No es este un espacio para preguntarse por el marco o el perfil de la columna ni por la línea editorial del medio. Sin embargo, si se presta la oportunidad para preguntarse de qué tipo debería ser la reflexión, su alcance obvio es personal y de introspección. La reflexión más allá de lo grupal religioso suena a ficción. Entonces, volviendo a lo personal, bien podríamos compartir algunas ideas sobre temas a reflexionar.
Por ejemplo, ¿por qué tenemos una memoria social tan corta y una me...
No es este un espacio para preguntarse por el marco o el perfil de la columna ni por la línea editorial del medio. Sin embargo, si se presta la oportunidad para preguntarse de qué tipo debería ser la reflexión, su alcance obvio es personal y de introspección. La reflexión más allá de lo grupal religioso suena a ficción. Entonces, volviendo a lo personal, bien podríamos compartir algunas ideas sobre temas a reflexionar.
Por ejemplo, ¿por qué tenemos una memoria social tan corta y una memoria personal tan larga? La memoria social es corta y benévola. La memoria personal es larga y muchas veces implacable. La sana práctica del perdón, que es recomendable en las relaciones interpersonales, es equiparada en las relaciones sociales con el olvido, con una memoria que por lo general dura lo que duran los eventos con presencia en los medios de comunicación.
Sería una buena línea temática para un programa de medios televisivos o radiales rescatar casos que han sido retirados de los medios de comunicación con el tiempo. Quizá habría más justicia, si no aplicada desde lo legal, sí desde la conciencia social. En estas épocas eleccionarias no importan los detalles de la vida pública de los candidatos (ojo porque no menciono «vida privada») porque cualquier delito o falta del que hubiesen resultado culpables es olvidado o puesto en positivo por obra y gracia mediática.
Tal vez las reflexiones de esta época también deberían ir en el sentido de cómo, en la mayoría de los casos, aquellos que por lo general son abanderados de causas loables no pasan de la palabra al hecho, de cómo no abandonan la denuncia y hacen alguna cosa práctica para resolver los grandes males que combaten. Porque en el fondo dialéctico de su lógica, en la unidad y en la lucha de contrarios, se quedarían sin ningún sustento y apoyo para seguir demandando.
O si reflexionamos en el marco puro de la doctrina cristiana, tal vez citemos aquella frase sobre «ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio» y la recordemos antes de levantar el dedo acusador en la dirección que sea. O se me ocurre otra mejor, ya no en el marco de la doctrina cristiana, sino en el de la poesía: ¿por qué no releer a Otto René Castillo? Sería recomendable el mensaje a los Intelectuales apolíticos de mi país. ¡Cuánto contenido de reflexión! O también podría resumirse a una sola frase que se menciona en la canción de otro guatemalteco: «eruditos del supermercado».
Bueno, a reflexionar qué se nos dice, que es época para eso, si y solo si no hay nada mejor que hacer.
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