Pero, además, es la constatación de que el tiempo es relativo, dado que no se ajusta la cronología entre nuestros sistemas institucionales y la de los ciudadanos.
Vayamos despacio. Afirmo que nuestra estructura de fiscalización es sumamente débil, irrisoria, tardía y miope. Pero no solo acusan ceguera nuestros contralores, sino problemas de olfato. El Estado necesitaría verdaderos sabuesos, animales de presa con deseos de morder y mover inquietos la cola en bus...
Pero, además, es la constatación de que el tiempo es relativo, dado que no se ajusta la cronología entre nuestros sistemas institucionales y la de los ciudadanos.
Vayamos despacio. Afirmo que nuestra estructura de fiscalización es sumamente débil, irrisoria, tardía y miope. Pero no solo acusan ceguera nuestros contralores, sino problemas de olfato. El Estado necesitaría verdaderos sabuesos, animales de presa con deseos de morder y mover inquietos la cola en busca de evidencias. A cambio de eso, tenemos operarios expertos en cazar moscas, con una anemia detectivesca que da pavor.
Por supuesto que he exagerado el párrafo anterior. En realidad en Guatemala no hace falta un equipo a lo Sherlock Holmes, nuestros delincuentes son tan burdos en sus crímenes que la imaginación de una Ágatha Christie es un exceso para ellos. Cualquiera ha sabido, y es evidente porque apesta, que en Chinautla hace muchos años la administración Medrano usufructúa el Municipio a su gusto y antojo. Pero, claro, como he dicho antes, nuestros tiempos no son los tiempos de la burocracia.
El Estado mide sus tiempos con un reloj que se mueve lento. Tan acompasado, que se puede elucubrar que nuestros relojeros son tan malévolos y perversos como la mafia misma. Parsimoniosos, tolerantes, nuestros fiscalizadores son, como dice el salmo, “lentos para la cólera y ricos en piedad” (para con algunos). La justicia solo se ensaña con los pequeños. Se muestra rabiosa con los débiles y minina con los fuertes.
La maquinaria funciona para delinquir y de esto han sacado provecho los partidos políticos. Desde Álvaro Arzú (o antes), por ejemplo, los candidatos presidenciales ha pactado con Medrano para alcanzar el poder. Son conscientes que el taumaturgo de Chinautla convierte en oro lo que toca y si no, lo consigue. El pragmatismo en su más alto nivel: lo importante es conseguir el propósito, los medios no importan. Es cierto que Medrano ha usado a los partidos políticos para su conveniencia, pero estos también han recibido su parte.
Queda por saber en medio de la vocinglería indignada si Medrano recibirá su merecido. Sinceramente tengo muchas dudas.
* Publicado en La Hora, 12 de junio.
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