El que tiene más saliva, traga más pinol

A más recursos, a más relaciones, mayores serán las posibilidades para externar posiciones. La capacidad de vociferación no tiene nada que ver con capacidades, visiones o intereses nacionales. Todo se reduce a la capacidad de cacarear con mayor fuerza, con mayor intensidad, o con los parlantes más grandes.

El gobierno anuncia que una de sus propuestas de reforma constitucional es la posibilidad que el Estado sea el poseedor de hasta un 40% de las inversiones en recursos naturales y ciertos sectores saltan instintivamente para estar en contra. Eso es normal, pero lo discutible es que las autoridades aparezcan como asustados por semejante reacción y lancen mensajes tranquilizadores. Tal parece que esa propuesta podría ser de las primeras en ceder. Su contenido, aun siendo conservador, es positivo y marcaría distancia considerable frente a lo que ahora tenemos.

¿Podemos esperar ese mismo tipo de expresiones furibundas en el caso de los atentados sufridos por lideresas de San José del Golfo o de la Coordinadora de Pueblos de Occidente CPO, quienes han denunciado contra explotaciones mineras? Evidentemente no. En el primer caso se trata de una posibilidad, en el segundo de dos vidas. El paralelismo es producto de una creación artificial. Una cuenta con voceros, recursos y canales de expresión que motiva que el mismo Presidente de la República salga públicamente y tranquilice, el otro es movido por reivindicaciones comunitarias que no genera interés ni denuncia de funcionario alguno.

¿Entonces de qué estamos hablando en materia de decisiones públicas? El plano actual es de total asimetría; lo ejemplificado precisa que la intención es profundizar esa diferencia.