Ir

El tenista

Tipo de Nota: 
Información

El tenista

Palabras clave
Historia completa Temas clave

Cuento de la escritora uruguaya emparejado con obra de arte de la artista colombiana Angélica Teuta

La cancha de tenis se esconde detrás de los pinos olorosos. Huelo los pinos desde mi escondite detrás de los troncos. Estoy enamorada del tenista. Es un muchacho con rodillas de piel traslúcida. La piel se le transparenta en las rodillas y entonces el hueso queda marcado como un puño apretado bajo un guante de látex. El triángulo de la rótula es delicado. Qué ósea la rodilla del muchacho. Cuánta belleza ósea.

Tiene medias deportivas y zapatos deportivos y short blanco y una remera blanca y el sol le deja el pecho resplandeciente y las piernas que corren a la derecha  y a la izquierda de la red van removiendo la tierra roja del piso hecho de motas de ladrillo. Qué material noble el ladrillo.

Ese muchacho es una preciosura máxima con pelo negro que le cae sobre la frente en un mechón indómito. Siempre se dice mechón indómito. Qué hay de malo en que yo también diga si es lo que se dice: el mechón que cae, el indómito.

Los ojos siguen el trayecto de la pelota de tenis.  No vale la pena decir cómo es esa pelota. Es una clásica pelota de tenis. Podría decirse que es una pelota que sigue el canon mundial de las pelotas de tenis. No se podría decir que la pelota sigue el canon universal (porque sería atrevido: no sabemos qué ocurre en territorios de otros planetas) ni tampoco internacional, puesto que internacional no es tan inclusivo como  mundial.

Los ojos de él son morenos y rasgados y las pestañas de él son largas y curvadas y la boca de él es la del capricho. Claro que estoy enamorada.

La contrincante es la enamorada del muchacho y no quiero detenerme en ella porque es mi rival. Sólo me detendría para decir que no me llega ni a los tobillos. Es más linda, sí. Y juega al tenis, y yo no sé jugar al tenis.

Y luego está lo de la exclamación de esfuerzo que ella profiere al momento de pegar a la pelota con el encordado de la raqueta. Es algo ciertamente erótico. Digo erótico con sorna.

Quién puede creer que esa breve exclamación más propia de un hachero que habita los montes nativos de la pampa que de una señorita pueda seducir a alguien. Nadie. 

 

 

 

Arte: Angélica Teuta, Bosque para espacio interior, 2009.

 

 Letras: Inés Bortagaray, "El Tenista".

 

 

 

 

Autor
Autor