benedicto Lucas García. Estos últimos tres sindicados también deberán responder por la desaparición forzada de Marco Antonio.

Este es otro caso emblemático del conflicto armado que tiene lugar en los tribunales nacionales desde el 6 de enero de 2016 y que se ha quedado a un paso de la apertura a juicio, estático, como la sombra que observa a los visitantes pasar en el museo.

Simone Dalmasso

Larga espera

El extenso proceso, que inició en 1998 con una denuncia en la Sala Quinta de Primera Instancia Penal, pasó a mediados de 2016 al Juzgado C de Mayor Riesgo. Y ahora, cuando finalmente se decidió que se debía juzgar en un Tribunal de Sentencia, la última audiencia de ofrecimiento de pruebas se ha pospuesto seis veces.

El lunes 10 de julio debía realizarse, pero de nuevo la audiencia fue suspendida. En esta, el juez Víctor Hugo Herrera Ríos también debía resolver si la madre de Marco Antonio, Emma Theissen Álvarez, podrá participar como querellante adhesivo en el juicio, ya que en marzo pasado el juzgador cometió un error al nombrarla, cuando la confundió con su hija, Emma Guadalupe.

Ese error llevó a que el 19 de junio la defensa interpusiera un recurso de reposición para no permitir la participación de la madre de Marco Antonio. Según Jorge Lucas Cerna, hijo y abogado defensor de Benedicto Lucas, “el abogado de las querellantes, Alejandro Rodríguez, debía interponer los siguientes tres días hábiles una actividad procesal defectuosa para que el juez enmendara el error, sin embargo, no lo hizo y por consiguiente consintieron el acto”.

Lucas Cerna piensa que incluir a Emma Theissen Álvarez como querellante adhesiva en el juicio significaría “violar el debido proceso. Ellos (los querellantes) son los que mandan y dictan las resoluciones” asegura..

[frasepzp1]

El abogado cree que la restauración de la madre en el proceso podría sentar un precedente que termine por botarlo, como sucedió en 2013 con el juicio por genocidio en contra de Efraín Ríos Montt, cuya se sentencia fue suspendida por una apelación de la defensa ante la Corte de Constitucionalidad (CC).

Pero en este caso, Lucas Cerna no confía que ese sea el camino a seguir. “La CC está en línea con esas personas (las víctimas) y está modificando su jurisprudencia. Solo gastaría mi tiempo y dinero. Queremos que avance el juicio en el cual demostraremos que la teoría de la fiscalía es falsa”, señala.

El juez Herrera Ríos suspendió esa penúltima audiencia debido a que su equipo técnico no pudo encontrar el audio que permitiera corroborar el error de forma; la confusión con los nombres. En la última audiencia, la del pasado 10 de julio, el togado, quien padece de párkinson en su fase inicial, indicó que no contaba con un oficial que lo auxiliara en la mesa y que por eso no podía continuar. Sin embargo, ese mismo día, realizó una audiencia por el caso Los Tumbadores que se extendió hasta la hora en que estaba acordada la de la familia Molina.

Simone Dalmasso

Sin lugar para el descanso

El secuestro de Marco Antonio dio un giro nefasto en la vida de sus padres Carlos Molina y Emma Theissen, y de sus hermanas María Eugenia, Ana Lucrecia y Emma Guadalupe. Enfrascó a la familia en un abismo. Los mandó al exilio. La búsqueda del niño, la lucha por la justicia, el anhelo de poder encontrar y enterrar sus restos, ha sido una odisea de casi 36 años. La misma cantidad de tiempo que duró el conflicto armado.

Luego vino la demanda al Estado ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el primer juicio en el continente americano por la desaparición de un menor. En 2004, la CIDH condenó al Estado a esclarecer los hechos, juzgar y castigar a los culpables.

La sentencia también mandó a Guatemala a pagarle US$698 mil bajo el concepto de reparaciones, gastos en procesos judiciales, cuidados psicológicos; así como por el daño inmaterial, patrimonial, emergente y la pérdida de ingresos que sufrieron como consecuencia de la desaparición de Marco Antonio.

Pero fue hasta 2016, ocho años más tarde, que la justicia local se encendió. Y justo cuando parecía que todo terminaría, el segundero vuelve a escucharse pesado en la casa de Emma Theissen Álvarez, con cada audiencia frustrada.

“Es triste ver que no prospera el caso por las acciones de la defensa, que ha empleado recursos legales que afortunadamente no han prosperado, pero si atrasado el proceso. Es decepcionante la solicitud hecha por la defensa de los militares de sacarme del proceso. Era una cosa mínima que se aclaró en el momento”, detalla la madre de Marco Antonio en una conversación con Plaza Pública vía Skype, desde Costa Rica, donde reside la familia actualmente.

Seguir empujando para que Guatemala juzgue a los presuntos perpetradores en contra de sus hijos, es el objetivo. “Mi deseo es estar firme hasta que tenga fuerzas para que se siente un precedente que no vuelva a pasar. Mi hijo merece justicia, que me regresen sus restos, que me digan dónde están y así poder ir a dejarle una flor. Yo estuve presente y sé qué pasó”, dice Emma Theissen Álvarez.

Emma Guadalupe, quien se encuentra a un costado de su madre en la transmisión en línea, también deja sentir el cansancio y el dolor que significa no haber cerrado el círculo de un proceso de más de tres décadas. “Las heridas se han mantenido abiertas. Pero nos mueve el amor a nuestro hermano e hijo. También nos mueve el dolor. Todo lo que le pasó y lo que me pasó, lo que hemos sufrido… esa es la fuerza que nos mueve”, dice.

Y ahí parado, frente a la ventana, espectador de toda la escena de su entorno, también aguarda la figura de cartón de Marco Antonio. 

Autor
Edición
Autor
Edición