Quienes aún adulan a Morales van quedando en un círculo cada vez más cerrado de corruptos, ladrones y rastreros, así como de uno que otro empresario inescrupuloso capaz de vender a su propia madre. Jimmy Morales empieza a verificar que está quedándose solo y que quienes hace muy poco le juraban lealtad ciega e incondicional hoy le dan la espalda.
Seguro que con el paso inexorable de los días Jimmy Morales está sufriendo ansiedad y temor crecientes. Y es que, inevitablemente, ese temible —para él— 14 de enero de 2020 está cada vez más cerca. No es una espera apacible, como la del inepto, inútil y haragán, sino una angustiosa y tensa, porque poco a poco y de manera inevitable ve cómo van saliendo a la luz las verdades de lo que ha hecho y dejado de hacer; cómo siendo presidente de la república no atendió ni hizo nada para aliviar el sufrimiento diario de la gran mayoría de la población guatemalteca, pese a tener el poder formal para hacerlo; cómo, en vez de trabajar en lo que debía, se ha dedicado a jugar el vergonzoso papel de esclavo servil y rastrero, de juguete barato de militares, empresarios corruptos, narcotraficantes y toda la escoria que pudre la clase política y los estamentos del poder en Guatemala.
El escándalo del ahora famoso viaje en helicóptero para una reunión con Mario Estrada y su relación con muchos otros personajes como él poco a poco van confirmando que este no es un comentario difamatorio, sino una realidad. ¿Quién entre la ciudadanía honesta de Guatemala puede hoy valorar a Jimmy Morales como un estadista que merezca admiración?
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Quizá en sus breves momentos de lucidez Jimmy se hunde en la desazón de verificar esa realidad. Al ver que los otrora aduladores a sueldo parten dándole la espalda, debe recurrir a quienes quizá todavía quieran creer en él por razones de esa fe ciega que predican algunas Iglesias. Casi en un acto desesperado recurre a sus raíces familiares cristianas evangélicas, para quizá allí encontrar nichos de adulación. Así lo hizo el sábado pasado al participar en una radiomaratón de TGN Radio Cultural, en la cual expresó: «Yo no sé si voy a ser recordado como el mejor o peor presidente de la historia. Lo que sí sé es que voy a ser recordado como el presidente más orado [sic]».
Me parece muy revelador que Morales haya tenido un momento de lucidez en el cual haya aceptado la posibilidad de que no será recordado como el mejor presidente de la historia y que lo único seguro es que la comunidad cristiana evangélica ha rezado por él. Y, ya que los cristianos evangélicos no son tontos, quizá sí sea el presidente por el que estos más han orado, precisamente porque ven con claridad lo corrupto y ladrón que ha sido y porque quizá solo su dios podrá corregir la gravedad de sus desmanes.
Jimmy Morales seguirá quejándose de la oposición, de supuestas conspiraciones en su contra, de la Ley de Contrataciones, en una serie cada vez menos creíble de quejas y berrinches. Pero ninguna de sus quejas y berrinches compiten en credibilidad con hechos como su relación con el mafioso, corrupto y narco político Mario Estrada. ¿Habrá quién le crea eso del «almuerzo de gallina en crema con loroco»?
Sí, ojalá los cristianos evangélicos oren mucho por Jimmy Morales, pues el destino que le espera no puede ser otro que juicio, condena y cárcel por corrupto, ladrón, mentiroso, inepto, torpe, irresponsable, rastrero y servil.
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