Y con ese acto formal ha arrancado uno de los debates técnicos y políticos más importantes que año con año tienen lugar en nuestro país. Pero, ¿quiénes son los llamados a participar, incidir y decidir en este proceso? ¿Tiene algo qué ver con usted? ¿Conmigo?
Tradicionalmente, el presupuesto lo analizan expertos, lo definen los tecnócratas y lo aprueban los diputados. Pero no por ser tradición es algo bueno o imposible de cambiar.
¿Tenemos los ciudadanos “de a pie” algo qué ver con el debate en torno a los impuestos que se recaudarán el siguiente año? Pero sobre todo, ¿Podemos o debemos opinar e incidir en la definición de las prioridades según las cuales se gastarán los impuestos que pagamos? O, ¿queremos que otros, los diputados y funcionarios del Ejecutivo, decidan sin tomarnos en cuenta sobre cómo y para qué se destinará algo que es suyo y de todos?
Si el presupuesto es algo que nos interesa y quisiéramos que no decidan a nuestras espaldas, sin consultarnos, ¿qué se puede hacer?
El primer paso es levantar la voz y exigir las condiciones que queremos que se cumplan antes de aprobar el presupuesto. En mi opinión, el prerrequisito fundamental a la discusión y aprobación del presupuesto es que el Congreso apruebe con carácter urgente la agenda legislativa prioritaria en transparencia: la ley contra el enriquecimiento ilícito; las reformas a las Leyes Orgánicas del Presupuesto, de la Contraloría General de Cuentas y de la Superintendencia de Administración Tributaria, contenidas en la iniciativa 4461; y, la ley para regular el secreto bancario.
El segundo paso es conocer la propuesta. Para esto el Ministerio de Finanzas Públicas ya hizo su parte: el proyecto de presupuesto ya está publicado en su portal de Internet. Entonces es la ciudadanía a quien toca hacer la propia. Todos y todas deberíamos abrir estos archivos y leerlos, especialmente estudiantes, académicos, investigadores y profesionales deberían conocerlos sin excusa.
¿No se siente un analista experto como para entender las complejidades técnicas del presupuesto? Bueno, el documento de la propuesta tiene secciones como la exposición de motivos y secciones introductorias accesibles. Pero además, tenemos el “presupuesto ciudadano”, para 2011 disponible en español castellano, kaqchiquel, k’iché, mam, q’eqchi’ e inglés, y para 2012 en español, castellano e inglés, ambas ediciones con explicaciones sencillas y muchas ilustraciones. Ojalá el Ministerio de Finanzas publique rápidamente una edición para 2013.
El tercer paso es acercarse al Congreso de la República, especialmente a los diputados que integran la Comisión de Finanzas Públicas y Moneda. Después de todo, “diputado” quiere decir “representante”, así que sobrada obligación tienen ellos de atender las demandas de sus representados. Organizados o no, deberíamos lograr que la discusión del presupuesto para 2013 haga historia: por primera vez los diputados de esa comisión parlamentaria deberían sentirse verdadera y seriamente vigilados, recibiendo constantemente comunicación de la ciudadanía que les eligió.
Todo esto requiere cambios radicales en el proceso de discusión del proyecto de presupuesto. Requiere mayor transparencia y apertura en las instancias de decisión. Debemos exigir que no haya más reuniones a puerta cerrada, en el gabinete de gobierno (como la realizada el miércoles 29 de agosto), o en la comisión de finanzas del Congreso.
El presupuesto propuesto para 2013 ¿es excesivo o insuficiente? ¿Qué debe priorizarse, la atención a las necesidades de nuestro país, la transparencia o la estabilidad macroeconómica? Independientemente de su opinión y criterio, lo importante es que sea el suyo. Que no decidan por usted, a sus espaldas.
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