eynes fue el economista que popularizó la idea de que el consumo es el motor de la economía. Según Keynes, el ingreso total de la economía es la sumatoria de la “inversión” y el “consumo”. De acuerdo con esta premisa, la “inversión” depende de la iniciativa privada, mientras que el “consumo”, de los consumidores y del Gobierno. Para Keynes, las crisis surgen cuando los inversionistas bajan su nivel de inversión, lo cual lleva a un aumento en el desempleo y como resultado el nivel de consumo disminuye. Dicha disminución del consumo lleva a una consecuente disminución del ingreso y a más desempleo. Para frenar dicho círculo vicioso, o en otras palabras para sacar a la economía de crisis, el Gobierno debe ser un participante activo en la economía del país, estabilizando el consumo a través del gasto público.
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Para Keynes, no es esencial la forma en que el Gobierno intervenga, siempre y cuando lo haga con rapidez. En su libro, Keynes menciona que el Gobierno puede utilizar minas abandonadas, enterrar billetes y luego tapar las minas con tierra. Luego el Gobierno puede dejar que empresas e individuos excaven la mina, tomen el dinero y con eso disminuye el desempleo y aumenta el ingreso. La recomendación de Keynes es construir cosas útiles como carreteras, puentes o casas, pero si existen impedimentos para esto, el Gobierno también puede lanzar dinero desde un helicóptero para que la gente tenga más ingresos y pueda consumir más.
En las raíces del pensamiento keynesiano existe una desconfianza fundamental del sistema capitalista, y aunque él se llamaba a sí mismo un capitalista, su pensamiento no confía en el proceso más fundamental del capitalismo, el sistema de precios. Antes de Keynes, los economistas argumentaban que los desequilibrios en la economía se corregían por medio de ajustes en el sistema de precios, sin necesidad de intervención estatal. Sin embargo, desde Keynes ha existido un debate incesable entre economistas sobre las causas de las crisis económicas y su remedio. Por ejemplo, en oposición a Keynes se encuentra la Escuela de Chicago —con su líder Milton Friedman— y la Escuela Austriaca —con Ludwig von Mises y Friedrich Hayek como máximos representantes—. Incluso, los argumentos de los economistas clásicos, como Adam Smith y David Ricardo, pueden interpretarse en oposición al pensamiento de Keynes. Y mientras el debate en círculos académicos continúa, en la esfera de la política pública Keynes tiene mayor influencia.
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En la crisis crediticia del 2007-2008 vemos la influencia del pensamiento de Keynes en las acciones de los gobiernos a través del mundo. Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania, Brasil, China y muchos otros países decidieron que la mejor respuesta ante la crisis era que el Gobierno incrementara el gasto público para estabilizar la economía. Y aunque es imposible medir la eficacia de dichas políticas, ya que en la economía el Gobierno solo es un participante entre muchos, los que critican a Keynes dicen que las políticas no tuvieron el efecto esperado y los que lo defienden argumentan que la crisis hubiera sido peor si el Gobierno no hubiera intervenido.
En materia de teoría económica, aún existe mucho por hacer. Economistas con premios Nobel tienen diferente opinión sobre los principios más básicos de la materia y asesores económicos dan consejos completamente opuestos en situaciones de crisis. En mi opinión, el pensamiento de Keynes tiene errores fundamentales y su aplicación en la crisis causó más daño que beneficio. Sin embargo, es importante entender su filosofía y la de sus seguidores para poder participar en esta intensa lucha de ideas.
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