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El Pozo

Digamos que un fiscal es el extremo opuesto de un pastelero. La gente acude a una pastelería sólo cuando decide celebrar un evento feliz; en cambio, va a la fiscalía cuando atraviesa una tragedia, por pequeña que sea, terrible al fin.
Tipo de Nota: 
Opinión

El Pozo

06 de Febrero de 2012
Palabras clave

Tomé el auto y salí de casa. Traté de no despertar a nadie. Los policías de la garita estaban dormidos así que tuve que bocinar. Hacía frío. Salieron con pasamontañas y guantes. Los saludé brevemente; pero estoy seguro de que no me escucharon.

Viré y puse la radio. La avenida era una mancha gris obscuro que apenas tomaba color con los faroles de mi auto. Cuanto más me acercaba a la Fiscalía, más parecía que rondaba una ciudad sitiada.

Cuando llegué, repetí la escena de mi salida: saludé al guardia, que abrazaba una Uzi como se toma una almohada para dormir. Estacioné el auto. Hice una llamada y me senté a esperar en el sitio donde se hacen las denuncias.

Es un salón enorme, con una fila interminable de sillas, bañada ...

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