Es extraño cómo la poesía auxilia a veces el azaroso intento, si no de cambiar, de analizar la política. La anunciada aunque cerrada victoria en Francia del candidato François Hollande del partido de la rosa, bien se merece estos versos de Juana Inés de la Cruz porque encierran como el libro de Umberto Eco, muchas claves e incertidumbres para tratar de entender lo que se avecina a nivel político en la vieja Europa, y cómo impactará la economía mundial.
Porque igual de intensos que los versos de la religiosa, no es poca cosa el triunfo de Hollande el pasado domingo. Tal y como lo predecían todas las encuestas de intención de voto, el socialista Hollande ganó con un incómodo pero seguro 51.6 por ciento de votos frente al presidente saliente, el conservador Nicolás Sarkozy. Por primera vez desde que se fundó la 5ª República Francesa en 1958, un presidente saliente no solo no logra reelegirse sino que además pierde en primera vuelta, mientras que el Partido Socialista consigue la presidencia de la República por segunda vez en este periodo constitucional, luego de 17 años fuera del poder ejecutivo.
El cerrado margen de victoria refleja las espinas de una sociedad francesa dividida y escéptica, comprobándose, como apuntan algunos analistas, que el intento de crear una posición de centro (o una tercera vía) capaz de articular diferencias ideológicas hacia posiciones moderadas no funcionó en las últimas tres décadas. Así nos lo recuerda el casi 20 por ciento de votos obtenidos por el partido de extrema derecha de Marine LePen durante la primera vuelta en abril pasado.
Hollande, si no bañó de carmín el hexágono, lo salpicó de nuevo en los mismos departamentos que conquistó durante la primera ronda, si bien Sarkozy le arrebató algunos departamentos del territorio francés, excepto en los departamentos de ultramar. De hecho, una clave del repunte de Sarkozy fue hacerse en esta segunda ronda con el departamento de Gard donde LePen había conseguido 25 por ciento de votos. Esto provocó que la distancia que separaba a los candidatos hace unas semanas, se acortara apenas a tres puntos porcentuales de diferencia.
Después de que se mofaran de su personalidad y figura que tachaban de blanda, inexperimentada y poco asertiva durante los meses de proselitismo, hoy Hollande encarna con cierta presunción las esperanzas del partido, el cambio que anunciaba su lema de campaña y el relevo político de Francia durante el próximo quinquenio. En el discurso a sus partidarios en su pueblo de Tulle, en Corrèze donde ganó con 65 por ciento de votos, el presidente electo recalcó los temas que había anunciado en campaña: 1) reorientación de Europa hacia el crecimiento y el empleo, y 2) compromiso con la educación pública. Pero ante todo, dos compromisos por los que él dice deberá juzgársele al cabo de su mandato: avanzar la causa de la igualdad y la justicia, y la causa de la juventud.
Por el momento, para los demócratas y movimientos anti-austeridad a nivel mundial, la victoria de la(s) izquierda(s) no solo en Francia sino en Grecia, Alemania e Italia este fin de semana, representan un viraje de timón para encarar las políticas de austeridad apadrinadas por la Alemania de Angela Merkel y el presidente saliente. Es de mencionar que contrario a lo que predecía la derecha, los mercados financieros quedaron inmutables ante la victoria socialdemócrata.
Pero no todo es color de rosa. Como indican analistas franceses, aquí no hay lirismo, ni estado de gracia. Más bien, Hollande deberá hacer prueba de sus dotes de conciliador para que este nuevo proyecto no lleve el signo de la desdicha dado el clima político y económico europeo. Varios desafíos se presentan en el horizonte inmediato: la salud de las relaciones franco-germanas dada la previsible reticencia de Merkel de renegociar el pacto de austeridad; las elecciones legislativas de junio que adelantan una asamblea de derecha; y el balance entre austeridad y estímulo económico que deberá encabezar Hollande, reparando a la vez la confianza entre el gobierno, las empresas y los perdedores de la recesión, es decir un vasto sector de desempleados.
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