El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) publicó recientemente un informe enfocado en identificar oportunidades de crecimiento económico para la región denominada CARD (Centroamérica y República Dominicana) de cara al poco favorable ambiente económico internacional. Dicho artículo señala que la política cambiaria no parecer ser una variable relevante para lograrlo (página 12). Tal conclusión proviene de un informe anterior que analiza en detalle la política cambiaria de la región (ver capítulo 3 de este otro informe). Aquí, una de sus principales conclusiones:
Los resultados indican que en CARD las desviaciones del tipo de cambio real en relación con su equilibrio de largo plazo son bajas. Esto significa que, en la actualidad, la política cambiaria no brinda márgenes de acción relevantes para mejorar la inserción internacional, por lo que, para cerrar las brechas de competitividad externa identificadas en el segundo capítulo, es indispensable priorizar la agenda de reformas estructurales.
Para agregar aún mayor fuerza al argumento, el segundo reporte del BID (página 41) reconoce que estas conclusiones coinciden con las de un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Ahora bien, ¿por qué digo que dichos análisis son de poca utilidad para Guatemala?
El problema con estos análisis es que se fundamentan en modelos económicos que están respondiendo la pregunta equivocada. La pregunta esencial que hacen estos estudios es si el tipo de cambio permite una trayectoria sostenible de la economía guatemalteca. Dicha sostenibilidad se mide usualmente en términos de equilibrar la balanza de pagos, es decir, si se puede pagar de vuelta la deuda externa. Sin embargo, esa no es la pregunta relevante para Guatemala.
Necesitamos cambiar las preguntas que guían nuestra política cambiaria. Mientras ellos se preguntan si Guatemala puede seguir pagando su deuda externa dada la trayectoria de su tipo de cambio y manteniendo el rol relevante de sus remesas y exportaciones tradicionales, lo que nosotros deberíamos preguntarnos es qué rol puede jugar la política cambiaria (y la política económica en general) para reducir nuestra dependencia de las remesas y las exportaciones tradicionales y empezar a generar empleo abundante en el país en exportaciones más sofisticadas. Mientras no respondamos esta pregunta, es un error guiar nuestra política cambiaria con las preguntas erróneas.
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